Arrugó la nariz ante la opción de introducir una contraseña. Tommo era un experto en que siempre se le olvidaran y si las apuntaba en algún lado, también existía una alta probabilidad de que olvidaría el paradero de ese papel, y así sucesivamente, entrando en un círculo vicioso en el que terminaba maldiciendo las tecnologías, o en su defecto, cuestionándose por qué no podían avanzar un poco más y ahorrarle ese paso.
Bufó cuando la página le revocó el acceso y le pidió, por tercera vez, que introdujera un número, al menos una mayúscula, minúsculas y uno de los signos que le indicaban. Volvió a teclear en su portátil y sin estar muy seguro de lo que formó, la página por fin le dejó avanzar. Introdujo los datos de su tarjeta de débito y memorizó que debería revisar su correo electrónico el próximo mes, justo cuando le avisaran de que su periodo de prueba iba a caducar. Tras aceptar esos famosos términos que estaba seguro que nadie se leía, por fin la portada de fondo negro y letras rojas le dio la bienvenida.
Netflix.
Echó un vistazo a la web e inspiró antes de hallar la opción de «buscar». Se rascó la barba rasposa del mentón con los nudillos al hacer click y miró incluso a su alrededor, como si alguien, en la soledad de su pequeño piso, lo pudiese ver. Era la una de la madrugada y únicamente lo acompañaban un par de cervezas y los bordes de la pizza que ya había cenado.
Efectivamente, nadie lo observaba ni nadie lo juzgaba, así que presionó la tecla enter y aguardó a que se mostrara el contenido en la pantalla. La portada de la película anunciaba: Imagine Me & You. A la primera, reconoció la actriz protagonista de la conocida película que giraba en torno a aquel club nocturno.
Se lo pensó de verdad antes de darle al play. No tenía por qué hacerlo, y ya que había contratado un mes gratis de aquella jodida página podía aprovecharlo. Su saga favorita era la de Fast & Furious, así que podría verlas todas, de un tirón. En cambio, picó en reproducir y esperó, recostándose mejor en el sofá y apoyando el portátil sobre un cojín que descansó encima de su estómago, a que la secuencia de apertura concluyera.
La primera escena le hizo arrugar aburrido el entrecejo. Típica, la actriz que ya conocía se levantaba emocionada porque era el día de su boda. Incluso gritó con las amigas que, en punto, llamaban a su puerta. Esa era Rachel.
En la segunda, se vio la fachada de una floristería. Una tienda corriente, londinense y con el aspecto que cualquiera se imaginaría para un comercio de flores. La otra protagonista, al parecer, se llamaba Luce. Tuvo que enarcar una ceja y sonreír de lado cuando la escena volvió a cambiar a los padres de Rachel, quienes le recordaron a los suyos. La mujer era algo histérica, mandona y el padre un pobre hombre hastiado de su vida de casado. Sí, definitivamente le recordaba a ellos, pero los suyos por suerte acabaron divorciados.
Era una trama predecible y para su sorpresa, tirando a cómica. Esperaba el momento en que ellas por fin se encontraran, le creaba curiosidad ver cómo arreglarían esa trama. Joder, una se iba a casar –con un hombre– y la otra estaba inexplicablemente en la ceremonia cuando sólo se encargaba de adornar todo con flores. Hasta que pasó. Para él, efectivamente fue una pastelada; un encuentro que sólo se podría dar en una película, a su punto de vista, cargada de fantasía.
El resto de la historia, en sí, no estuvo tan mal. Por momentos le cayó mal Rachel ya que su marido era un buen tipo y también vio demasiado exagerada a Luce. Le hicieron gracia las referencias inglesas y se fijó más de la cuenta en las escenas de la floristería. Estúpidamente, se imaginó al capullo de Harry en la misma tienda, asesorando a los clientes que iban en busca de flores, todo en función de su situación o estado de ánimo. Pensó que Luce no podía asemejarse del todo a él, le faltaba más palabras mal sonantes y aires de grandeza. Y extravagancia. Y hablar con la gente usando el apodo de «cariño» demasiado a la ligera.

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PASSIONFRUIT
Fanfiction«Cariño, si lo que te gusta es dar por detrás, quizás deberías probarlo con un hombre. Tú también deberías probarlo, al menos así disfrutáis los dos». La prostituta le mandó un beso y guiñó un ojo antes de salir de la habitación de hotel. La jodida...