Capítulo VIII

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Capítulo VII: ¿Playa?

Corro por los pasillos de la escuela en busca de Kate, luego de salir de la cafetería de ese modo no la iba a dejar sola. Esta chica podría llegar a ser un tanto predecible, puesto que por eso me dirijo hacia la parte de atrás de las grada.

Escucho algunos sollozos cuando estoy a punto de llegar a las gradas. Mis pecho se oprime y mi corazón se aprieta al escuchar y ver que provienen de mi Katie. Ella no merece esto, ella no debería estar sufriendo por esto.

Me acerco lentamente hacia ella, me siento a su lado y la abrazo. Ella en verdad me necesita ahora, pero los que más me preocupa es que jamás había llorado por una situación así con Nate. Generamente era como:

-Hey, mira eso. -señalo la dirección bochornosa donde se encuentra Nate. La dos nos observamos y nos hecha los a reír.

-Agh, hay que se vaya de puto con otra. -nos reíamos como focas retrasadas hasta olvidarlo.

Pero, esta vez es diferente. Algo me dice que es mucho más diferente.

-Hey, ¿Qué sucede? ¿Porqué todo eso de allá? -digo refiriéndome a lo que acaba de pasar minutos atrás.

Ella permite que la abrace y se permite mojar mi camiseta con sus lágrimas, -Estoy cansada, Al.

-¿Cansade de qué, cariño? -ella niega con la cabeza repetidas veces.

-De fingir, de no poder decir libremente mis sentimientos. De no tener la confianza suficiente en mi misma para caminar hacia tu estúpido hermano y decirle que lo quiero, que me gusta y que me ha gustado desde cuarto grado. -ahora me siento mal. Me siento mal por ella.

-Cariño, él es un idiota que no se dá cuenta. Pero, no te culpo. Yo tampoco podría hacer eso con alguien. -ella me observa con las ojos cristalizados y con el dorso de su mano limpia algunas lágrimas que corren por su mejilla.

-¿Porqué no puedo ser fuerte, Al? ¿Porqué no puedo ser como Malena? ¿Porqué no consigo llamar su atención? -oh, no. Kate nunca ha sido de las personas que lamentan no tener un cuerpo perfecto, y que lo haga ahora, no, eso no.

-¿Estás escuchándote? Eres hermosa Katie, mi hermano es un idiota que no se da cuenta. -ella tarta de sonreír pero en lugar de eso, su rostro crea una mueca.

-Lo lamento.

-¿Qué?

-Lamento comportarme de esa forma tan infantil en la cafetería. Solo...últimamente las cosas en casa han estado tensas y yo, y-yo no puedo con tanta presión. -la abrazo fuertemente. No obstante, el abrazo es cálido y lleno de cariño por parte de las dos.

-No te preocupes, cuando estés lista para hablar o quieras hablar con alguie, sabes que estoy aquí. Siempre estaré ahí para tí, Katie. -ella asiente.

Nos quedamos en silencio. Ninguna de las dos dice nada, no mencionamos nada. Estamos cómodas, y ahora lamento no haberme dado cuenta que Kate no estaba bien. Que la estaba pasando mal y yo, siendo su mejor amiga, no pude hacer nada.

Escuchamos como el timbre de entrada indica que la hora del almuerzo a terminado y nos encaminamos hacia el salón. Por suerte nuestra, nos toca sociales.

×××

Son las 3:30 y Nat, Kate y yo nos encontramos en los sillones de mi sala viendo una película con tres potes de helado, palomitas, m&m's y sodas.

-¡Sí, bitches! -el grito de Nate nos hace sobresaltar, apesar de que esté en la planta de arriba, lo escuchamos.

-¡Cállate, Nate! -gritamos las tres al unísono. Para mi mala suerte, Nate no quiso salir de casa. Se opuso a irse y no pude hacer nada al respecto. Kate se molestó un poco pero luego aceptó que era su casa y que viéramos una película.

Cayéndo por ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora