Final

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Ha pasado una semana desde que Miguel Rivera había dejado su hogar en busca de que lo aceptarán, solo que en vez de una noche, se había ido una semana, su madre ya estaba preocupada por él, ya que un chico estuviera desaparecido tantos días daba señales para alarmarse.

El día que había desaparecido había sido un jueves, ya estaban a miércoles de la otra semana, ya era tarde al rededor de las seis, en esa época el cielo nocturno estaba a todo lo que daba, apenas se lograban ver las estrellas por la contaminación que había en aquella ciudad.

Hiro se había quedado con Luisa, para ayudarla a cuidar a su niña, y para ayudarla en la que de le ofreciera. — Mi niño... Todo estaría bien si tan solo hubieran aceptado que él... Jiro encerio no tienen pista de donde pueda estar... —

— Lo siento señora... Pero no... — decía el chico apenado, que estaba sentado al lado de ella picando un poco de fruta para hacerle la papilla a su hija. — Realmente yo no entiendo cómo te criticaron si... Si eres tan buena persona... Tú no hiciste nada malo para separarlo de nosotros... Jiro... — la señora estaba apunto de llorar, de nuevo. — Señora Rivera, si se siente más tranquila, puedo ir a ayudar... —

— Pero mañana entras al colegio... No estaría bien que te desvelaras... —

— Descuide... Estaré bien... Voy por Baymax para buscarlo... — el chico se despidió de la mujer, después de haber picado la fruta, de retiro.

Al salir a la calle se encontró a la abuela y tíos de su novio, hizo un gesto de desaprobación, no le agradaba mucho la idea de que ellos estuvieran ahí.

— Chico... — pero el japonés siguió su camino, tratando de ignorar a aquellas personas. — Se que nos hemos ganado tu odio, porque no tratamos de ganarnos tú cariño... — él chico no volteó a verlos, pero se había parado. — Chamaco... — hablo mamá Elena. — Te ví a ti y mi nieto en la plaza del mariachi, antes de que desapareciera... — Silencio. — He de admitir que los vi muy felices y... —

— No continue señora... Ya se lo que sigue, van a decir que aceptan la relación... Pero... ¿Para qué? — por fin les dirigió la mirada. — ¿Para qué aceptarla ahora? Él no está... Y no se donde pueda estar... — el japonés ya tenía lágrimas en sus ojos que amenazaban con salir. — No sé si lo vuelva a ver, pero no solo se sientan mal por mi, por Luisa... Si no lo encontramos... Le habrán quitado un hijo a una muy amable señora... Lo peor es que son su familia —.

...

Hiro trataba de encontrar a Miguel por el cielo, acercándose a personas que se parecían a el, pero no eran. "¿Dónde estarás?". Pensaba el chico asiático. Debía de pensar ahora, en donde se podría encontrar su novio.

— Podría estar en el bosque... Nadie a buscado ahí... — dijo Baymax como sugerencia, era cierto nadie había estado ahí, así que se dirigieron para allá, buscando alguna pista o algo.

— ¿Podría estar en el zoológico? El quería ver los pandas—

— No Baymax el zoológico lo cierran en la tarde... —

—¿Y qué tal en la librería? —

— Imposible... A él no le gustan los libros, además no creo que haya tocado el que le compré —

— Pero fue el lugar en donde le compraste su primer regalo... ¿No? — Hiro vio a Baymax. — Eres un genio... —

— Solo soy un robot, no un genio — el chico se fue a la librería, estaba buscando alguna pista o algo. — Miguel... Por favor dime qué estás por aquí... —

Por más que buscaba, el chico no lo encontraba. — Jiro... — fue lo que hizo que el japonés diera la vuelta, y ahí estaba el chico, parado frente a él, como si nada hubiera pasado, no importo mucho porque el japonés fue abrazar al chico. —¿Dónde estabas?— dijo entre lágrimas en el abrazo. — Perdón por no avisarte... Un amigo mío vive por aquí y bueno... No pensaba alejarme tanto tiempo —.

El japonés se separó del abrazo y le dió una cachetada. — ¡Me tenías preocupado, no solo a mí a tu mamá y papá, no vuelvas a hacer eso! — Hiro vio lo que el chico traía en sus manos izquierda, en donde estaba su pulsera porque la otra mano estaba acariciando su cachete por el golpe que le dió el japonés. — ¿Lo leíste? — hablo el japonés señalando el objeto que llevaba.

— Si, me gustó la historia... Por ese venía aquí todos los días... Recordaba la primera cita que tuvimos y cuando yo pensaba que esto era un mal regalo... —

— Luego me contarás todo... Hay que ir con tu mamá con tu familia... —

— No quiero ir... —

— Creeme que todo es diferente... O va a ser diferente... —

...

Los chicos habían regresado a la casa del mexicano, el cual fue recibido por un abrazo y un regaño de parte de su madre, pero estaba feliz, a su padre también le agradaba verlo.

— Miguel... — se escuchó que estaban los tíos y la abuela del chico. El mexicano volteo a ver a su familia. — Chamaco de que no nos perdonarás tan fácil, por como te tratamos... Vemos que estábamos mal... — Mamá Elena era la que estaba hablando. — Quiero que sepas que nos equivocamos y tal vez sea muy difícil que nos perdones... Pero somos familia y como dijeron ustedes... Siempre estaremos ahí para apoyarte... Apoyarlos... —









































Doy por concluida está historia, en el futuro haré otra historia de la misma pareja, pero primero acabaré otra historia que publique apenas y por eso lo hize ya que está historia la iba a concluir.

Nos vemos después.

Havana (Hiroguel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora