8

85 13 0
                                    

Miré a mi alrededor.

– ¿Te incomodan? –preguntó.

– Tú te sentirías cómodo estando rodeado de gente que te quiere matar. –sonrió mostrándome los dientes.

– ¿Estarías más cómoda rodeada de nada? –. De repente todo mi alrededor se volvió blanco, sólo quedábamos él y yo. Como si estuviéramos en una enorme caja vacía, pero ni siquiera podía decir de que tamaño era ésta.

– ¿Pero qué...?

– Permíteme presentarme. Soy Somniabunt.

– ¿Somniabunt? –dejé de mirar a mi alrededor para verlo a él– ¿qué clase de nombre es ese?

– ¿Qué te dijeron de mí? –ignoró por completo mi pregunta.

– Que eres un psicópata que ha matado a muchas personas, ¿seré yo la siguiente? –pregunté sin mostrar el miedo que sentía por oír su respuesta.

– Oh, Miranda, aún no lo entiendes... –dijo como si estuviera decepcionado.

– ¿Cómo sabes mi verdadero nombre?

– Te investigué, así como tú a mí.

– Ok... No quiero que me amenaces ni nada por el... –soltó una carcajada.

– No quiero amenazarte, quiero reclutarte.

– ¿Qué?

– Tú llegaste más lejos de lo que nadie jamás pudo en La Iglesia.

– Me ayudaste... Con lo del arco...

Nadie jamás había llegado si quiera a la puerta del lugar... Además, tú... siendo una niña, me interesa mucho que trabajes conmigo y me ayudes a completar mi propósito.

– ¿Cuál propósito?

– Lograr hacer el paraíso –dijo estirando sus brazos hacia los lados. De repente el blanco alrededor fue sustituido por un lugar lleno de árboles, el cielo de un hermoso tono azul, un doble arco iris, surrealista pero hermoso–. Es precioso, ¿no es así? –salí de mi trance para verlo de nuevo–. Pero para que las personas puedan estar aquí deben dejar el mundo real para siempre.

– ¿Por qué quieres que te ayu...? –entonces me di cuenta–. Estás solo.

– ¿Qué?

– ¿No crees que soy un poco menor para ti? –me burlé.

– En primer lugar –dio un paso hacia mí–, no estoy sólo, en segundo lugar –dio otro paso–, no me interesas sexualmente, en tercer lugar –mientras él hablaba yo intentaba enviarle un mensaje (o cientos) de ayuda a los que me habían metido de nuevo a aquel lugar–, puede que luzca así pero no soy un anciano –cambió su aspecto físico a la de un hombre moreno, con cabello largo por debajo de los hombros, de unos treinta años y realmente atractivo–, y en cuarto lugar, ellos no podrán encontrarte aquí –detuve todo lo que estaba haciendo–. Estás en mi territorio, no puedes hacer nada a escondidas –inclinó su rostro al mío–  si quiero que te rastreen te van a rastrear, si no lo deseo quedarás perdida para ellos hasta que yo cambie de opinión.

¿En qué me he metido?

– No te voy a ayudar a matar a cientos de personas, en cambio, voy a detenerte... Voy a encontrarte y te van a atrapar en donde sea que estés jugando esto. –sonrió con arrogancia.

Donde sea es una probabilidad muy amplia, ¿no te parece? –cerré los ojos intentando concentrarme en encontrar su IP pero me era imposible, y eso nunca había pasado.

– Basta de ponerte en ridículo –volví a abrirlos. Intenté salir del juego pero tampoco pude–. Vamos a hacer algo, ¿sí?

Contigo en ese aspecto haría lo que sea.
¡Maldita sea, Miranda! me regañé internamente– ¡Concéntrate y deja de pensar esas cosas! Ni siquiera sabes como es en realidad, podría ser un gordo cincuentón con granos en la cara, o en otros lados del cuerpo...

– Juega unos niveles.

– ¿Qué? –lo miré saliendo de mis pensamientos.

– Quiero que juegues unos niveles, lograste llegar bastante lejos en La Iglesia, quiero ver cómo te iría en los otros. –no me estaba preguntando, me estaba diciendo que me iba a obligar a jugar sus estúpidos niveles.

– Con una condición –asintió lentamente con la cabeza dándome a entender que escucharía lo que fuese a decir–. Quiero que contestes preguntas que tengo para ti. –sonrió de lado.

– Una pregunta por cada nivel que logres superar. Además, si fallas en la misión de uno de esos niveles morirás... Al menos tu cuerpo físico. Y te quedarás aquí para siempre. –estiró una mano hacia mí esperando que la estrechara.

No me va a dar una mejor oferta. ¿En qué me metí? ¿En qué me metí? ¿En qué me metí?

Estiré mi mano hacia la suya y la estreché cerrando el trato.

Misty ~PAUSADA por el momento ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora