VIGÉSIMA OCTAVA GOTA: UN ESPEJISMO NOCTURNO

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«Esto está mal...»

El autobús atravesó una parte de la ciudad. Los edificios se veían solos y tristes en un escenario nostálgico y gris. Raven mantenía los ojos cerrados y se obligaba a no gritar, se sentía terriblemente decepcionado de Kim. Conocía a su amiga y sabía que sus intenciones no eran malas y que únicamente quería protegerlo como lo hacía desde que eran niños, pero si tan sólo no hubiera utilizado el verbo «prohibir» en su discurso de protección quizá Raven habría considerado su advertencia con respecto a Kura. El pelinegro no era como los niños del pasado de Raven. Kura era amable y considerado con todos, incluso más con Raven, pero Kim no era capaz de ver la bondad que manaba del chico porque para ella Kura no era más que un lobo con piel de cordero. Kim no estaba siendo justa con Kura, pues le negó la oportunidad de conocerla antes de tiempo, pero ella no era la única injusta en esta situación.

¿Raven estaba siendo justo con ella?

Ni siquiera fue capaz de hablarle sobre su fin de semana, tal vez eso habría funcionado para hacerla cambiar de opinión. ¿Funcionado? ¡Ja! Kim lo habría visto raro e inmediatamente habría sospechado de las intenciones que Kura y Raven tenían. ¡Qué vergonzoso habría sido para Raven!

Pero..., no podía ocultarlo por siempre.

La relación con Kura se había fortalecido en el fin de semana como si sus sentimientos se hubieran conectado en una especie de trampa, lazo, magia, red...

— ¿Por qué esto es tan complicado de confesar?

Raven bajó del autobús y caminó en dirección a casa.

Sora era la única que sabía los sentimientos y miedos de su hermano. Raven confió en ella porque Sora jamás le daría la espalda o lo vería como un bicho raro. Ojalá todo el mundo fuera como Sora, ojalá todo el mundo quisiera a Raven tanto como ella para que no tuviera problemas, ojalá Kim entendiera que Raven estaba confundido y que tenía miedo de aceptar los sentimientos de Kura porque al hacerlo también estaría mostrándose ante él en su estado más vulnerable. En estado de amor.

Cuando Raven llegó a casa se encontró con su hermana en la puerta. Sora recién había llegado del trabajo.

— ¿Qué tal la escuela? —le preguntó ella al abrir la puerta—. No tienes buena finta.

— Tengo mucho que contarte —le dijo Raven al entrar a la casa.

— ¿Es muy malo? —preguntó, preocupada.

— Necesito un abrazo.

— ¡Yo puedo dártelo! —dijo una voz que venía de la cocina.

Los dos hermanos intercambiaron miradas y sonrieron mientras corrían al encuentro con aquella voz.

— ¡Papá! —Sora fue la primera en prensar al hombre que cortaba la tarta de piña.

—¡Hola! —el hombre restregó su rostro en el cabello de Sora.

Él estaba ahí, su padre también estaba ahí, pero Raven no se atrevió a abrazarlo tan efusivamente como lo hizo Sora. Después de un mes separados, Raven perdió la confianza de acercarse a su padre, se sentía tímido y avergonzado de su comportamiento en las últimas semanas.

AME (Lluvia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora