7)Se que no me lo dices, pero lo piensas.

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— ¡Ahhhhhh! —un grito ahogado se sintió retumbar en toda la habitación, y como Harry estaba dormido, del susto se cayó al suelo. Adormilado y confundido, se levantó del piso y fue donde había escuchado el grito. Y allí estaba Charlotte, con el pelo un poco alborotado, pero tan hermosa como siempre.

— ¿Dónde estoy? ¿Qué haces aquí? —le preguntó la muchacha, altamente alterada.

—Estás en mi casa, y bueno, ya que es mía, estoy aquí. —respondió este, fijando su vista en la mesita de noche donde reposaba un reloj marcando las doce del mediodía.

— ¿Cómo llegué aquí?

—Terminamos los trabajos y te quedaste dormida. Están cerradas las puertas de la escuela para las pupilas a esta hora, así que te traje aquí.

—Gra... Gracias. —contestó ella, contándole un poco pronunciar aquellas palabras. Y ahora que todos los nervios se habían calmado, su mirada se posó en Harry, el cual, estaba con un pantalón de pillama y sin camisa, y pudo contemplar, la belleza sin igual del chico. Desde su cabello, hasta sus ojos, su nariz, su boca, su cuello, su pecho, brazos y todo lo que podía llegar a ver, le resultaba magnifico. Era una escultura, o una pintura del mismo renacimiento. Era aquel muchacho, en lo que los novelistas se basan para escribir tontas historias de amor.

—Se que te gusto, pero deja de mirarme. Me intimidas. —dijo el chico, haciendo que Charlotte reaccionase, ante la mirada de petulancia del muchacho.

—No puedes ser más idiota, porque no tienes tiempo. —dijo ella, parándose de la cama, acomodando su cabello y el vestido. — ¿Dónde está mi cartera y zapatos?

—Allí. —contestó, señalando al otro lado de la cama. Ella fue hacia allí, y se colocó los tacones, elevando más su altura, y tomó su cartera. Al darse vuelta, para encaminarse a la puerta, se chocó con Harry, el cual, la miraba sin ningun tapujo, de arriba a bajo, como si fuera un producto que fuera a adquirir. Se acercó más a ella, robándole cualquier espacio personal habible entre ambos, y colocó una de sus manos en su rostro, corriendo un cabello rebelde de su hermosa cara.

— Me... me voy. Ya está abierto el colegio, y... Es tu casa, tu padre podría entrar y ¿qué va a pensar de mi?

—Mi padre está en Italia, en este momento. Para eso lo llamó el embajador. —dijo el muchacho, sin importancia. —Y tu, y yo, estamos aquí. Sin nadie. —volvió a decir, pero esta vez en un susurro, cerca de los labios de la morena, y sin dudarlo un segundo, colocó sus labios sobre los de ella, a la espera de una negativa, como las otras dos veces, pero en cambio, esta correspondió a su beso, colocando sus manos (con cartera y todo) al rededor del cuello del muchacho, y este, puso sus manos en su cintura, pegándola más a su cuerpo. Acariciaba sus labios con los suyos, y su lengua con la de ella, eran como dos luchadores en una batalla a muerte, donde ninguno sedía, y la pasión y el deseo, eran innegables de ambas partes.

Acariciaba su espalda, sintiendo la desnudez de la misma en la parte alta, y la suave y tersa piel de la muchacha era algo con lo que había soñado desde que la vio por vez primera. Entonces, su primer error fue ese, el sentirse con el poder y con el control de la situación. Así que, con una mano, bajó a la parte baja de la espalda de la chica, y luego, continuó su recorrido hasta los gruteos de esta, y ella, sorprendida (o tal vez no tanto teniendo en cuenta de quien venía) se separó de el de inmediato.

— ¿Qué? ¿Qué pasó? —preguntó el muchacho, sorprendido ante la reacción de ella.

—Eres un idiota, eso pasó. —contestó Charlotte, caminando hacia la puerta, donde este la acorraló, tomándola fuertemente por la cintura.

— ¿Por qué?

—Porque me agarras y me tocas como si fuera ¿qué? ¿una puta, verdad?

—Deja de decir esas idioteces.

TROUBLEMAKER - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora