CAP 9: Confusión

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Llevaban unos minutos sentados en el suelo, hasta que Adrien suspiró, se armó de valor, se levantó y tomó la toalla más grande para cubrir a Marinette; tomó la otra y se cubrió, como ya estaba duchado, salió del baño y cerró, desde afuera le dijo a la apenada joven: - Deberías aprender a tocar, chica traviesa. – Y continuó su camino hasta la habitación de Marinette y así terminarse de vestir. Aunque la chica estaba extremadamente avergonzada, no estaba enojada con él, pues, como dijo Adrien, debió tocar y confirmar que estaba vacío; ella se ducha y viste en el baño, sube a su habitación, no sin preguntar antes si podía hacerlo – “Ya no tiene caso, Marinette, ahora me conoces completo.” – Dijo el rubio con una risilla pícara. La chica pasa a su habitación, ambos sin hablar de lo sucedido, como si nada hubiese pasado, y toman sus cosas para ir a la escuela, pues el chofer los esperaba. En camino a la escuela, Adrien rompe el silencio.

- No alcancé a ver nada, tranquila. – No era mentira, Marinette se había cubierto sus zonas íntimas con los brazos, y cuando el salió para ayudarle, el tropiezo fue tan rápido que no pudo detallar la figura bien.

- Lo sé… - Dice cabizbaja. – Pero es vergonzoso… Quisiera decir que yo tampoco vi nada, pero estaría mintiendo… - Marinette no es capaz de mirarle a la cara y su rostro se sonroja.

- No te preocupes, no diré nada si tu tampoco lo haces. – El rubio también estaba muy sonrojado.

Como si la noche no hubiese sido suficiente, ahora la mañana también era incómoda. Al llegar al instituto, Adrien sale del auto, estira la mano para tomar la de la chica, le ayuda a salir también y se quedan de pie junto al auto, mirándose por primera vez a los ojos, desde el incidente en el baño. Caminan, aún tomados de la mano, sin darse cuenta, y Chloé los ve desde la entrada, su rostro muestra un gesto de disgusto que es común en ella, y se acerca a ellos.

- ¿Qué haces con la panadera? – se le acerca más al rubio por el otro costado, para hablarle casi al oído. – No me digas que te manipuló con  su enfermedad, para que la trajeras en tu lujoso auto. Que niña más osada, ¿Cómo se atreve a engañar a mi Adricu así?

- Te equivocas, Chloé. – Hala a la azabache hacia él y la toma de la cintura para seguir caminando. – Traerla fue lo menos que podía hacer, por permitirme dormir en su casa anoche. – El rubio sonrió coquetamente, Marinette se sonrojó al escuchar sus palabras y la  engreída chica se quedó pasmada donde estaba… No podía creer lo que había escuchado.

Todos en la escuela miraban la pareja que iba entrando al salón 103, aún abrazados y con un rubor en sus mejillas. Al llegar al aula, se separan y se sientan, cada quien en su lugar; la morena mira con picardía a Marinette y esta intuye que le espera todo un interrogatorio. En el receso, Alya le toma la mano a la azabache y la arrastra a un lugar donde nadie las interrumpa; la conversación no fue muy crucial hasta la anécdota del suceso matutino.

- ¿Completamente desnudo? – La morena ensancha sus ojos.- Y… ¿Cómo es? – Alya la codea.

- ¿Qué cosa? – Marinette pregunta confundida.

- Ya sabes… Ahí… abajo… - La joven de ojos azules sigue confundida. – Su… - Se acerca al oído de Marinette para susurrarle.

- ¡ALYA! – La chica retrocede y la mira con un rostro sobresaltado, avergonzado y ruborizado.

- Bueno, ya… - La morena se ríe pícaramente. – Solo sentía curiosidad.

- Si, como no… A propósito… - Marinette se acerca de nuevo a su amiga. – No digas nada, prometí guardar el secreto.

- No te preocupes, amiga. – Le enseña su pulgar y una sonrisa de oreja a oreja.

Al otro lado del instituto, Nino se burlaba del rubio a carcajadas, pues este le había mencionado solo la parte donde Marinette lo vio desnudo a él. Nunca se atrevería a denigrar a Marinette.

- ¿Y ahora qué harás, viejo? – Nino se seca las lágrimas que salieron por la risa.

- No lo sé, Nino… La verdad, anoche hablamos mucho… - El rubio se pone la mano en el cuello. – Tenemos muchas cosas en común, es muy linda… Creo que me gusta… Pero estoy algo confundido.

- Claro que lo estás. – Nino coloca una mano sobre el hombro de su amigo. – Amas a Lady Bug, quieres o querías ser buen amigo de Marinette. Viejo, siempre has estado muy pendiente de ella, aún cuando decías que era interesante, solo buscabas acercarte a ella, sin éxito. – El moreno abraza con una mano por los hombros al rubio y dirige la mirada de Adrien por donde pasaban las chicas, Alya y Marinette. – Yo solo te diré una cosa; Lady Bug es una heroína enmascarada que no sabe ni se interesa por tu existencia, a no ser que un villano te atrape… Marinette si te ve, ella está aquí, sin máscaras, ni vida secreta. Ella es real viejo, no desaproveches la oportunidad de estar con alguien que te valore.

- Y ¿Cómo es que estás tan seguro de que ella me aceptará?

- Amigo, puedo prestarte mis anteojos si quieres, estás más ciego que yo. Ella es linda contigo y tímida; eso la delata… - El chico voltea la mirada y mira a Adrien de reojo. – Y Alya mencionó algo al respecto.

Adrien no preguntó más, pues él mismo había comprobado ya los sentimientos de Marinette al irrumpir en su habitación, con el traje felino. Los chicos siguieron hablando y Marinette los ve a lo lejos, por lo que decide acercarse para entregarle el obsequio que sus padres dejaron en la portería de la escuela, al regresar de su diligencia.

- Hola, Adrien. Mis padres y yo te agradecemos enormemente tu ayuda y te queremos dar este presente. – Adrien la mira sonrojado y estira sus brazos para recibir la caja decorada. – Son unas galletas especiales que hace mi papá.

El rubio abre la caja con mucha delicadeza, toma una galleta y se la lleva a la boca, la saborea cuidadosamente, cierra sus ojos y suspira profundamente, para por fin tragar.

- Marinette, son deliciosas. – Nino se aleja lentamente sin ser percibido. Adrien sonríe a la chica tímidamente y se sonroja aún más. – Estoy muy feliz de haberte podido cuidar. Eres… Una chica i-increíble.

- ¿Eh? – La azabache ensancha los ojos y se sonroja un poco.

Adrien, en un acto osado, toma otra galleta y le indica a la chica decir “Ah”, para ponerla cuidadosamente en su boca. La chica solo obedecía, no podía asumir lo que pasaba; era como si el mundo se detuviera,  igual que en cada sueño y fantasía que ella había tenido. Pero no se sentía igual. ¿Por qué? ¿Qué era esa sensación de comodidad y fraternidad? ¿Por qué su corazón no quería explotar como de costumbre? ¿Qué significaba todo eso? ¿A caso ya no lo amaba? No, no era eso… Le atraía, pero sus pensamientos estaban muy confundidos, pues, cuando recibió la galleta de la mano de Adrien, la mordió a la mitad y luego él comió la otra parte; Marinette solo tuvo una imagen en su cabeza… Chat Noir.

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