PASSIONFRUIT

Epílogo

"There's nothing wrong with you. There's a lot wrong with the world you live in" 🏳️‍🌈 -Cris Colfer

Lo vio entrar a la floristería y sonrió. Llevaba la caja cuadrada de cartón en las manos y Lucy lo acababa de interceptar. Harry seguía mordisqueando el bolígrafo con el que apuntaba en la agenda un nuevo encargo. Bueno, el encargo. Por segundo año consecutivo adornaría la carroza del orgullo de la que más se habló en el evento anterior. Medios del colectivo habían escrito artículos de la misma, y a él incluso le hicieron una entrevista en la radio. Por todo ello las expectativas de ese año eran altísimas y él estaba nervioso. Y deseoso.

Daniel, el Drag Queen organizador y el que le confió en su momento aquel reto, dio un brinco alrededor de un cesto de gardenias. Harry lo seguía, justo después de guiñarle un ojo a Tommo cuando este le levantó una ceja a modo de saludo; muy él. Lucy estaba colgada de su brazo mientras le enseñaba algo en su teléfono móvil.

Amaba a su amiga y cómo había aprendido cuándo frenar a Tommo, a quien usualmente no le nacía sacar su mala hostia con ella. Harry por supuesto que sabía muy bien cómo aprovecharse de eso.

Su cliente y amigo, vestido con según él, «su ropa más aburrida», camiseta con estampado holográfico y pantalón de cuero, miraba con poco disimulo hacia Tommo y luego hacia él. Tras dos movimientos de cuello, jaló de un brazo de Harry y lo arrastró cerca del mostrador.

—¡Ay, maricón! ¡¿Es ese?! —le murmuró intentando controlar su propio chillido.

Harry miró despreocupado su agenda.

—Ajá.

El otro tironeó más de él.

—¡Ay, qué mono es! —se giró un instante, disimulando pésimamente—. Es así como bajito pero con pinta de malote. ¡Y no pegáis ni con cola! ¡Me encanta!

Harry recuperó la movilidad de su brazo, alejándose de él.

—Mil gracias —dijo sarcástico.

—¡Margaritas! —gritó Daniel de la nada, haciendo que Harry lo mirara. Fiel a su naturaleza, tenía menos concentración y capacidad de síntesis que él. Y eso era decir—. La carroza debe llevar margaritas en el capó. ¿Con qué flores vas a hacer la banda morada del arcoiris?

Con la punta del bolígrafo se rascó la coronilla, donde se recogía los rizos en un moño hecho con bastante poca maestría.

—Dedaleras —respondió.

Daniel se volteó hacia él.

—¿Eh?

Puso los ojos en blanco.

—Las que parecen una campanita... —Incluso imitó una con dos dedos. El otro dio una palmada.

—¡Ay sí, esas me encanta! —Giró sobre sí mismo y se volvió a acercar a Harry, que apuntaba un par de docenas de margaritas al encargo—. Bueno, a lo que íbamos, tu novio...

Daniel podía llegar a ser desesperante.

Mucho.

—... Compañero —corrigió. Y recibió un golpe en su ya sobado brazo derecho.

—Dios, Harry, de verdad... ¿Te contagió? —Maldecía cada día la hora en la que le comentó lo escueto que podía llegar a ser Tommo con ciertos conceptos sensibleros—. ¿Os acostáis con otros?

Realmente quería bufar. Miró de reojo hacia Tommo, que sonreía ante algo que le había gesticulado Lucy.

—... No.