29

6 0 0
                                    

Andy.

Ella era preciosa. Se veía preciosa comiendo, y, aunque no estuviésemos hablando, para mí era suficiente verla ahí sentada.

De acuerdo, sé que suena apresurado, la conozco desde hace solo dos días, pero jamás sentí esto, cada vez que sonríe algo se mueve dentro de mí. Y no, no hablo que reacciones fisiológicas que tengan que ver con mis partes íntimas, no soy tan cochino. Me refiero a esas vibraciones que sientes en el corazón y en el estómago, de esas que te hacen decir y hacer estupideces todo el tiempo. 

También sé que no puedo decirle cómo me siento, me tomaría como un loco, o quizás como esos chicos que cambian de novia cada semana y no sienten tristeza al lastimar a una chica. Pero no soy así, es repugnante.

Quiero conocerla, que me conozca, tomarnos las cosas con calma.

Lento pero seguro.


Acababa de terminarme el sándwich, cuando Ellie me habló.

-Aún no he pedido permiso, ¿crees que pueda ir hoy a tu casa?

-Claro, solo necesitas avisarme y pasaré a recogerte.

-Andy, vivimos en la misma calle, no creo que haga falta que...

-Oh, vamos.-La interrumpí.-¿Olvidas que soy un caballero? Luego podríamos ir a por un helado, si quieres, claro.

¿De dónde saqué ese valor? .-.

-Me encantaría.-Sonrió. Demonios, esa sonrisa.-Solo tengo que pedir permiso.


Justo en ese momento sonó la campana. 

-Deberíamos irnos, no queremos llegar tarde de nuevo, ¿verdad?-Le dije sonriendo.

Así que caminamos hasta nuestra clase, donde cada uno fue a su sitio. Desde donde estaba yo, solo se le veía el cabello y a veces la cara de perfil, cuando hablaba con Erick. Mi gran amigo, hermano, diría yo. A veces era tan irritante, y otras, tan amable.

Como sea, creo que estoy siendo demasiado cursi.

Antes de que llegara la profesora, Ximena se abalanzó hacia mí, rodeándome con sus brazos. Brrr, escalofríos.

-¿Se puede saber qué quieres?-Resoplé de mal humor, como cada vez que se acercaba a mí.

-Cosita, ¿por qué estás tan cortante?-Dijo ella poniendo un puchero.

-Ximena, no me llames "cosita" y soy cortante porque eres muy pesada. Ahora, ¿puedes decirme qué quieres?

-Uff, como quieras.-Dijo rodando los ojos.- Sé que algún día tú y yo estaremos juntos. Porque sé que no te puedes resistir a mis encantos.-Sonrió.

-No, gracias. Prefiero que guardemos las distancias.-Solté.


En ese momento la profesora llegó y pude librarme de la pesadilla viviente.

¿Amigos? Algo más que amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora