CUADRAGÉSIMA PRIMERA GOTA: FENOMENAL

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Antes de entrar a casa, Eiri y Sora se despidieron de Kura y agradecieron la magnífica noche que tuvieron. Sarah fue amable con el señor Kaplan y le aseguró que también asistiría al juego de golf que Ren estaba preparando. No obstante, la tensión entre Sora y el rubio no cambió, Sarah ignoró por completo a la chica.

—Espero no volver a verte —le dijo Sora al bajar del automóvil. Sarah no le contestó, únicamente sonrió y vio a través del retrovisor el rostro furioso de la chica.

Eiri y Sora entraron a la casa. Raven le dijo a su padre que en un par de minutos entraría a la casa, pues quería hablar con Kura un rato más. En el automóvil, Sarah revisaba su teléfono y en ningún momento dejó de hacerlo. El cabello de Kura tenía minúsculas gotas de llovizna que reflectaban la luz del poste de la calle. Kura estaba más hermoso que antes, había recobrado gran parte de la confianza que perdió por las palabras de Amy, estaba más brillante, más apuesto y varonil. Raven también tenía algo diferente. Para Kura, Raven lo atraía más que antes, tenía algo que lo obligaba a verlo más tiempo y lo obsesionaba. Finalmente, Kura tenía una ligera certeza de que Raven estaba enamorado de él. Kura y Raven no querían separarse, ambos deseaban retomar lo que iniciaron en la habitación de Kura. Raven aun sentía la suavidad de los labios de Kura sobre su piel, aún sentía esa sensación húmeda, sublime y apasionada en su corazón. Quería más besos, más caricias, más intimidad, más tiempo, más amor, de él.

—Mamá quedó encantada contigo —dijo Kura con una media sonrisa.

—¡Qué alivio! —suspiró Raven—. Estaba muy nervioso. Tu mamá es hermosa y tu papá es genial.

—Tu papá también es genial. Cuando yo era niño hubo un tiempo en el que soñaba con ser piloto como él.

—¿Por qué? ¿No le temes a las alturas?

—Quería ver a los hermanos Tormenta —sacudió los hombros con vergüenza.

—¿De qué hablas? —Raven soltó una pequeña risa. Su risa, tan infrecuente cuando estaba con Kura.

—Es una historia larga —Kura se acercó a él y lo tomó de la mano—. Me divertí mucho esta noche.

—Yo también —susurró Raven mientras le echaba un vistazo a Sarah para confirmar que nadie los veía.

—¿Puedo darte un beso? —preguntó Kura en voz queda. Raven había iniciado un juego de voces suaves.

—Puedes —le dijo al cerrar lo ojos y levantar brevemente el rostro.

—«Eres más lindo de lo que crees» —pensó Kura.

El pelinegro se encorvó para acercarse a su enamorado, lo vio de cerca y era más hermoso para él que la misma lluvia que le caía en los hombros. Raven estaba dispuesto a dar su primer beso, pero... Kura lo besó en la frente.

—Nos vemos mañana en la escuela —dijo el pelinegro.

Desconcertado, Raven asintió. Kura subió al automóvil y agitó la mano para despedirse de Raven, quien lo miraba desde el umbral.

Cuando Raven entró a la casa se encontró con Maat que le dio la bienvenida con vigorosas sacudidas de su cola. Eiri los observó desde el sofá, no era tonto y si algo Sora había heredado de él; obviamente, era la intuición. El señor Kaplan había notado las miradas enternecedoras que Kura tenía para con Raven, notó la atmósfera de complicidad de los Mi para que su hijo y Raven estuvieran un rato solos, incluso Sarah también fue cómplice y ayudó a que Raven quedara embelesado con las fotografías de Kura. El comportamiento de Sora también fue clave para que las sospechas de Eiri se hicieran concretas; su hija fue alcahueta de Kura toda la noche, e incluso cuando le dijeron a Eiri sobre la invitación para la cena, fue Sora la que insistió en que Kura era una buena persona y que le agradaría. ¿Qué pasaba entre su hijo y «el chico helado»?

AME (Lluvia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora