Tradiciones

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Esperé demasiado para llegar a este capítulo, tanto que me vi en la tentación de que este fuera el primer episodio, sin embargo, las historias necesitan cabeza y cuerpo...
Pero sé que este, sin duda alguna, sería su corazón.
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Era extraño, ese día Hiro había despertado antes que el moreno, así que bajó en busca de un aperitivo esperando que le volviera a dar sueño y regresar a la cama un poco más, sin embargo, encontró a su tía aún en bata de pijama con una taza de café en las manos.

-Buenas días Hiro, es raro verte a estas horas.

-Se me quitó el sueño...

-¿Quieres leche tibia? Eso te ayudará a reconciliarlo.

El azabache de tez clara asintió y tomó asiento en el comedor enfrente de su tía, mientras que la mayor buscaba una taza y sacaba el bote de leche del refrigerador.

-Sabes Hiro... Tu madre y yo siempre nos levantabamos temprano a tomar una taza de café y platicar antes de empezar el día...

-¿Porqué?

-Fue una costumbre que tomamos hace tiempo... Pero no he podido dejarla aunque ya no tenga con quién platicar.

-...

El genio de la robótica sabía que su tía tendía a divagar entre sus conversaciones, a veces hablaba de la nada diciendo cosas que no tenían mucha coherencia y otras, sus expresiones la delataban.
Como en este caso, Hiro pudo observar un leve brillo de tristeza en la mirada de su tía a pesar de que sonriera un poco, supuso que era por hablar de su difunta hermana...

Algo que no le agradaba al azabache era que su tía se entristeciera por algo, así que buscó alguna cosa para desviar el tema; observó fuera de la ventana del comedor los árboles de cerezo que aún no afloraban.

-Aún falta mucho para que florezcan...

La castaña tardó un poco en entender a qué se refería su sobrino menor, hasta que posó su vista en el mismo lugar que el genio de la robótica.

-Es verdad... Aún faltan unas cuantas semanas.- Dijo la castaña después de poner a calentar la leche.-.... ¿Quieres invitar a Miguel al Hanami*?

Un fuerte sonrojo invadió el rostro claro de Hiro, no fue su intención llegar a ese punto con su tía y también estaba el hecho de que no disfrutaban del Hanami desde la muerte de Tadashi.

-Tendría que preguntarle...

-Mmm...

El ruido del microondas ayudó a relajar lo suficiente al azabache menor para que la castaña no notara el rubor que le daba escozor en las mejillas.

Y luego su atención se fue a la taza humeante que su tía colocó enfrente de él.

El chico de orbes chocolate rodeó la taza con sus manos esperando calentarlas un poquito y le dió un sorbo a la leche.

-También puedes invitar a tus amigos de la universidad...

Hiro suspiró, su tía al parecer tenía muchas ganas de celebrar esa vieja tradición que, según relatos de ella misma, el padre del azabache había traído desde la no tan lejana tierra japonesa.

-Les preguntaré también...

Hubo un gran rato de silencio, ambos Hamada disfrutando de sus respectivas bebidas, uno esperando a que el sueño le regresara y la mayor acompañando a su sobrino, para posteriormente, abrir la cafetería.

Entre cerezos y cempasúchil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora