CAP 7: El Niñero

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- ¿Qué haces, Marinette? Debes descansar. – Le dice el rubio al ver que la joven se estaba levantando de su lecho para mirar la esquina que él había cubierto antes. Al verla con la manta encima, Marinette se tranquiliza.

- Cuando llegué, Chat Noir estaba en esa esquina colgando la manta… - La chica lo mira incrédula, pero el rubio prosiguió. – También me dijo que si miraba lo que había, me iba a colgar de la punta de la torre Eiffel por una hora.

- Ay, ese gato. – Dijo algo molesta por la amenaza de Chat hacia su amado. Luego miró de nuevo la esquina y sonrió mientras pensaba “Gracias gatito”.

Las horas transcurrieron y, con los cuidados de Adrien, la fiebre y demás síntomas de Marinette habían disminuido considerablemente. La chica estaba extasiada por la compañía del joven, cuando aparece Alya.

- Muy bien chico, vine a relevarte un momento, ve a descansar y por ropa a tu casa. – Marinette no puede creer lo que escucha. Su Adrien se iba a quedar durmiendo en su casa. El chico asiente, se despide brevemente de Marinette y sale de la habitación. – Bueno, niña, cuéntamelo todo.

- Q-que c-cosa, yo no… Nosotros no… Enferma… y él… una sopa… - Tartamudeaba cómicamente, por lo que la morena comenzó a reír.

- ¿Y qué dijo de tu altar? – Pregunta Alya con una sonrisilla.

- Chat me salvó el día y lo cubrió. – Sonríe solo al imaginar la escena.

Luego de un rato, entra por la puerta del balcón Chat Noir. Ve a Alya y a Marinette hablando tan a gusto que no notan su presencia, así que en un arrebato de chisme, se queda escuchando de lo que hablan.

- Y bien amiga ¿Cuál será tu jugada maestra? – Le lanza una mirada pícara.

- Enserio ¿Crees que tengo suficiente energía para pensar en eso? – Le devuelve el gesto a Alya.

Chat sonríe y sale de su escondite. Las chicas se sorprenden, pero luego lo saludan calurosamente.

- Hola, gatito. – Se le acerca Alya, recostando su codo en el hombro de Chat. – Ya me contaron de tu gran Azaña con el altar sagrado del rubio inalcanzable.

- ¡Alya! – Chilla Marinette por la vergüenza.

- Tranquila, Mari. – Toma por sorpresa a Alya de la cintura y la inclina hacia atrás como si fuera un paso de danza. – Me encantan los halagos de hermosas señoritas.

- Ya basta, gato presumido. – Alya lo aleja de ella rápidamente y ve como Marinette no puede con la risa.

Bromean un poco y luego de unos minutos el gato se va. Alya y Marinette continúan hablando de Adrien y lo increíble que era su ayuda; la azabache suspiraba dos veces por oración cada que pensaba en las atenciones de su amado príncipe. Se hace tarde en la noche y llega Adrien. “Llegas muy tarde, chico”, reprocha la morena al rubio antes de irse para su casa. Marinette y su hombre de ensueño conversan un rato y, al sentirse mejor, la chica propone jugar video juegos; El joven duda un poco, pues lo más recomendable es que ella descanse, pero esta se niega.

- Entonces… - Marinette trata de iniciar una conversación sin tartamudear. - ¿Dónde dijo papá que podías dormir?

- Donde me sienta más cómodo. – Adrien se sonroja y la mira de reojo. – Yo quisiera… Dormir aquí, así si me necesitas podré ayudarte de inmediato… - Pausa el juego y mira directamente a la chica, que no puede verlo a los ojos, pues su felicidad combinada con vergüenza no le permiten levantar la mirada del control. – Yo q-quiero asegurarme de estar contigo… Digo, de estar cerca… Debes… Descansar… Dormir contigo… Bueno, no contigo, en tu habitación… - Ella no podía creerlo, él estaba muy sonrojado y tartamudeaba más de lo que alguna vez ella lo hizo.

- Está bien, puedes dormir en el sofá. – Increíblemente, logró decir la frase completa, sin dificultad. Pero ahora era él quien quería seguir hablando.

- Y… ¿Chat Noir es tu amigo? – Pregunta algo sonrojado, mientras continúan jugando.

- Bueno… - Comienza a hablar sin despegar la vista de la pantalla. – Creo que es más… Más como mi mejor amigo. – Adrien sintió un punzón en su corazón que no pudo explicar. – La verdad, aprendí a quererlo. No me imagino mis días sin sus visitas sorpresa de todos los días. – Adrien sonríe y Marinette continúa. – De hecho, fue él quien irrumpió el otro día… Esa esquina tiene algo muy especial para mí, por eso él lo cubrió. – La azabache es quien pausa el juego esta vez. – Quiero disculparme por su parte… No fue su intensión amenazarte, estoy segura. Él no es así.

“¿Qué estaba pasando con ella?” Se preguntaba, pues se sentía más a gusto con él, sin incomodidad alguna, sin vergüenza, ni tartamudeos. Estaba disfrutando realmente su compañía… Tal como lo disfrutaba con Alya y Chat.
Adrien estaba irracionalmente feliz de estar con Marinette, pero no se explicaba el por qué de sus nervios. Era como en su cita con Lady Bug, incluso mejor; sus latidos se aceleraban al mirarla y sentía que su corazón se iba a salir de su pecho… Pero ¿Por qué?

Marinette toma una ducha para acostarse a dormir y, al salir, Adrien pide permiso a la chica para hacer lo mismo. Una vez duchados, ambos se recuestan en sus respectivos lechos y apagan la luz.

- ¿Estás cómodo ahí? – Pregunta Marinette, dirigiendo la vista al sofá de su habitación, en medio de la oscuridad.

- S-si, no te preocupes, tu descansa. – Contesta algo nervioso.

Adrien sentía como quemaba su rostro, sus latidos eran fuertes y rápidos, su frente y manos se llenaban de sudor frio; no quería dormirse, no quería que el día terminara, solo podía mirar a la oscuridad, en dirección a la cama de Marinette. Como si los dioses hubiesen escuchado sus plegarias, la luz de la luna penetró la habitación, dejando ver el plácido y hermoso rostro de una Marinette profundamente dormida.

- Plaga… no puedo quedarme aquí… - Dijo el chico mirando fijamente a la azabache. – Sin hacer nada…

BAJO EL ANTIFAZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora