Llorona de azul celeste...

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Bien dicen que la estupidez humana tiene límites fanseses míos, pero su adorable Moebius los sobrepasa.
Me jodí los tendones de la muñeca derecha y es justo la mano que uso para escribir... ¡Ah! Y la cereza del pastel fue que me invitaron a patinar y la gravedad hizo lo suyo.
No sean como yo.~<3
Bueno, no los entretengo más.
Disfrutad.
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El chico de ascendencia japonesa caminó hasta la cafetería después de despedirse de Honey, observaba nuevamente la palma de su mano y luego ésta la volvía puño y la juntaba a su pecho.
Extrañamente estaba de increíble buen humor.

Entró a la cafetería y saludó a su tía, después subió al primer piso encontrándose con el gato, se agachó un poco y lo acarició. Al principio el animal dudó de las intenciones del genio de la robótica, sin embargo, al final se dejó hacer por el chico de cabello incontrolable.

Hiro continuó con su caminó hasta el segundo piso hacia su habitación, pero se detuvo antes de abrir la puerta debido al canto que se escuchaba al interior de la misma.

*Ay de mí llorona, llorona, llorona de un campo lirio~
Ay de mí llorona, llorona, llorona de un campo lirio~
El que no sabe de amores llorona, no sabe lo que es martirio~
El que no sabe de amores llorona, no sabe lo que es martirio~

El mayor de cabello azabache y tez clara entró con cuidado a la habitación, no le gustaba interrumpir a Miguel mientras tocaba (excepto cuando él estaba estudiando).

Hiro notó algo extraño en esa canción, el menor tocaba la guitarra y cantaba en un tono afligido. ¿Se habrá deprimido por algo?...
Otra cosa era que no entendía la letra como en ocasiones anteriores, buscó con la mirada por toda la habitación hasta que encontró el auricular que había fabricado para poder comunicarse con Miguel encima del escritorio de la habitación.

-¿Miguel?...

Los acordes de la guitarra dejaron de retumbar en las paredes de la habitación y el moreno alzó la vista encontrando al mayor con un semblante preocupado, lo que lo llevó a pensar que algo serio había pasado ya que Hiro pocas veces ponía esa expresión.

-<¿Sucede algo Hiro?...>

El susodicho señaló el aparato encima del escritorio y luego miró al moreno esperando la respuesta del porque lo había apagado.
Esperaba que su pobre español sirviera para entenderle a Miguel.

Por su parte, el moreno observó el aparato y luego volvió a bajar la mirada, trató de comprender a lo que se refería Hiro. Era cierto que sin el aparato no le entendería al mayor, pero el moreno estaba pasando por sentimientos conflictivos; por una parte le alegraba que el mayor estuviera con él, pero otra parte (la que más predominaba) quería alejarse un poco y una manera de hacer eso era colocando nuevamente la barrera del idioma entre ellos.

Tal vez y sólo tal vez podría decir lo que le atormenta sabiendo que el mayor no lo entendería.

-<... Eres mi llorona, Hiro...>

El mayor alzó una ceja confundido, la oración en sí era sencilla pero no captaba el trasfondo de "su llorona" en la misma, ¿era algo malo?
El mayor de tez clara se giró con la intención de ir por el auricular y dárselo al menor para que pudieran hablar sin tantos problemas, sin embargo, fue detenido por la mano del moreno la cual se aferraba a la suya con leves temblores.

Entre cerezos y cempasúchil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora