Propuesta

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Los días pasaban, por más que la familia de tratará de convencerlo de que estaba mal lo que hacía, no había marcha atrás, estaba locamente enamorado del japonés.

El japonés había planeado una cita para por fin hacer su relación oficial, lo llevaría a visitar algunos lugares de la ciudad que se le habían hecho agradables, además que la ciudad de estaba preparando para recibir la navidad y los personajes de películas se hicieron presentes por las calles para que se tomarán fotos con ellos.

El japonés lo cito en su casa está vez, tenía algo planeado para el chico.

El mexicano llegó a la calle y pudo apreciar las luces navideñas que empezaban a decorar algunas casas, por curiosidad vio el lugar que alguna vez lo había llamado hogar y no habían decorado "qué raro" pensó.

Toco la puerta del japonés y sintió que alguien lo vigilaba, vio hacia atrás y se encontró a su prima, la chica quería acercarse pero sus piernas no se lo permitían. En su rostro se veía arrepentimiento, y dijo unas palabras, Miguel trato de leer los labios de su prima y pensó que había dicho un "lo siento", pero Hiro abrió la puerta lo cual capto la atención del mexicano y cuando volteó a ver si su prima seguía ahí, ya no la vio.

—¡Miguel! — hablo el japonés para captar su atención. —Pasa, Baymax quiso hacer chocolate caliente porque hace frío, ya sabes cómo es Baymax... ¿Pasa algo? — dijo el oriental al ver que el mexicano estaba algo distraído.

— Bueno... Ví a mi prima... Creo que está arrepentida... — dijo Miguel. — Oh... Vino el otro día a decirme que lo siente y que al final de cuentas eres su primo... — contó Hiro, a lo cual Miguel tubo una expresión de asombro. — Ella... Nos apoya... —

— Creo... Qué acepto la realidad... Al menos una ya está de nuestra parte — Miguel asintió.

— Tengan chocolate caliente, mantendrá sus cuerpos calientes y si van a salir tapense, podrían tener un resfriado — dijo Baymax entregándole a cada uno una humeante taza de chocolate.

— No me desactivare hasta que digan que están satisfechos con su cuidado — dijo Baymax. Hiro sonrió, Baymax ya lo había ayudado mucho los anteriores días con el regalo de Miguel, así que aún que fuera un robot el también debía descansar. — Estamos satisfechos con nuestro cuidado — dijo Hiro y Baymax desaparecio de la sala.

— Espera aquí — dijo Hiro dejando su taza de chocolate a un lado. — Te tengo un regalo muy especial — el japonés desapareció de la vista del mexicano, cuando apareció traía una hermosa guitarra. —¡Dios, Jiro... ! Eso debió costar mucho... Está hecha a mano... Con materiales de buena calidad... — dijo apreciando el instrumento. — No puedo aceptarla —.

— La hice yo... Bueno Baymax me ayudó un poco... Trate de hacerla de la forma artesanal sin ciencia, aún que me costó trabajo... Pero sabía que no la ibas a aceptar porque tú tocas con el corazón y no con las matemáticas o la ciencia así que... Tómala —

...

Los chicos habían partido a su encuentro romántico, viendo la ciudad, ya había pasado mínimo 2 meses desde que se conocieron, por qué ya iban a empezar las vacaciones de invierno, faltaba una semana mínimo para ello.

Hiro pensaba que era hora de dar el segundo paso, sin apresurarse mucho.

—¿Qué quieres ver? — dijo Hiro con amabilidad. — Podemos ir al zoológico, el otro día no pudimos entrar por el lago y otros lugares, podemos... ¿Si? — dijo Miguel en forma de súplica a lo que Hiro accedió.

Fueron al zoológico, una vez llegado al bosque, que era donde se encontraba aquel lugar agarrados de la mano caminaron, se veía una que otra persona que los veía mal, pero otros les daba igual.

Una vez dentro Miguel se asombraba por los distintos animales que habían ahí. —¡Mira! Son los lobos — decía a su "amigo llevándolo a la área donde se encontraba, y así se la llevó todo el recorrido.

La noche llego muy rápido para esta pareja que se divertía y por norma del zoológico tuvieron que irse. — No pudimos ver a los pandas — dijo algo desanimado. — Los pandas no van a ir a ningún lugar, venimos otro día ¿Te parece? — el mexicano asintió muy feliz por ello.

Fueron a donde habían dejado la motocicleta y como era la tarde-noche algunos adornos navideños empezaban a emitir luz, lo cual era mágico, el recorrido fue agradable lleno de luces.

Al final llegaron al pueblo, y una que otra casa ya estaba adornada, llegaron a la casa que rentaba Hiro. — Gracias Hiro... No sabes cuánto te quiero —

— No planee esto para que sea una cita del montón sabes... — el japonés tomo las manos del mexicano con las suyas. — Miguel... Te llevo conociendo muy poco tiempo pero eres un chico muy lindo, dulce y una gran persona que trata de hacer felices a los demás, y que a pesar de lo que la mayoría de tu familia piense, que estés conmigo, eso me hace muy afortunado—.

— Hiro... —

— Creo... Qué ya es tiempo de dar el siguiente paso... ¿Quieres... Quieres ser mi novio? — dijo Hiro, los ojos le brillaban y un color rojizo adornaban sus mejillas. —¡Si, si, claro que sí! — exclamó Miguel abrazando a su ahora novio.

En ese instante alguien salía de la casa, como si la mala suerte los persiguiera.

Havana (Hiroguel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora