Capítulo 32

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—Estoy muerto... Lo único que quiero hacer es llegar a casa y dormir. —dijo Zayn, secándose el pelo con una toalla.

—Yo también, no siento nada de las piernas para abajo.

—Eso fue desde siempre, Niall. —dijo con gracias, Harry.

—Permiso. —comentó una voz suave, chocando levemente a Harry.

— ¡Fíjate por donde vas, franchute!

—Pedí permiso. Si estás sordo, es tu problema. —contestó, llendo a su taquilla y sacando una remera, y colocándose esta.

—Ya me tienes hasta acá. —musitó el, haciendo una seña con su mano, mientras se acercaba hasta Louis, pero los brazos de Niall y Zayn lo detuvieron.

— ¿Otra vez peleando? —inquirió James, revoleando los ojos.

—No lo entiendes, estan calientes por la francesa. —respondió Brandom con odio.

—Igual que tu, idiota. —contestó Harry, acercándose a Brandom.

—Déjalo, Brandom. Según Harry, ella es "su chica". Lástima que ella cuenta una historia diferente. —dijo Louis, provocando al castaño.

— ¿Por qué no cierras la boca? Mejor, así concervas todos los dientes que tienes en ella. —amenazó Harry, frustrado. —Aléjate de Charlotte, franchute. Te lo advierto.

—Charlotte es mi amiga, además ella acepta salir conmigo. Como el sábado pasado, y como espero que lo haga este fin de semana. —dijo el chico, mientras Harry lo tomaba de la remera, pero Zayn, lo separó.

—Juro que voy a dejarte peor que la última vez. —lo amenazó, ahora más separado del francés, gracias al moreno.

—Te entiendo, sé por qué te pones así con Charlotte. Y claro, casi lo olvidaba después de tanto tiempo, pero el sábado ella me recordó lo bien que besaba y lo mucho que extrañaba ello. —soltó con suavidad, haciendo que toda claridad en la mente de Harry se nuble, y sin importarle Liam, Zayn o Niall, se avalanzó contra Louis, dándole un golpe de lleno en el rostro, y otro en la mandíbula, para que el chico, en un intento vano por defenderse, cayera contra uno de los bancos del vestuario, y Harry volvía a golpearlo de lleno en el rostro, esta vez, en el labio.

Con un vestido rosa viejo sin mangas con medias de red negras luciendose en sus esbeltas piernas, sus pies vestidos con zapatos de tacón con tiras y un bolso a composé, Charlotte se dirigió hacia su locker, donde tomó los libros de su siguiente hora, teoría general del derecho. 

Guardó los dos libros que necesitaba para dicha materia en su bolso, y antes de poder tomar otro para su siguiente clase, la puerta de su casilla se cierra de golpe frente a sus ojos.

— ¡Ey! ¡casi me arrancas un dedo! —dijo la muchacha, frunciendo el ceño.

— ¿Cómo es eso de que te besaste con el franchute?

— ¿Qué? —preguntó la castaña, con un deje nervioso en la voz, aquella pregunta la había tomado por sorpresa, así que, volvió a abrir la taquilla, y metió el libro de teoría de estado.

—Ya me escuchaste. ¿Lo besaste? ¿Si o no? —inquirió Harry, enojado.

— ¿Y qué si lo besé? No es asunto tuyo. —comentó la chica, cerrando el locker, y pasando por al lado del muchacho, pero, antes de poder seguir caminando más, el chico la tomó del brazo y la apegó a su pecho, mientras sus miradas se cruzaban con recelo.

—Es asunto mío. —le dijo lenta y amenazadoramente. — ¿Te gusta? —preguntó con miedo a flor de piel, pero lo escondía, jamás se iba a mostrar debil ante ella.

— ¿Te importa?

— ¿Te estaría preguntando si no fuera así? —inquirió con enojo.

— ¿Por qué te importa?

—No contestes una pregunta con otra pregunta.

— ¿Por qué te importa? —volvió a preguntar la castaña, ignorando el anterior comentario del británico.

— No puedo creer que seas tan idiota. —soltó sin tapujos, Harry. — ¿Cómo puedes volver a salir con un chico que te humilló y engañó frente a toda la escuela?

— ¿Tu me hablas de humillación?

— ¡Él te engañó! ¡Eran novios!

— ¡No te metas en mi vida privada, Styles! —le gritó ella, sontándose del agarre del inglés, pero el chico, al intento de huída de ella, la volvió a tomar del brazo, esta vez, más fuerte, apegándola más a su anatomía.

—Me meto todo lo que quiero. —dijo el, susurrándole lentamente sobre los labios de la chica, y creo, que si no fuera por el agarre del castaño, la parisina ya estuviera derretida en el suelo. Sus moldeadas piernas cual gimnasta rusa, ahora parecían hechas de gelatina, ya que temblaban ante la respiración suave y calma del chico.

—Sueltame, Harry. —le ordenó ella, pero, más que una ordenanza, sonó como una súplica, y esto, hizo que la sonrisa de él se ensanchara.

—No creo que quieras que te suelte. —musitó él, mientras con su mano libre, acariciaba despreocupadamente el rostro delicado de la chica, en un gesto suave y placentero, comenzando por su cien, decendiendo por su mejilla, acabando en su boca y muriendo en su cuello, donde ella sintió la cálida y fuerte mano de el británico posarse con suavidad y acariciando en forma circular la piel de tan sensible zona. —Lo que yo creo que quieres, es que haga esto. —dijo, mientras volvía a acariciar su cuello, haciendo que la chica trague sonoramente, y la sonrisa ladeada del castaño apareció súbitamente. —También quieres que te hable suavemente en el oído. —siguió, acercándose al oído de la parisina, mientras hablaba.

—Y te diga lo mucho que me gustas: parada o sentada, despierta o dormida, vestida o desnuda... De acuerdo, desnuda me gustaría más. —musitó riéndo cual ángel quedamente en su oído. —Pero, lo que más quieres, además de todo ello, es que hubiera sido yo, el que te haya besado el sábado. —soltó con un tono melodioso, acercándose a los labios de ella, y acariciando la boca de ella, con parsinomia y de forma tortuosa se apoderó del labio inferior de ella, mordiéndolo con agonía. La chica, soltó el bolso que tenía en su mano, y una sonrisa pícara se extendió por el rostro del inglés, mientras que los brazos desesperados pero tímidos de Charlotte, se enrroscaron en el cuello de él, mientras que las manos grandes y abrasadoras del anglosajón no tardaron en posarse en la espalda de la chica, apretándola a su anatomía.

La lengua del chico, recorría la cavidad bucal de Charlotte, de manera salvaje y experta, mientras que en cada movimiento del chico, era como una oleada de placer significante que azotaba el cuerpo llano de la chica. Sus manos bajaron hasta la cintura de ella, mientras que los brazos de la aludida se afianzaron más al cuello del castaño, y el beso perdió todo ápice de ternura, dejando en auge, la lujuria y el deseo de ambos adolescentes.

Pero, como un cataclismo hormonal, el conciente de Charlotte se disparó por los cielos, haciendo que la respiración jadeante y deseosa de la muchacha, tratara de regularse, conforme se separaba de la rojiza y gruesa boca del quarterback.

—Estamos en la escuela. —dijo ella, mientras se agachaba a recojer el bolso que minutos antes había tirado.

— ¿Nos vemos después de clase?

—Nos vemos en clase, camina Hazza. —le dijo ella, mientras el castaño sonreía de lado y se acercaba a la parisina para, como tenazas de un cangrejo, apresara la cintura de la muchacha, atrayéndola a su costado.

TROUBLEMAKER - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora