CAP 8: Accidente

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- Plaga. – Dice casi en un susurro. – Las garras…

El chico se transforma y coloca bultos de almohadas para semejar que hay alguien en el mueble. Luego, se sienta en la cabecera de la cama, junto a Marinette, y comienza a acariciar su cabello tiernamente. “Cómo quisiera que fueras ella”, era el único pensamiento que pasaba por su cabeza; la tentación lo traicionó y se inclinó para darle un beso, pero en ese instante ella murmura.

- No hagas eso, gatito. – El chico se sonroja como nunca y se incorpora para quedar de nuevo donde estaba sentado, cuando la chica prosigue entre murmuros. – No toques ahí… no debes.

- ¿Qué estará soñando conmigo? – se dijo a sí mismo, con una sonrisa algo pícara y con un calor en la cara que no disminuía.

- No… Gatito… No debes… Déjame descansar… No voy a re-sis-tir… - El chico pasó de estar muy sonrojado, a estar sumamente excitado. Su respiración se aceleró al sentir pequeños jadeos provenientes de la chica, de nuevo se inclinó para darle un ansiado beso, cando Marinette habla de nuevo.

- No me hagas más… cosquillas… Gato tonto.
Chat se levantó de la cama, terminó su transformación y se acomodó de nuevo en el sofá, pero mirando hacia el rincón. Su rostro quemaba, su corazón latía como si fuera a explotar, su respiración era muy fuerte, casi como jadeando, su frente y manos sudaban, y sentía un vacío en su estómago combinado con un hormigueo en su abdomen bajo. Estaba muy confundido y se sentía como un tonto al haber malinterpretado la situación. ¿Por qué se sentía así? ¿Por qué estaba pensando en esos labios delicados? Si... Nunca se imaginó que llegaría a sentirse así por la chica que anhelaba fuera su amiga.

Comenzó a recordar todo. Luego de subirse en su auto, vio la sonrisa de la azabache sosteniendo la sombrilla; el auto comenzó a andar y Adrien recordó la sombrilla cerrándose sobre su cabeza. – “Realmente es bastante torpe” – pensó – “Espero haya llegado bien a su casa”.

Adrien bajó del auto y subió a su habitación, se escapó un momento transformado en Chat Noir y comenzó a buscar a la azabache por todos lados. En un golpe de suerte, ve su paraguas dirigirse a una pastelería muy bonita y decide esperar en el balcón, tratando de cubrirse de la lluvia; la chica sube a su habitación y escucha unos pequeños golpes en el balcón, que no se distinguían bien por el sonido de la lluvia.

- ¿Hay alguien ahí? – Nadie responde, pero vuelven a dar unos golpecitos en el ventanal. Marinette abre la puerta y deja que el gato se cubra con la parte techada del balcón.
- Muchas gracias, señorita… - La mira con un gesto divertido, esperando que se presentara.

- Marinette. – Responde cortante. - ¿Qué haces aquí, Chat Noir? ¿Te escondes de algún villano?

- No. De la lluvia… - La mira de nuevo y se para frente a ella coquetamente. – Los gatos odiamos mojarnos a no ser que sea necesario.

- Ya veo. – La lluvia se detiene de golpe y el cielo comienza a aclararse. – Bueno, gatito miedoso, ya se detuvo la lluvia. Puedes irte. – La chica dio media vuelta con la intención de irse a su cuarto.

- Espera, Mari… Muchas gracias, fuiste muy amable. – La chica da media vuelta y le brinda una gran y hermosa sonrisa.

- De nada gatito. - La azabache se da la vuelta y vuelve a su habitación.

Adrien recuerda que desde ese mismo día, comenzó a visitarla a diario, solo se paraba en el balcón, daba unos toquecitos en el ventanal y ella salía de inmediato. No siempre hablaban mucho, pero él disfrutaba la compañía de ella y, al parecer, también Marinette lo disfrutaba.
El rubio sigue sintiendo un punzón en el pecho, así que se dispone a levantarse, cuando la chica da un salto de su cama y se pone la mano en la cabeza.

- Que sueño más extraño… Me pregunto si el gato también sueña así conmigo. – Marinette no le da más vueltas al asunto, se coloca sus sandalias y sale de la habitación para beber algo de agua.

Una vez abajo, Adrien decide bajar también, necesita despejarse y olvidarse de ese vergonzoso momento que casi había llevado a robarle un beso a su amiga. Marinette está en la cocina, sentada en una silla del comedor, con un vaso de agua en la mano.

¿Qué haces aquí? – Pregunta el chico, como si no la hubiera visto salir. – Debes descansar, Marinette, debiste decirme que tenías sed. – Marinette se levanta de la silla y, sin decir ni una palabra, se acerca a Adrien y lo abraza fuertemente.
- Muchas gracias… - Le da un beso en la mejilla y termina el abrazo. – De no ser por ti, aún seguiría enferma, pero mira, ya no hay fiebre, ni malestar. Eres un excelente niñero. – El rubio se queda paralizado y se sonroja a más no poder.

Marinette hace té para los dos y, en silencio, se lo beben para luego ir a seguir descansando. En la mañana, Marinette se levanta temprano, lo que no es común, y se dirige a la cocina para hacer un rico desayuno; Adrien despierta totalmente agotado, pues no logró dormir nada por lo sucedido, así que se dirige al baño para ducharse.  La azabache le llama para desayunar y este no responde, pues el sonido del agua corriendo le impide escuchar la delicada voz de la chica; Marinette supone que aún duerme y, como es temprano aún, decide ir a ducharse.
La ducha de la casa Dupain – cheng se componía por una cabina amplia con una tina bastante cómoda. El rubio había llenado la tina para relajarse un poco y, como era de esperarse por el cansancio, se quedó dormido en ella; Marinette entra en el baño, se desviste y comienza a desenredar su cabello… Estaba completamente desnuda. Adrien se hunde en la bañera y eso lo despierta, cuando reacciona, escucha un leve tarareo de Marinette; las mejillas de Adrien se ruborizan y su mente entra en un estado de petrificación… Su cuerpo no le respondía, estaba paralizado de  pies a cabeza y sus ideas no calaban. Marinette se dirige a la cabina, Adrien reacciona, antes de que esta deslice el panel que separaba el W.C de la ducha, y se hace el dormido; la azabache desliza la cortina y ve a rubio completamente dormido… y completamente desnudo. Marinette se sonroja nivel Dios 3.0 HD extreme FULL y emite un alarido de sorpresa.

- ¡Adrien! – El chico finge sobresalto y abre los ojos, divisando el encantador y bien formado cuerpo de la intrusa.

Ella cubría su pecho con un brazo y su entrepierna con el otro, al retroceder, se resbaló y cayó al suelo; Adrien se levanta de la ducha, sin pensar en las consecuencias, para ayudar a su amiga, y al salir, tropieza con el borde de la tina, cayendo sobre Marinette. Ambos solo se veían a los ojos, ninguno se atrevía a mutar palabra o a moverse, pues se arriesgaban a ver al otro; reaccionaron rápidamente y se sentaron en el suelo, dando la espalda el uno al otro, ambos mirando a las paredes del baño. No habían sonidos, ni gestos, ni palabras… sólo pensamientos.

BAJO EL ANTIFAZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora