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Se estiró de brazos una vez despertó, le dolía el cuello. Había dormido casi toda la tarde en una posición muy incómoda. Una vez sentado en la cama, estiró sus brazos una vez más lo mas alto que pudo, encorvando su espalda y estirando sus pies al mismo tiempo.
Echó un vistazo al reloj y se dio cuenta que eran las 7:22 pm, ya estaba oscuro y las únicas luces prendidas en toda la casa eran la de su celular y el foco led de su computadora.
Una vez se despejó, tallando sus ojos y bostezando reiteradas veces, se paró de su cama y a tientas prendió la luz de su habitación para seguidamente hacerlo con el pasillo del baño. Tenía pensado ir de compras por la mañana, pero por desgracia, su madre no había dejado comida en el refrigerador, solo unas verduras, latas y algunas carnes frías, tenía mucha pereza cocinar a esta hora así que se dirigió a su habitación sin nada más que hacer se alistarse para ir por algo de comida al supermercado.
Una vez se puso sus tenis blancos converse, su camiseta polo negra y sus jeans mezclilla, tomó su celular y marcó a un taxi. Si, iría en taxi, nuevamente recordó que no tenía licencia de conducir o un auto. Bien podría tomar el auto de sus padres, pero eso sería un error, sin tomar en cuenta las palabras de su madre que se repetían en su mente una y otra vez, "No te metas en problemas", le había quedado más que claro.
Una vez llamó al taxista, este aparcó en la cera del frente de su casa. Jungkook tomó su billetera y caminó con ella rumbo al taxi.

- Buenas noches. - Saludó el taxista.

- Buenas noches. Al supermercado Hongdae por favor. - Contestó amablemente.

- Muy bien.

Una vez dijo su destino, el chofer se dirigió a dicho lugar. Seoul de noche era simplemente hermosa, una ciudad con calles alumbradas por los carteles de publicidad, la gente caminando con destino a sus casas o trabajos. Todo era muy lindo de noche, a excepción de los asaltantes, quienes sólo buscaban a una víctima con algo de valor para tomar sus pertenencias. Aún no entendía el por qué la gente hacia esto, existían miles de trabajos, otros ni siquiera necesitaban de estudiar profesionalmente para poder obtenerlos, pero así era el mundo, las personas siempre les ha gustado el camino fácil.
Asomando su cabeza por la ventana se dio cuenta que faltaban sólo unos cuantos metros para llegar, había sido un trayecto un tanto corto, pues si, él vivía cerca del supermercado por la simple razón de que no le gustaba perder el tiempo en horas y horas de trayecto.
Su madre había decidido vivir en uno de los lugares más seguros y caros de Seoul, así era su madre, le encantaba las cosas extravagantes, además desde el primer momento el lugar se vio prometedor, con la universidad, el trabajo, el supermercado y la gasolinera cerca de su casa.

Una vez llegó a su destino, Jungkook pagó al taxista a quien le dio las gracias para seguidamente recibir lo mismo de su parte. Estaba parado frente a la tienda, aún no tenía idea que comprar, su mamá le había prohibido comprar pizza congelada o cualquier otra comida chatarra. Pero en estos momentos su madre no estaba, ella no se iba a enterar, por qué no comprar un par de suministros congelados, era comida a fin de cuentas.
Una vez dentro de la tienda, tomó un canasto y prosiguió a recorrer los pasillos, la tienda no era muy grande, pues al dueño de ella no le gustaba tener tanta mercancía, tenía miedo de ser robado y no poder recuperar tanta mercancía. En parte era inteligente y en otra parte estúpido, inteligente por ser una buena táctica en contra del robo y estúpido por creer que pueden robarle en un lugar como éste, con tanta seguridad que podrías pasear con dos mil dólares en tu mano y nadie te asaltaría. Bueno, por lo menos es lo que pensó, nunca le ha pasado algo así, por lo que dudaba que le sucediera a alguien más.

Pizza, pollo, tocino, papas, refresco, todo era comida así que no tenía nada de malo. Pero si ya estaba cerca del pasillo, ¿por qué no aprovechar?. Avanzó hasta el hermoso pasillo de las frituras, tomó seis bolsas de papas de distintas presentaciones. Guió su vista más adelante y tomó unos malvaviscos con relleno de fresa, dos bolsas de chocolates confitados, y por último, un pequeño paquete de chicles sabor sandía. Solo eso llevaría, claro eso y un bote de helado napolitano, dos refrescos y un par de cervezas. Si, le había prometido a su mamá el no beber alcohol, pero eran solo dos, como bien decían, una no es ninguna y dos, dos no es la gran cosa. No es que le gustara mucho el alcohol, de echo aborrecía ciertos tipos de cerveza, pero esta no era cualquier cerveza, tenía su refresco favorito combinado.
Se dirigió a la caja número 5 a pagar por sus "alimentos". Un chico lo atendió, le llamó un poco la atención la apariencia del chico, se veía muy joven y no lo había visto antes por aquí.

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