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Las manos de Jungkook se sostenían fuertemente de la prenda del mayor, apretaba la camisa, arrugándola a su paso. Mientras tanto, Jimin conducía a una velocidad para nada segura, en ese momento, el coraje se sostenía por encima de la responsabilidad y prudencia, Jimin siempre fue un conductor responsable, sin embargo ahora su cabeza estaba tan obstruida por pensamientos negativos que casi podría estar seguro que estaba haciendo todo inconscientemente.

- J-jimin, creo que vas muy rápido. – Murmuró Jungkook.

Las gruesas venas en los brazos de Jimin comenzaban a marcarse, sus manos controlaban el acelerador en la motocicleta, el cual estaba siendo presionado con fuerza.

- Jimin. – Llamó de nuevo, encontrando la nula atención del mayor.

La aguja del marcador chocaba hasta la otra punta del kilometraje, Jimin esquivaba las grietas de la carretera,había llegado hasta un lugar lo suficientemente apartado de la ciudad, el cual a pesar de ser parte de Seoul, Jungkook nunca en su vida había visto. Un túnel estaba por encima de ambos, como las fluorescentes luces iluminando el camino.

- ¡Joder Jimin, para de una vez!. – Gritó Jungkook, haciendo que el que mencionado bajara la velocidad, frenando casi de golpe a una de las orillas en la carretera.

- ¡¿Qué te pasa?, pudimos haber chocado!. – Jungkook gritó eufórico, denotaba molestia en su voz pero sus manos seguían sin parar de temblar.

- No te pasará nada mientras estés junto a mí. – Respondió Jimin, arrugando sus labios y bajando su mirada. - No dejaría que nada malo te pase.

- Lo sé. – El labio inferior de Jungkook tembló, haciendo que éste lo mordiera y seguidamente masajeara su sien con su mano derecha. - Quiero ir a casa. – Pidió con una mirada apagada.

- Sube. – Ordenó Jimin, haciendo que Jungkook montara la motocicleta y acelerando una vez éste se encontraba arriba.

Sin palabras, sin miradas, sin roces, sin ningún contacto que no fuese más allá de sostenerse para no caer de la motocicleta. Jungkook no estaba disfrutando para nada el viaje como normalmente lo hacía, ahora se sentía frío y la presión de su pecho no ayudaba en nada a la situación por la que estaban pasando. Los semáforos se sentían una eternidad a pesar de no durar mas de cinco minutos, el ruido de la ciudad resultaba molesto,y lo que Jungkook quería es llegar pronto a casa.

Finalmente llegaron a la residencia. Jungkook bajó torpemente de la motocicleta, balanceándose y haciendo que el mayor lograra sostenerlo con su brazo.

- Me voy, nos vemos. – Se despidió Jimin, encendiendo la motocicleta para poder marcharse lo antes posible, no se sentía nada bien y estar a tan altas horas de la noche por la calle, no llevaría nada bueno.

- Espera. – Jungkook lo detuvo, jalando su brazo e impidiendo su marcha. - Aún no te vayas. Quédate un poco más, necesito hablar contigo, por favor. – Pidió gentilmente, arrugando sus labios.

Jimin apagó la motocicleta, echó su cabello hacia atrás y llevo su mano derecha a su barbilla masajenado y  lastimando la herida de su labio, poco le importaba, pues ahora su cabeza se centraba en otro tema.

- Además, debo curarte esas heridas. Estas mal Jimin, no quiero que por mi culpa te pase algo. – Decía Jungkook, dandole una mirada suplicante.

- De acuerdo. – No podía decir que no, Jungkook era su punto débil y el menor sabía como hacerlo cambiar de opinión con una simple mirada.

Ambos se adentraron a la casa, sabían que ambos se debían cientos de palabras que se quedaban atoradas con cada momento de incómodo silencio que se generaba. Inmediatamente Jungkook fue en busca de un botiquín médico, su mamá siempre guardaba uno en el interior de los cajones del baño de sus padres, lo utilizaba de vez en cuando, cuando al papá de Jungkook se le ocurría cocinar o a su mamá se le daba por tejer, siempre solían lastimarse. Llegó hasta el cajón, lo abrió mostrando su contenido y ahí estaba, un maletín pequeño con un signo de cruz al frente, lo tomó dirigiéndose con él a donde el mayor se encontraba.

BabyLand🍼[지국]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora