7.Viernes tu dueña soy.

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—No puedo dejar de estar triste.

—Hazlo por mí —me tomo de la barbilla y me dió un beso en la mejilla muy cerca de los labios.

—Erick —me pare algo incómoda del sillón— yo ya me voy, no está nada bien que este contigo si tengo novio.

—Crei que ibas a terminar con el —frunció el ceño

—No, no puedo hacerlo —camine en dirección a la puerta y Erick me tomo del brazo.

—Natalia, tu novio es un vendedor de droga.

—¿Qué? —lo miré incrédula— y ¿Piensas que te voy a creer?, Tú solo lo dices por qué te gusto y quieres que termine con Joel.

—No te confundas, te lo digo por qué eres mi amiga y me preocupas.

—Vete al diablo —abrí la puerta para salirme y ahí estaba mi hermano.

—Erick, muchas gracias por entretenerla.

—Ah, osea que, ¿Solo me trajiste aquí por qué mi hermano te lo pidió? —pregunte indignada

—Tal vez... —respondió nervioso

—Eres un idiota

—Nos vamos —mi hermano me cargó para llevarme al carro y aunque le di muchos golpes en la espalda para que me soltara, nunca lo hizo.

Ya eran las 11 de la noche y yo seguía despierta mirando como las gotas se resbalaban por la ventana de mi habitación. Me sentía muy triste de que Joel no me hubiera llamado en todo el día. Pero deje de pensar en eso y mejor me fui a dormir.

[...]

Sonó el timbre para la salida y seguido de un suspiro de alegría por qué ya era viernes, guarde mis libros y corrí para alcanzar a Paola que ya estaba por salir del salón.

—Paola —grite para que volteara.

—¿Mandé?

—¿Vas a ver a Erick?, Le traje una ropa pero no vino y no tengo ganas de ir hasta su casa.

—mmm... —miro hacia el suelo algo pensativa— No te conté ¿Verdad?, Erick y yo estamos pelados, se suponía que estábamos saliendo pero coqueteaba con muchas chicas.

—No, últimamente no me cuentas nada.

—La verdad es que no quiero darte más problemas, con Joel ya tienes bastantes.

—¿Debería de tomarlo como una ofensa? —Mi tono de voz se tornó serio ya que me había molestado el comentario.

—No, deberías de tomarlo como una realidad, tu novio te está trayendo muchos problemas, y tú ya no eres la misma de antes —Seguimos caminando en dirección a la salida de la escuela pero sin dejar de platicar.

—¿De qué hablas?, Sigo siendo la misma Natalia —resople

—Claro que no, en el recreo te dijimos que nos pasaríamos la tarde en mi casa, Zabdiel, Richard, Karina y yo y no quisiste ir.

—es que quiero ir a descansar a mi casa, pero... ¿Por qué no vamos en la noche a la fiesta que nos invitó Regina?, Se ve que se pondrá buena.

—De acuerdo, pasaremos por ti a las ocho.

Tan solo asentí y tomamos rumbos diferentes, tenía que irme caminando por qué Christopher se había enojado ya que ayer me escape y de castigo dijo que no me esperaría y se iría a casa de una de sus conquistas, mi hermano si que era un gato, aunque ya no tanto como antes.

Caminé unas cuantas cuadras y me detuve al notar que una camioneta negra me estaba siguiendo, estaba muy asustada, tanto que estaba pensando en marcar al 911, hasta que bajaron los vidrios y ví que era Joel.

—Sube

—No —conteste muy enojada y seguí caminando, pero Joel era tan insistente que hizo que me subiera a la camioneta.

—Tenemos que hablar de lo que pasó ayer.

—y ¿A dónde vamos?

—Al departamento de mi jefe, me pidió que se lo cuidará.

—Esta bien —conteste cortante.

Cuando llegamos al departamento, me quedé asombrada de lo lujoso que era por dentro y por fuera, era como la casa de mis sueños.

—Esto esta increíble —Dije mientras observaba cada rincón del lugar.

—Lo mismo dije yo la primera vez, ¿Quieres algo de tomar?

—No, quiero hablar contigo para ya poder irme.

—De acuerdo, ayer me salió un trabajo muy importante y quería llamarte para cancelar la cita pero el jefe me quito el celular, no queria que tuviera interrupciones.

—Y supongo que quieres que te perdone ¿No? —rode los ojos.

—Amor —me tomo de la cintura y acarició mi barbilla— por favor perdóname.

Observe sus lindos ojos y sus largas pestañas, ¿A quien engaño?, Estaba muy enamorada y por supuesto que lo iba a perdonar.

—Eres un tonto —frunci el ceño— no lo vuelvas a hacer.

—claro que no.

Junto sus labios con los míos y me beso de una forma que nunca antes lo había hecho. Enrede mis dedos en su cabello quitando su bandana que me impedía moverlos bien y lo acaricie lentamente. Tomamos un poco de aire y rápidamente volvimos a juntarnos.
Me llevo hasta el gran sofá que había en la sala para tumbarme en él, se subió encima de mí sin aplastarme y puse mis brazos alrededor de su cuello mientras disfrutaba de sus caricias.

—Yo pienso que... —Dijo entre besos— ya tenemos mucho tiempo sin hacerlo... ¿Podemos? —me miró con una sonrisa pícara.

—De acuerdo —mordi mi labio inferior.

Sentí sus cálidos labios besar mi cuello mientras sus manos acariciaban mis caderas, mi cintura y luego se detuvo en mis pechos. A penas me quito la blusa y el timbre de su celular nos interrumpió.

Se alejó de mí y rápidamente contesto la llamada, era su estúpido jefe, tan solo me senté y me coloque la blusa de nuevo.

—Lo siento, era mi jefe, ¿Seguimos en lo que nos quedamos?

Eres tú | Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora