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NARRA YOONGI
Existen múltiples formas mediante las cuales Dios nos puede dejar solos y guiarnos de nuevo hacía nosotros mismos. Ésta es la forma en la que trató conmigo en aquel momento.
¿Qué es lo veo? Me he dado cuenta, que estoy frente aquel salón con un piano dentro, donde JungKook y yo solíamos ir. Que recuerdos, pero no era momento de pensar en el pasado, ni mucho menos en el futuro...
Por que ya no existe un mañana para mí...
Mis manos descansaban en los bolsillos de mi chaqueta, mi vista bajó chocando directamente con el frío cemento del lugar, una botella de vidrio yace ahí, extrañamente no había más construcciones a los costados o frente al establecimiento, no había nada, es como si este lugar estuviera en medio de la nada, pero hay estaba yo, me encontraba a media noche o quien sabe, en medio de la fría noche la cual hacía hasta crujir los huesos de tan congelados que estaban. No habían personas deambulando por ahí, ni siquiera borrachos acabados de salir de una taberna, o autos infringiendo el flujo del transito. No había nadie...
Tomé aquella botella, tenía un punto fijo y claro, abriría de manera de delincuente aquel salón ajeno. Caminé unos pasos y la lancé, justo dando en el punto indicado.
¡Lo había logrado!
Metí mi mano por el pequeño orificio causado por mi, para abrir la puertecilla. Me adentré y en un par segundos comenzó a dar molestias la alarma, no me importó y seguí caminando hasta sentarme frente al piano.
Mi primer amor.
El chico dio inicio a una melodía en aquel singular instrumento.
En el rincón de mis recuerdos hay un piano marrón en la esquina de la habitación. En el rincón de la casa donde solía vivir cuando era joven, hay un piano marrón en la esquina de la habitación, ese fue mi primer amor.
