XV

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Habían pasado un par de días después de mi salida del hospital, Yoongi y yo estábamos "bien", hace ya tres semanas que no habíamos tenido sexo después de aquella paliza que me propinó y creo que eso era lo que más le cabreaba.
Estos días habían sido un alivio, al menos Yoongi no estaba gritando de un lado para otro pateando todo lo que se encontrara por enfrente de el.

—Extrañas lo que eran antes¿cierto? —Dijo Jin sentándose conmigo en el sofá.

—Mentiría si te dijera que no, lo cierto es que he descansado estos días.

—El no, Yeol, lo escucho llorar todas las noches en la habitación pero cuando le pregunto él no me dice nada.

Suspiré, él siempre había sido reservado con eso y más si se trataba de su trastorno.

—¿Te irás con Taehyung? —Preguntó el castaño.

—En realidad, Jin —Dije— No lo sé, no se si pertenezco donde él o donde Yoongi.

—Tu no debes pertenecer a ninguno de los dos. —Sonrió de lado— Te perteneces a ti misma, Yeol.

Sí, quizás tenía razón pero mi falta de alguien de género masculino desde chica me ha hecho buscar a ese alguien, que llene ese vacío paterno.

No sabía si era Yoongi o si era Tae.

—Sé que Yoongi te ha hecho mucho daño, Yeol —Añadió Jin— Pero qué tal y le das una segunda oportunidad.

—Jin —Dije confundida— Le he dado más de una oportunidad, lo sabes.

—Lo sé pero qué tal y esta es la última.

Todos nos equivocamos, Yoongi lo ha hecho, puede ser que Jin tenga razón y deba darle otra oportunidad.

—Quizás deba hablar con él.

[...]

Eran eso de las cuatro con treinta de la tarde, Yoongi aún no llegaba y yo seguía sentada en el salón esperando por él.

La puerta se abrió, era él, tenía una cara de pocos amigos y un montón de moretones la adornaban. Bajé la mirada en cuanto la suya se conectó con la mía.

—Yeol, debemos hablar.

Debemos hablar, las dos palabras que nunca ninguna chica quisiera escuchar, solo hay dos opciones: o pasará algo bueno o algo malo y con Yoongi ya no sé.

—Lo siento ¿bien? —Chasqueó la lengua —Esto es una jodida mierda, lo arruiné todo, de verdad, perdón.

—Que bueno que te has dado cuenta lo imbécil que has sido. —Sollocé— No sé si deba creerte o no.

—Hazlo, confía en mi —Se sentó a mi lado— Tengamos una cita ¿Si se llama así, no?

Vaya, me sorprendió tanto lo que dijo que mis ojos se abrieron de par en par y es que era cierto, él y yo no habíamos tenido ni una cita normal desde que comenzó "nuestra relación" el solo hecho me emocionó de sobre manera, sin embargo, no sabía si estaba haciendo bien o mal, no tenía un buen presentimiento de todo esto.

—Bien —Dije— Tendremos una cita.

Y aún sin mirarle pude darme cuenta de que estaba sonriendo al igual que yo.

[...]

Ya eran las ocho de la noche y ambos estábamos listos para ir a nuestra cita, iríamos al centro comercial a hacer las típicas cosas de pareja: café, cine y compras. 

т r o υ в l e м a ĸ e r ѕ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora