13.Miercoles tu te vas.

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[...]

—Natalia, vamos a la escuela —abrí los ojos con mucha dificultad y Christopher pego un grito del susto al ver mis ojos hinchados.

—¿Qué te pasó?

—Termine con Joel —dije muy agotada, solo había dormido dos horas.

—¿En serio? —pregunto emocionado— bueno, solo por eso te dejaré faltar a la escuela, es la mejor decisión que haz tomado en toda tu vida.

—Esta bien —intente tomar su comentario con gracia pero no pude por que estaba muy deprimida.

—Hermana perdón, no debo de burlarme de tu sufrimiento —se sentó a mi lado y me dió un abrazo.

—Que te vaya bien en la escuela —le di un beso en la mejilla— ah, y no le digas a nadie que termine con Joel.

—No lo haré —se paró de la cama y se salió del cuarto.

Pasaron cinco horas que para mí fueron eternas, me la pasé sola en casa, llorando, viendo mis fotos con Joel, recordando momentos con él, comiendo nieve de chocolate mientras escuchaba canciones tristes.

Mi aspecto era terrible, tenía puesta una pijama, un chongo mal hecho y mi cara hinchada de tanto llorar, además de las ojeras y los ojos rojos.

Tocaron la puerta y me pare con fastidio a abrir, de seguro Christopher había olvidado sus llaves otra vez, era un tonto.

Abrí la puerta y ví a Joel muy mal, con los ojos muy rojos y se notaba que ni siquiera se había bañado.

—¿Qué? —pregunte cortante.

—Mi amor, ¿Salimos hoy? —Dijo con la voz cortada, ¿Por que me pedía que saliéramos si ya habíamos terminado?

—Joel, terminamos —lo miré confundida.

—Ah, pensé que había sido un sueño.

—No fue un sueño —negue con la cabeza— tu así lo quisiste.

—Dejame darte un ultimo abrazo —sus ojos se comenzaron a cristalizar.

—No, vete —dije con mucha dificultad.

—Natalia, no me hagas esto —tomo mi mano.

—Vete, en esta casa nadie te quiere. —me dolía mucho tratarlo así, pero era lo mejor para mí.

Joel asintió y camino hacia su auto y después no supe que pasó por qué cerré la puerta y me tiré en el sillón para seguir llorando.

Odiaba que Joel me hiciera más dificil dejarlo, no sabía cómo pero tenía que dejar de amarlo.

El solo me hacía daño, y ya no lo iba a permitir.

Abrieron la puerta como si nada y yo me senté en el sillón, era Christopher, quién me miraba algo extraño y al mismo tiempo miraba hacia la puerta.

—¿Qué pasa? —lo miré confundida, seguro Joel estaba en la puerta y quería pasar.

—alguien quiere verte —dijo nervioso y rodé los ojos por qué pensé que se trataba de Joel.

—Hola —Erick se sentó a mi lado algo apenado y Christopher se subió a su cuarto antes de que yo lo matara.

—Le dije a Christopher que no le contara a nadie —dije molesta.

—No es su culpa, yo lo obligue a que me dijera el por qué no fuiste a la escuela. —apretó sus labios— nadie más lo sabe, es un secreto.

—Gracias.

—Se que te duele —rasco su nuca— fueron novios durante casi un año, no se compara con lo que tuviste conmigo, solo éramos dos enamorados, nuestro amor era tan débil que solo basto con que Joel lo destruyera, y aunque eso ya pasó, siempre te voy a querer de la misma manera —miro hacia el suelo.

—No sé qué decir —me encogí de hombros.

—No digas nada, yo estoy feliz de que hayas terminado con Joel, me dolía en el alma cada vez que el te trataba mal, cuando te apretaba, cuando hacia lo que quería contigo, por qué te repito, yo te quiero de la misma manera, y aunque tal vez no volveremos a ser algo, siempre voy a estar para tí.

—Yo también —intente sonreír.

—Y... ¿Ya tienes tu vestido para la graduación?

—Para ¿La que? —pregunte confundida.

—Nat, nos graduamos mañana, ¿Acaso ya lo olvidaste? —soltó una risita.

—Rayos, si lo había olvidado.

—vamos —se paró del sillón— yo tengo que comprar mi traje.

—mira como estoy —señale mi pijama.

—te espero —se volvió a sentar en el sillón y yo me fui a ponerme ropa más decente, a peinarme y a maquillarme un poco.

Baje y Erick estaba en la misma posición, pero al verme se paró de inmediato.

—Al fin se la diferencia entre bonita y perfecta.

—No empieces —solte una risita.

Salimos de la casa riéndonos de las tonterías que decía Erick y nos detuvimos al ver que Joel estaba a fuera de mi casa en su auto, al parecer no se había ido, y yo tenía miedo de que quisiera golpear a Erick otra vez, así que puse mi cara de preocupación.

Joel bajo de su auto y se acercó un poco a nosotros pero en lugar de atacar a Erick, empezó a llorar con mucho sentimiento mientras nos miraba.

—Eres el mismo Joel pobre y miserable de siempre —dijo Erick con desprecio y yo lo miré molesta ante su comentario.

—Y tú eres el mismo Erick roba novias de siempre —respondio Joel con dificultad.

—Tu fuiste el que me robó a Natalia, ¿Ya lo olvidaste?, Y tú no mereces tanto, que bueno que ella te dejo.

—Ya por favor —detuve a Erick

—Ya vámonos —Erick me tomo de la mano y nos subimos a su auto.

Elegir el traje fue muy fácil, en tan solo 10 minutos Erick se decidió por uno y lo compró, en cambio la historia para mí fue diferente, fuimos a más de cinco tiendas y yo aún no estaba segura, y aunque se notaba que Erick ya se había desesperado, el se comportó paciente todo el tiempo.

Me estaba probando el último vestido, y estaba segura que a Erick le iba a gustar ya que todos los vestidos que me había probado antes le habían gustado.

El punto era que me llevaría ese vestido, y no por que fuera muy bonito, si no por qué ya me quería ir a casa.

Eres tú | Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora