TRIGÉSIMA NOVENA GOTA: ÚLTIMAMENTE NO QUERÍA MUCHAS COSAS

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—¿Hermano mayor! —Sora y Raven miraron a los señores Mi con total incredulidad.

Kai y Ren rieron. Y Kura suspiró.

—No somos hermanos —dijo.

—¡Lo somos! —afirmó Sarah.

—Sarah es lo más cercano que tengo de un hermano mayor —Kura se encogió de hombros y no se opuso a los besos que Sarah le dio en las mejillas.

—¡Eres mi hermano menor!

—Lo soy, Sarah —cedió. Después desvió la mirada hacia sus invitados y en voz muy baja dijo—: no lo soy.

—¡Kura!

Todos rieron. Sin embargo, Raven sintió que una espina le atravesaba el pecho porque no le gustaron los besos empalagosos de Sarah sobre Kura. Raven sabía que estaba celoso, pero no tenía importancia en ese momento, pues debía de enfocarse en agradarle a sus anfitriones y en Kura. Exclusivamente en Kura.

Eiri entró a la casa en compañía de los anfitriones. Kura y los demás entraron después. Sora estaba tensa y molesta. ¿La razón? Sarah. Antes de que entraran a la casa, Sora se acercó a él, soltó una sonrisa amigable con esperanza de tener una sonrisa por parte del rubio, pero lo único que obtuvo fue una mirada indiferente y un gran desaire. ¿Cuál era el maldito problema de Sarah! Era un completo idiota. La primera impresión que tuvo de él fue buena. Sarah parecía ser algo parecido a Kura, por lo que Sora creyó que se llevaría tan bien con él como con Kura, pero no. Definitivamente no. Sarah era un imbécil y Kura un príncipe.

—¡Bienvenidos! —una mujer joven los recibió en el vestíbulo—. Por favor, permítanme sus abrigos.

Con reproche, Kura miró a sus padres.

«¿Por qué Moly está vestida así?» los cuestionó.

Kai se encogió de hombros y Ren simplemente desvió la mirada.

—¡Oh, qué amable! —Sora se desabotonó el abrigo.

Eiri le entregó su saco a Moly para que lo colgara en el perchero. Raven fue el único que conservo su suéter, tenía un poco de frío y además sentía que tenía mucho que ocultar. Raven estaba cohibido ante los padres de Kura. Ambos se veían tan perfectos. Sus dientes eran perfectos. Sus rostros eran perfectos. Sus cuerpos eran perfectos. ¡Incluso sus risas y andar eran perfectos!

—¿Por qué estás vestida así? —murmuró Kura cuando estuvo cerca de Moly. Fue discreto y no dejo de sonreír para que los invitados no se dieran cuenta de lo que estaba pasando.

—Es mi uniforme de trabajo —respondió Moly al colgar el abrigo de Sora.

—Hoy no estás trabajando —dio un gran suspiro. La noche sería larga y se le iría entre muchos suspiros—. Anda, sube y viste la ropa que más te guste.

—Esta es la ropa que más me gusta, Joven Kura.

—Kura. Llámame sólo Kura —iniciaba a reconocer que Moly era tan testaruda como Kai.

—Estoy orgullosa de trabajar para ustedes. ¿Qué hay de malo con eso?

—No eres una empleada doméstica, Moly. Eres mi familia.

AME (Lluvia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora