03.- Por un bien mayor

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Había algo desesperante en esta situación que vivían Harry y Severus, y fue Severus quien notó que era. No se conocían. No en realidad. Él podría haber visto por el adolescente por siete años, pero fuera de algunas ocasionales "diferencias de opinión" (o peleas monumentales, como quiera verse), no sabían mucho uno del otro. No es que Severus buscará una mejor comprensión de la persona con la que estaría vinculada de por vida gracias al pequeño bebé que estaba creciendo en el chico, sino que sería absurdo a futuro el decirle a su hijo o hija "pues no sé nada de tu otro padre".

Había pasado una semana desde el ataque a su casa y Severus ahora estaba completamente recuperado de sus heridas y se encontraba muy aburrido en Grimmauld Place. Tan aburrido que empezó a pensar en cosas que jamás tuvo la oportunidad de pensar.

Uno, si realmente quería seguir siendo maestro en Hogwarts. No era su ideal de carrera, era cierto, pero le había dado alguna que otra satisfacción, aunque siendo honestos, él quería ser maestro de DCAO más que nada, aun cuando el puesto estuviera "maldito". Él tenía, después de todo, conocimiento de primera mano de las peores artes oscuras y conocía perfectamente sus contra-hechizos de la gran mayoría de maldiciones, así como de pociones que eran capaces de ayudar a paliar los efectos de algunas que no tenían contra-hechizos.

Dos, la epifanía de que él no era como su padre. Era vengativo, odioso, un ego tan grande como una casa, una incapacidad de entender los problemas adolescentes típicos y en general, un carácter endemoniadamente difícil, pero en ningún momento, jamás, pensó en castigar físicamente a alguno de los idiotas que tenía por alumnos, ni siquiera al desastre de Longbottom. Su padre nunca hubiera dudado un solo segundo en golpear hasta el cansancio a un niño, él ni siquiera lo considero una sola vez.

Por último, a pesar de la forma en que fue concebido su hijo o hija, él quería estar ahí, quería ser parte de la vida de su hijo. Su madre, que en paz descanse, no había sido tampoco la madre ideal, había permitido a su padre golpearlo y humillarlo hasta el cansancio. La situación de su madre era 10 veces peor que la suya, así que cuando tuvo esos problemas con los merodeadores, no tuvo a nadie a quién acudir, su jefe de casa solo favorecía a los "listos y guapos" e ignoraba al resto, y Minerva McGonagall era tan parcial con sus leones como lo era Dumbledore, así que básicamente se hizo a sí mismo. Su hijo no tendría ese problema, él procuraría estar ahí, como un faro para su pequeño.

Pero para hacer eso último, debía estar de acuerdo con el Gryffindor sobre el bebé, y dudaba que estuviera receptivo, a menos que se hicieran... amigos. La pregunta era sí podrían hacerlo, teniendo en cuenta lo que paso entre ellos dos.

Si Severus hubiera puesto atención a algo más que a sus pensamientos, hubiera notado que Harry había empezado a dar pasos hacía él, hacía una amistad tentativa, o al menos un trato más civilizado entre ellos dos. Empezó muy sutilmente, Harry colocaba la mesa para las comidas mientras Sirius cocinaba y ponía énfasis en colocar el lugar de Severus tal como a él le gustaba. O llevaba una taza de té para el pocionista cuando leía en la biblioteca, procuraba que Kreacher y Dobby pusieran las cosas de Severus sin que él tuviera que solicitar servicio... pequeñas cosas que el pocionista en su ensimismamiento no había notado.

Y Harry estaba terriblemente frustrado por eso.

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—Sirius, ¿Cómo te sientes en realidad con esto? —Harry y Sirius estaban platicando con un té en la noche, luego de la última reunión de la Orden, Dumbledore había respetado el deseo de Harry de retrasar en lo posible el anuncio de su embarazo, Severus había recibido la orden de elaborar "ciertas" pociones para los miembros de la Orden cuando salían a misiones.

—¿Sobre qué exactamente, sobre que Quejicus viva aquí o sobre el bebé? —.

—Sobre todo Sirius, por una vez, hazle honor a tu nombre—.

Un Plan DesesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora