11. IRIA

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Cualquiera podría pensar que el hecho de que tu novio te pusiera los cuernos no era el fin del mundo. Al fin y al cabo éramos jóvenes y era la primera relación seria para ambos. Lo normal sería que termináramos en algún momento en los próximos dos años y tuviéramos otras experiencias.

Yo siempre había sido muy cerebral. Muy de pensar que el amor tiene su origen en los procesos fisiológicos del cerebro, cambios hormonales y esas cosas.

Hasta que conocí a Toño y me colé por él hasta el tuétano.

Después de un año y con todo lo que había pasado con mi madre habíamos empezado a hacer planes de futuro. La vida es corta.

El nuestro era un amor tranquilo. Toño era muy cariñoso, a veces incluso pegajoso, y nuestra relación podría decirse que era más de afecto que de pasión.

Nunca me había acostado con otro y él tampoco lo había hecho con nadie más. Lo habíamos descubierto todo juntos. No es que nos pasásemos la vida en la cama, pero nos acostábamos al menos un par de veces por semana. Él era siempre atento, generoso, considerado y súper tierno, nunca me había presionado para hacer nada que no quisiera hacer. Solo de pensar que hacía con otra las cosas que hacía conmigo ―o aún peor, que hiciera con ella las que no hacía conmigo― me hacía hervir de rabia. Si seguía así iba a considerar en serio la oferta que me había hecho Sergio. Pero sabía que lo decía en broma.

Lo cierto era que no me imaginaba la vida sin Toño. No. Simplemente no lo concebía. Estaba aterrada. Y si algo odiaba en esta vida era el miedo.

Lo peor de todo era la impotencia que sentía por no poder mirarlo a los ojos y que me desmintiera las cosas a la cara.

Mantuve un intercambio de mensajes con las chicas, les copie los mensajes de Toño y les reenvié la foto.

Estuvimos wasapeando durante mucho rato. Reí, lloré, me cabreé y volví a llorar.

Lúa lo tuvo claro desde el principio. Lo puso verde y me dijo que si se lo encontraba le iba a partir la cara. Álex me acusó de haberlo juzgado y condenado sin ni siquiera escucharlo y muy a mi pesar y para disgusto de Lúa tuve que darle la razón.

Les dije que no se les ocurriera hacerle ni decirle nada. Necesitaba pasar por el proceso yo sola y llegado el momento yo me ocuparía. Lo entendieron y me apoyaron.

Era tarde y decidí comer algo, no es que tuviera mucha hambre, pero necesitaba compañía. Sergio se había portado muy bien conmigo y eso me había hecho cambiar de opinión respecto a él. Aunque seguí viéndolo como un chulito quizás Olga tuviera razón y no fuera mala persona del todo.

Lo vi trastear en la cocina como cada noche. Me acerqué despacio. Lo analicé un momento. A pesar de ser bajito era muy atractivo, de una forma casi animal. No es que fuera guapo, bueno si que lo era. En ese momento estaba tan confusa respecto a todo que no era ni capaz de catalogarlo.

―Mis amigas no se ponen de acuerdo. Lúa dice que me la está pegando y Álex que le dé el beneficio de la duda, pero Lúa tiene bastante mejor ojo que Álex que lleva meses acostándose con un tío cada vez que la llama compungido porque ha roto con su novia cuando todos sabemos que nunca dejará a Carmiña. No sé que carallo hacer. ¡Maldita sea!

―De momento come ―me dijo poniéndome el plato delante.

―Lo siento, tiene buena pinta, pero no tengo mucha hambre.

―A ver, no pretendo hacer de padre, pero no has comido apenas al mediodía ―insistió antes de irse hacia el otro dormitorio.

―¿No cenas conmigo?

―Empieza tú, tengo que hacer una llamada. Ahora vuelvo.

Pero no lo hizo. Comí sola. No pude terminarme el plato, comí lo que puede para no hacerle el feo y cuando terminé me fui a mi cuarto. Antes fregué el plato, los cubiertos y el vaso. Al final iba a tener que darle la razón cuando me dijo que había hecho de chacha tanto o más que en toda su vida. Me encantó oírle pronunciar chacha con acento canario. Tenía esa voz tan profunda y tan sexy y el acento lo endulzaba aún más.

Dejé de pensar en Sergio y me armé de valor para hacer lo que tenía que hacer: enviarle un wasap a Toño.

Toño, tenemos que hablar.

Esta vez sí que me contestó rápido.

Toño
¿Qué te ocurre miña ruliña? ¿Estás bien?

Es sobre la foto que me mandaste esta tarde.
Ya me conoces, no voy a andarme con rodeos.
¿Te enrollaste con la gemela de Nuria?

Toño
Iria no nos hagas esto.

¡¡¡Manda huevos!!! ¿Qué no nos haga qué?

Me encendí y lágrimas de ira rodaron por mis mejillas sin parar.

Toño
Fue una tontería, no pasó nada. La chica se me insinuó y la rechacé. Te lo juro. Al principio estuvo todo el rato pegada a mí, por eso salimos juntos en la foto. Habíamos bebido mucho y me fui a casa.

¿Y porque tengo que creerte? Ni siquiera puedo verte la cara.

Toño
Miña ruliña por favor, confía en mí. Yo no te haría algo así. Te quiero. Te echo de menos. No sé vivir sin ti. Perdóname. Me moriré si no lo haces.

¿Qué tendría que perdonarte según tu si no has hecho nada?

No me contestó enseguida.

Toño
Se me echó encima. Nos dimos un par de besos. No supe lo que hacía y cuando me di cuenta la rechacé y me fui a casa. Te echaba de menos, había bebido y se parecía a ti, fue una salida fácil, lo admito. No significó nada. Me hizo darme cuenta de que eres la mujer de mi vida. Te quiero, te necesito. Iria, por favor.

Apagué el móvil intentando controlarme porque mi primer impulso fue estamparlo contra la pared y no pensaba cortar el delgado hilo que aún me unía con las chicas y Hermelinda. Me tumbé en la cama y la hiel me abrasó la garganta. Sentí asco, dolor, miedo y deseos de venganza. Pensé en salir y tirarme al primer tío que se me cruzase, pero ni siquiera tenía derecho a eso. Vivía cada día en un absurdo encierro rodeada de gente a la que seguro que yo no le importaba un pimiento.

Cuando estaba contemplando la opción de darme cabezazos contra pared. Sergio llamó a la puerta. Quise decirle que se largara, pero la voz no acudió a mi garganta, tenía un enorme nudo que no conseguía tragar.

―Iria, soy Raúl ¿estás bien?

No pensé en la hora, no pensé en el nudo que me atenazaba la garganta y casi me impedía respirar, no pensé en nada más, me levanté de un salto, corrí hacia la puerta y me eché en sus brazos. No quise hacerlo, pero un segundo después me derrumbé.

Gracias, gracias, gracias por leerme. Pronto más capítulos.

TE PROTEGERÉ CON MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora