Jongin saboreaba su café tranquilamente en su casa, la luz del día brillaba tras las ventanas de su cocina que permanecían casi cerradas, mientras acariciaba a su gato que estaba sobre su regazo.
-Pequeño, ve y busca mi pulsera, me la he dejado en la mesilla, hace un día estupendo. – Sonrió - El gato bajó de su regazo y fue en busca de la pulsera que estaba sobre la mesita de noche de la habitación de su dueño como le había indicado y se la llevó. -Gracias pequeño.
Tomó un sorbo de su café y sonrió de nuevo, si había algo que amaba Jongin, era el olor y sabor de un buen café recién hecho, era debilidad lo que sentía por esa bebida, pero no probaba cualquier café, tenía que ser de calidad.
Desde hacía unos días habían abierto una cafetería en la calle contigua de su edificio, desde su casa le llegaba el aroma y era delicioso pero cuando salía a la calle ese aroma que desprendía la cafetería lo envolvía por completo, no conocía quién era la persona que preparaba ese café pero desde luego tenía que ser un maestro, un auténtico barista, un profesional especializado en el café de calidad, le encantaba esas personas que amaban el café y creaban diferentes bebidas y presentaciones basadas en él, era arte puro para él.
Tendría que visitar esa nueva cafetería lo antes posible, ahora tenía que ponerse en marcha, ya casi era la hora de abrir la tienda de antigüedades que regentaba, no muy lejos de donde vivía desde hacía dos años que se había trasladado desde Japón a Corea, aunque él era coreano había estado viviendo por 10 años en el país del sol naciente, Japón, y es donde comenzó a amar el mundo de las antigüedades debido a que un familiar de su padre tenía una tienda también, con el paso de los años decidió volver a su país al que había añorado esos años, ahora con 24 años, estaba orgulloso de poder lleva una tienda en su país y que tuviera cierto prestigio.
Por esa parte era feliz en el mundo laboral porque todo le iba bien, mientras en la parte amorosa, aunque era un chico alto y bien parecido, con buen carácter e inteligente, no quería o más bien, no debía estar con nadie hasta que no encontrara a la persona que era para él, al indicado, no podía exponerse tan fácilmente e ir contando su secreto a cualquiera, podía ser peligroso, tenía que confiar en esa persona, aunque también le preocupaba si la encontraba porque podría ponerla en peligro, la verdad es que era complicado para él esa situación, querer encontrar a la persona amada y tener miedo de encontrarla porque le puedan hacer daño, tenía sentimientos encontrados al respecto.
Kyungsoo estaba estresado por el mucho trabajo que tenía estos días pero a la vez lleno de felicidad de lo bien que iba su cafetería en el poco tiempo que llevaba abierta.
Había dado su mayor esfuerzo y perdido muchas horas de sueño en los últimos años estudiando y trabajando en dos cafeterías a la vez, para poder lograr su sueño, que ahora se había convertido en una realidad, tener su cafetería propia a los 25 años de edad.
Ni siquiera había tenido mucho tiempo para las amistades, aunque tenía dos buenos amigos, y para el amor tampoco había tenido demasiado tiempo, solo tuvo una pareja y lo abandonó porque Kyungsoo no tenía mucho tiempo libre.
Ya aparecería una persona especial para él, eso es lo que pensaba el barista, ahora toda su atención se la llevaba la cafetería, tenía que conseguir clientela fiel y que corriera la voz para que todo su esfuerzo hubiera valido la pena y tener más calma en la vida.
Era poco tiempo que llevaba abierta la cafetería pero había sido bien acogida en el barrio, allí no solo preparaba distintos tipos de café sino también deliciosos dulces para acompañar a la bebida, eran dulces hechos por él mismo, no precocinados como las que servían en las cadenas de franquicias, lo suyo era elaborado y creados por él.
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Café con Aroma de KyungSoo (KaiSoo)
Hayran KurguJongin ama el buen café y saborearlo con calma, tampoco es una persona con prisas, es un tipo bastante tranquilo, con una vida solitaria, no tenía muchas amistades desde que vivía en Corea hacía dos años por un secreto que no podía desvelar a cualqu...