—Come, por favor. —le pidió el chico, luego de que el delivery llegara a la casa de ella.
—No tengo hambre. —contestó, jugando con su pedazo de pollo.
—Come solo un poquito, por favor. —le pidió nuevamente Harry, con una sonrisa, a lo que ella, tomó una pequeña cantidad de pollo, y lo metió a su boca.
—Gracias, Harry. —soltó ella, mirando con ojos lastimosos al castaño, el muchacho, como si mil toneladas de cemento calleran en su estómago, tragó con dificultad y se acercó a ella, apegándola en su pecho. —Alaric está con Shantall, la niñera. Pero ya mañana voy a ir a París. —le comentó ella, con voz ahogada. —Es demasiado chiquito para quedarse sin mamá y sin papá.
—Charlotte, por favor. Deja de llorar. —le suplicó el británico, acariciando su demacrado rostro, erocionado por las crueles lágrimas.
—Quedarme sin mi mamá fue lo peor que me pasó en la vida. —sentenció ella, con la tristeza palpable en su voz. —Pero, en tan poco tiempo, perder a mi padre también... No lo puedo soportar. —dijo ella, rompiendo en llanto nuevamente, mientras él, separaba la silla de la mesa, y tomaba con delicadeza el cuerpo de la castaña, para colocarla encima suyo, y llevarla hasta el cuarto. Allí, la recostó en la cama, le quitó los zapatos, el saco, el vestido y las medias, dejándola en ropa interior, cosa que ya, había visto con anterioridad, pero esta vez, ningún ápice de ardor pasaba por su cuerpo, este, era al instante congelado, por la imagen desolada y demacrada de la muchacha. Le colocó el pijama de seda rosa, luego el saco largo de igual color, y la arropó en la cama. Él, se fue a vestir a la velocidad de la luz, para estar nuevamente a su costado.
—Te amo, Harry. —dijo ella, acurrucándose en su costado, y apretándose contra su cuerpo.
—Te amo, Char. —contestó, besando la frente de ella.
Al día siguiente, luego de tomar una ducha, que duró más de dos horas, donde unas traicioneras lágrimas se asomaron por sus ojos, amenazantes. Charlotte salió del cuarto de baño, con el cabello recojido en un elegante peinado, maquillaje claro y en la parte superior una remera simple color rosa claro, sobre esta una campera rayada azul y blanca. En la parte inferior llevaba un pantalon blanco y zapatos negros cerrados.
— ¿Quieres que te lleve al aeropuerto? —preguntó Harry, sentándose en la cama al lado de ella.
—No, está bien. Me tomo un taxi. —contestó con una sonrisa forzada. —Tu debes irte, tu padre se va a poner como loco si no vas.
—Lo sé. —contestó el, sin moverse un centímetro de su lugar. — ¿Qué va a pasar, Charlotte?
— ¿De qué hablas?
— ¿Vas a volver? —preguntó el chico, con miedo en la voz, pero ocultándola, tras un manto de seguridad.
—Las clases empiezan en la segunda semana de Enero. Voy a tratar de estar aquí para ese entonces.
—Prométeme que vas a volver. —le pidió el castaño, mirándola fijamente a los ojos.
—No puedo prometerte eso, Hazza. —contradijo ella, con la voz apagada. —Debo irme, mi vuelo sale en una hora.
—Charlotte...
—Es mejor dejar las cosas así. Por tu bien, por el mío... —le dijo ella, pensando también, "por tu padre", ya que el día anterior, el Sr. Styles apareció el el departamento de ella, buscando a su hijo, y despotricando se lo llevó hasta la calle, donde olló como el hombre le regañaba.
FLASHBACK
—Es una mujerzuela, aprovechadora. Te está usando, Harry. Date cuenta.—dijo Robert, mirando a su hijo con rabia. Mirada correspondida por el castaño.
—Vuelve a decir aquello y me voy a olvidar que eres mi padre. —soltó el castaño, tomándolo del cuello del saco.
—Es una húerfana, con un niño enfermo a cargo. ¿Qué quieres que te diga, Harry? ¡Te está usando! ¡Se quiere dar la gran vida contigo! —le gritó en su cara, con enojo.
— ¡Cierra la boca! —vociferó el adolescente, con rabia. —No eres nadie para meterte en mi vida.
— ¿No soy nadie?
—No te hagas el padre procupado, Robert. No te queda. —dijo Harry, girándose, para dirigirse nuevamente al departamento.
—Soy el dueño de todo, Harry. —le dijo él, estando de espaldas. —No voy a poner mi fortuna a disposición de una mujerzuela. O la dejas ahora, o te desheredo. —soltó con rabia, haciendo que el británico se gire y lo observe con coraje.
—Haz lo que quieras. —le sonrió sinicamente, y siguió su camino.
FIN DE FLASHBACK
—Charlotte. —dijo él, pero la castaña, llacía parada, al lado de la puerta, con sus maletas.
—Debo irme. —continuó la castaña. —Te quiero. —porsiguió, besando su mejilla.
—Te amo, Charlie. —soltó de pronto, pero ella, no contestó, girándose, y dejando al chico allí, con el alma hinundada en preguntas, y en desolación.