Capítulo 12: Papeles arrugados y cosas difíciles de comprender

40 4 2
                                    


Nunca había sido una persona muy artística. De hecho, ni siquiera era capaz de dibujar una línea recta. Incluso haciendo uso de una regla. Esta incapacidad habría sido tan sólo una más de mis múltiples torpezas sin importancia, si no fuera porque en mi familia, todos eran grandes pintores y dibujantes. Bueno, quizá no todos, pero la mayoría. Mis abuelos maternos son los dos pintores muy reconocidos. Mi madre ilustraba libros para niños, y por eso las paredes de la casa en la que Roger y yo vivíamos cuando éramos pequeños estaban empapeladas de hadas, duendes y dragones de tiza y acuarela. Roger incluso había ganado unos cuantos concursos de dibujo infantil cuando era lo suficientemente pequeño para que el mero hecho de que pudiera usar un lápiz resultara francamente impresionable. Incluso la semana pasada, una de las enfermeras del hospital de Roger me había apartado para decirme que los trabajos que mi hermano había hecho en clase de manualidades habían quedado tan bien que el personal del hospital quería pedirme permiso para colgarlos de las paredes. Yo había estado a punto de preguntar por qué no le pedían permiso al mismo Roger, lo cual, a mi entender, tenía muchísimo más sentido que pedírselo a un imbécil cualquiera como yo. Pero, al final, no dije nada. Asumí que los cuerdos no les pedían permiso a los locos para hacer las cosas, fuera por la razón que fuera. Se limitaban a no hacerlo. Era algo así como una parte del contrato implícito para las relaciones entre cuerdos y locos. Esas eran relaciones que yo nunca había acabado de comprender. Y tampoco quería comprenderlas, en realidad. Así que daba igual.

Pero he comenzado a irme por las ramas. Estaba hablando de que soy un desastre en arte. Y ser un desastre en arte dentro de una familia de artistas es incluso más desastroso. Por esta razón, mi madre y mis abuelos tomaron algunas desesperadas medidas para intentar "remediar" de alguna forma mi situación. Cabe decir que fueron todas inútiles. Desde los libros de colorear que mi abuela me compraba todas las semanas hasta los moldes para hacer dibujos que mi abuelo insistía con regalarme en cada cumpleaños. Una vez, cuando tenía un poco más de seis años, mi madre tuvo la idea de llevarme al Museo de Arte Moderno de Nueva York. Al principio, no tenía ganas de ir. De hecho, mi madre tuvo que prácticamente llevarme a rastras. El asunto era que a mí no me gustaba demasiado el arte. Quizá mi madre tenía la esperanza de que, al hallarme allí, rodeado de todas esas obras, mi opinión cambiaría. Pero no creo que eso haya ocurrido. De hecho, lo primero que sentí al poner un pie en aquel museo fue confusión. Y es que siempre había creído que el arte estaba hecho para representar algo. Algo determinado y concreto. No importaba si ese algo era un árbol, una casa o un avión. Pero tenía que ser algo. ¿Cuál era el sentido si no? Quizá por eso fue tan grande mi desconcierto al descubrir que la mayoría de los cuadros que se encontraban allí no representaban ningún algo, ni determinado ni concreto. Se trataba de conjuntos de manchas, de remolinos de colores que no se parecían a nada que yo hubiera visto jamás en la realidad. Después de haber dedicado varios minutos a intentar inútilmente encontrarle forma aunque sólo fuera a uno de esos cuadros, me dejé vencer por la frustración.

-No entiendo- murmuré entre dientes.

-¿Qué es lo que no entiendes?- me preguntó mi madre dulcemente, volviéndose hacia mí.

-No entiendo lo que son- volví a murmurar. Mis ojos seguían escrutando las pinturas, como si la imagen que tanto estaba buscando fuera a aparecerse ante mí de un segundo al siguiente.

Mi madre se rió bajito. Cuando una persona muere, con el pasar de los años, uno se va olvidando lentamente de aquellos pequeños detalles de su personalidad. Pero a eso lo recuerdo bien. Ella siempre se reía bajito.

-Nadie entiende lo que son- comentó. No me estaba mirando a mí. Parecía estar mirando más allá. Mucho más allá- Algunos juegan a adivinarlo. Pero, en el fondo, nadie lo entiende realmente.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 10, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora