Sábado 29 de septiembre
Steph
—¿Fue Sedroa, lo viste?.—Plateado se sentó a mi costado, haciendo que me recueste en él.
—No fue él, bueno, en realidad, yo no vi quien fue...
—Rojo.—Verde se llevó mi atención, se veía molesto.—Si dices que no viste nada, ¿Cómo descartas al jodido plibek? ¡Acaso lo estás encubriendo!
—No...
—¡Si lo estás protegiendo porque sigue siendo tu amigo, nosotros estamos perdiendo el tiempo contigo!
—Verde, no he hablado con Sammuel desde...
De un salto, se acomoda en mi cama abrazándome.—No quiero perderte, tú no eres Gya.
Los chicos voltean a ver a cualquier parte, menos a mí.
Otra vez ese nombre, pensé que solo al mencionarle se incomodaba Sammuel, estoy empezando a creer que todos se han puesto de acuerdo en evadir quien es esa chica, qué pasó con ella.
—Nosotros, vinimos porque vamos a salir, tu papá dijo algo sobre ver a alguien en la cafetería del pueblo.—Negro se acerca a mi y besa mi frente.—No salgas de casa, no demoraremos mucho.
—¿Cuánto?
Dorado sigue de pie mirando por la ventana, no ha dicho ni una sola palabra hasta ahora y no sé que tan malo sea eso.
—Quizá una hora, Rojo.
—¡Chicos, miren!
El grito de Dorado hizo que todos se acomoden en las tres ventanas, veían hacia abajo, supongo se habrán asustado porque se movió algo.
Idiotas, yo me acostumbré a que las ramas de los árboles se muevan muy seguido por gracia del viento, si me visitan seguido se tendrán que acostumbrar al sonido, no pueden estar haciendo tanto alboroto por nada.
—¡Corran, ya, ya!
Abrieron las ventanas y se tiraron desde el maldito segundo piso, corrí para ver si estaban bien pero al único que me encontré fue a Negro, estaba mirándome fijamente.
—No salgas por tu cuenta.
¨*¨*¨*¨*¨
Curiosidad era poco significado para describir lo que sentía, me moría por saber que es lo que realmente ocultan todos en este pueblito que apenas y sale en el mapa."¿Por qué papá nos trajo aquí?"
También es una pregunta que me he hecho muy seguido, todas sin respuestas concretas. Podría imaginar tantas cosas, mil y un posibilidades pero, ninguna acertaría.
Los chicos se fueron por gracia de un movimiento de un arbusto, un maldito arbusto. Y no solo eso, saltaron de un segundo piso para llegar más rápido.
¿Qué pasa? ¿Todo se conectará? ¿Lo que digo si quiera tiene sentido?
Más dudas invadieron mi mente sin embargo, una sobresalió dentro del caos.
¿Mamá y Tristán, pensarán en mí, saben dónde estamos?
Ridícula.
Negando, me pongo mis zapatillas y bajo al primer piso. Entro en la cocina y empiezo a sacar verduras, para cuando papá y los chicos lleguen de nuevo, de seguro tendrán hambre por andar persiguiendo el aire e irse a la cafetería a conversar con personas extrañas.
Pongo un poco de agua en un deposito y lo pongo a hervir para descongelar la carne, supongo que filete con verduras estará bien para ellos.
Estando tan metida en mis recuerdos, el timbre hace que salga de mi ensoñación, dejo el cuchillo a un lado y seco mis manos en una toalla de papel.
Al abrir la puerta no encuentro a nadie pero sí una caja, me arrodillo algo ingenua y saco el papel pegado en la tapa.
"Ret Nevado 219-A"
Frunzo el ceño, porque una persona pondría una dirección, volteo el papel dejándome llevar por la tinta negra impresa en él.
"Ahí tendrás las respuestas para tus preguntas, no se los digas a tus plibeks no dejarán que vayas. Un regalo para ti, me costó cazarlo, disfrútalo tesoro."
Doblo el papel y lo guardo en uno de mis bolsillos—deja vú— no creo que deba abrir la caja, por sus palabras y la espesa sustancia color carmesí que traspasa la base no me llama para nada la atención. Ya sé que es, y debo admitir, no me gusta nada.
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Bailando con bestias
Ficção AdolescenteCuando llegué a ésta ciudad creí que nada podía asustarme pero no pude estar más equivocada. Él empezó a ser mi peor miedo, sus regalos, sus cartas grotescas y amenazantes, me persigue a todas partes, tiene una estatura intimidante y cree poder pose...