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Recargué mis manos sobre mis rodillas mientras respiraba y pensaba en todo lo que acababa de ocurrir.

Al levantar la vista me di cuenta de que había muchísimas personas frente a mí, sentadas en los largos asientos.

– ¡Por favor, ayúdame! –empecé a gritar para llamar su atención– ¡Hay unas personas que intentan asesinarme! ¡Y ya mataron a mis dos amigos! ¡Están del otro lado de la puerta! –pero las personas ni siguiera me miraban... Como si yo no existiera... Como si yo no estuviera ahí. Caminé hasta situarme frente a uno de ellos y moví mi mano justo delante de sus ojos. Ni siquiera reaccionaba. Di unos pasos hacia atrás sorprendida y los miré a todos.

– No dejas de sorprenderme. –di un pequeño salto al momento que giraba mi cabeza hacia él.

– ¿Qué es este lugar? –movió su cabeza ligeramente como si esperara que yo respondiera a mi propia pregunta, después reaccioné– ¿Cómo...? –lo miré con el entrecejo fruncido.

...entraste?

Si te soy sincero –continuó como si yo no hubiera hablado– creí que morirías en el choque... Nadie ha logrado si quiera llegar a la iglesia. –busqué a mi alrededor intentando encontrar el lugar por el que él había entrado. Vi una ventana cerrada pero sin seguro. Corrí hacia una pequeña silla en donde solían sentarse los monaguillo y me subí en ésta para poder alcanzar la ventana.

– Impresionante, sólo te tomó 4 minutos encontrar una ruta de escape... –empujé la ventana hacia afuera haciendo que se abriera–. Aunque tal vez debiste tomarte 5 minutos. –me asomé; una sensación de vértigo me inundó. El suelo estaba al menos a unos 30 metros de altura, no podía salir  y obviamente él no pudo entrar por ahí. Bajé de la silla aún mareada. Volteé a verlo.

– ¿Tú...? –empecé mi pregunta pero un fuerte ruido me interrumpió. Las personas de piel oscura habían abierto otra puerta la cual yo no había notado. Corrí hacia el hombre mayor e intenté rodearlo para salir por la puerta que yo había bloqueado pero me tomó del brazo con fuerza. Antes de que me hiciera darle la espalda a la puerta me di cuenta de que ya no estaba bloqueada.

– El que no intente matarte no significa que te dejaré vivir. –dijo obligándome a verlo.

– ¿Si muero aquí...? –me empujó con fuerza hacia las puertas las cuales se abrieron dejándome caer al suelo.

La mujer de piel oscura apareció detrás de él. Era realmente hermosa pero no pensaba decírselo si planeaba asesinarme. Su cabello era blanco con rastas y sus ojos eran de un café intenso. En sus manos tenía un arma que figuraba ser tres garras que salían de sus nudillos. El que parecía su hermano lucía exactamente igual pero con el pecho descubierto mostrando unos tatuajes un poco más oscuros que él. Las armas que él tenía en sus manos eran aquellas curveadas y con filo que había visto anteriormente. Tragué saliva y arrastré mi trasero intentando alejarme de ellos pero sin perderlos de vista. La mujer soltó un grito mientras levantaba su puño sobre su cabeza y dejaba caer las garras en mi dirección. Me giré de lado logrando evitar el impacto. El hombre de piel oscura me dio una patada en la cara nublando mi vista por completo. Un intenso dolor recorrió mi rostro. La mujer me volvió a acostar  boca arriba y enterró su arma en mi hombro.

Abrí los ojos como platos al mismo tiempo que soltaba un desgarrador grito

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Abrí los ojos como platos al mismo tiempo que soltaba un desgarrador grito. Siguieron cortándome y golpeándome hasta que me vieron medio muerta.

Con las pocas fuerzas que me quedaban me puse de pie y caminé hacia la salida de la iglesia. El hombre blanco puso cara de ¿es enserio? ¿nunca te das por vencida?

Al abrir la enorme puerta de madera caí al suelo y al levantar la vista me di cuenta de que había un carro el cual yo conocía bastante bien

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Al abrir la enorme puerta de madera caí al suelo y al levantar la vista me di cuenta de que había un carro el cual yo conocía bastante bien. Mi padre salió del asiento del conductor y corrió directamente hacia mí.

– ¡Papá! –me ayudó a levantarme y me abrazó con fuerza lastimándome– ¡Tenemos que irnos! –asintió cargándome y llevándome al auto. Me subió al asiento trasero.

– ¿Pero qué te pasó? –preguntó mi madre mirándome horrorizada.

– ¡Arranca! –. Le grité a mi padre ignorándola a ella. De repente la puerta del piloto se abrió y mi padre fue sacado a la fuerza por el hombre de piel oscura. A continuación se escuchó un fuerte ruido frente a mí que me hizo cubrirme la cabeza por instinto. La ventana de la puerta del copiloto había sido rota. La cabeza de mi madre cayó de lado sobre el asiento del piloto.

– ¡No! –. Mis ojos se llenaron de lágrimas.

Esto no es real. Esto no es real.

Unos pequeños golpes me sacaron del shock. Volteé hacia mi lado derecho y vi al hombre blanco ligeramente inclinado sobre la ventana para poder hacer contacto visual conmigo.

– No lo hagas más difícil y sal de una vez.

Tragué saliva y lentamente abrí la puerta. La mujer caminó hacia mi decidía a arrancarme la cabeza.

– Espera –pedí. El hombre levantó las cejas ligeramente–. Hazlo tú.

– ¿Por qué? –. Me miró sin entender.

– Por favor. –dije con sarcasmo. Sonrió mostrándome los dientes por primera vez dando un paso hacia delante para quedar más cerca de mí.

– No dejes de sorprenderme. –el hombre negro le extendió una de sus armas, él la tomó con una de sus manos, yo levanté el mentón indicándole cómo quería que me matara. Inhalé profundo antes de que deslizara la afilada arma sobre mi garganta.

Misty ~PAUSADA por el momento ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora