CAP 5: El Trato

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- Espera, no me digas… ¿Eres un actor? O un cantante, eso debe ser, por eso llevas ropas tan finas.

- ¡Si, exacto! – sus nervios y preocupación disminuyen. – Soy un actor… Novato, por lo que aún no soy muy famoso.

- Entiendo. – La chica le guiña un ojo y se coloca el dedo índice sobre los labios que Chat no podía dejar de ver. – Sshh, es mejor que no sigas, o pondrás en riesgo tu identidad.

- Si, lo sé… - Pero ahora es Chat quien la quiere interrogar. – Y tú… ¿Cómo sabes tanto de moda? ¿Eres diseñadora o algo? – Lo dijo pensando en su amiga Marinette.

- ¿Ah? – La heroína comienza a tartamudear, pues teme que él adivine quién es en realidad. - ¿Yo? Para nada. Yo no…  bueno, es que… Revistas veo… Leo, digo, hay un chico… Bueno yo solo… Aahh. – Respira profundamente para calmarse. – Me gustan las revistas Agreste… Tienen linda ropa. – La chica agacha la cabeza, esperando que le crea.

- La ropa… ¿No querrás decir el modelo, verdad? – Le lanza una mirada de reproche fingida, para no levantar sospechas.

- ¡Claro que no! – La chica se avergüenza, pero el rubio cambia de tema al percibir el mal humor de su chica soñada.

Hablan durante un rato, se ríen, bromean y juegan incluso, como si fueran conocidos de toda la vida. Ambos Kwami aparecen ante sus portadores y, al ver que han pasado tres horas, no lo pueden creer.

- Realmente me divertí, gatito. – Dice la azabache, con voz dulce.

- Yo también mi Lady… - Antes de que ella se diera la vuelta para irse, él la toma del brazo. – Mi Lady… Antes de que te vayas, quisiera obsequiarte algo.

El joven estira su brazo y deja ver el brazalete que este había comprado antes. Lady Bug lo mira sorprendida y cuando lo va a tomar, recuerda que sería inútil aceptarlo, pues ellos no pueden estar juntos y, además ella amaba a su Adrien.

- ¿No crees que…? – La chica se detiene para pensar bien sus palabras. – Bueno, no podría usarlo ¿Sabes? Mi identidad se vería en peligro. – La azabache ve el rostro deprimido del chico. – Hagamos un tarto… - Él la mira espectante. – Guarda mi regalo por mí, sigamos teniendo encuentros cada Jueves a la misma hora y nos conoceremos poco a poco… Yo no quiero un amor falso, esto de hoy fue lindo, pero no fue honesto y lo sabes… Si logras descubrir quién soy, a esa chica que creas que soy yo, le darás este brazalete…

- ¿Y si no te encuentro? – Sus ojos se cristalizan un poco.

- Seguiremos viéndonos aquí… De todas formas estas charlas me agradan. – Cuando el joven se disponía a irse con una sonrisa de oreja a oreja, la chica agrega. – También, cuando me entregues el brazalete, quiero que me respondas algo… ¿Tu amor por mi es real, o solo era una fantasía? Piensa muy bien eso.

Ambos héroes toman caminos diferentes, aunque se dirigían al mismo lugar. Chat Noir estaba algo desilusionado, pues las cosas entre ellos no habían cambiado mucho. Al llegar al balcón de su amiga, se fijó que estuviera la puerta abierta, una vez confirmado, decide destransformarse mientras llegaba Marinette. Marinette se destransforma a unas cuantas cuadras para no levantar sospechas, y en el camino habla un poco con Tikki.

- Eso fue relajante ¿No? – Dice Tikki, con una sonrisa en su rostro pequeño.

- Sí Tikki, debo admitir que el gato es muy divertido, pero ya llegamos y debemos lidiar de nuevo con él.

- ¿Crees que esté bien? Después de tu propuesta con la pregunta que debe responderte… No sé, no lo sentí muy feliz.

- ¿Tu crees? – Dice Marinette mientras entraba a la Panadería de su familia.

Marinette saluda calurosamente a sus padres y sube a prisa para su habitación. Guarda rápidamente la ropa que llevaba para la cita, la cual se cambió ante de volver a casa. No escucha ruidos, pero recuerda que dejó la puerta de su balcón abierta.
- Chat ¿Estás ahí? – Dice la chica desde su habitación, a lo que Adrien se espanta, pues aún no se había transformado. Rápidamente dice las palabras necesarias a su Kwami y se convierte en Chat. – No me digas… ¿Estás sin tu transformación?

- Ya lo resolví, Mari, me distraje un poco. – Dice el felino, algo triste.

- Pasa, traje bocadillos para cenar. – El gato pasa por el portal y se sienta en el borde de la cama de la chica. – ¿Qué pasa, gatito?

- Mi Lady… - La ve con unos ojos llenos de tristeza. – Duda de mis sentimientos. Quise hacerle un regalo, pero no lo aceptó… No tengo ninguna oportunidad ¿Verdad?

- N-no te pongas a-así – Comenzó a tartamudear sin darse cuenta la azabache. - ¿Qué te parece si te ayudo un poco con lo que me pediste?

- Ah, si… El altar ¿Tu crees que funcione? – El gato busca con la mirada la esquina decorada, sin excito. – ¿Y el tuyo?

- Bueno… Lo quité

- Por mi culpa ¿No? – Chat nota la mirada aún triste de Marinette, así que se palmea las mejillas y coloca una gran sonrisa. – ¡Muy bien! No vamos a rendirnos así nada más…

- ¿Eh? – Ella lo mira confundida ante el cambio repentino de actitud.

- Vamos a restaurar tu altar y tú me ayudarás a hacer el mío. – Le guiña un ojo, coquetamente.

BAJO EL ANTIFAZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora