Aunque no quería pensar que las cosas no habían cambiado en nada, tenía que ser sincero consigo mismo y aceptar que eso era una gran mentira auto gestionada: había un cambio importante en su vida. El chico lituano no sólo ocupaba en espacio en su casa, había cambiado su monótona rutina. Por supuesto, eso no era nada malo, al contrario, Hannibal parecía preocuparse por él como nadie lo había hecho en su vida, portándose en varias veces sobreprotector lo cual consideraba adorable y triste. Se suponía que tenía que cuidarlo, no al revés.
Bueno, lo protegía en la noches y aunque algunas veces Hannibal parecía tener la determinación de dormir en su cuarto, no había noche en que no pasara a dormir a su lado, donde era usado como un oso de peluche a lo que no se quejaba. Él tampoco estaba teniendo pesadillas por eso, lo cual consideraba que era beneficioso para ambos ¿Cómo podía quejarse siquiera? Podría decirse que se encontraban en paz, viviendo lejos de la persona como una pequeña familia, no obstante, como toda en la vida, esa paz no duró demasiado.
Todo comenzó cuando Alana llegó a su aislada casa para llevarse a Hannibal de compras como se había previsto. En esta ocasión el rubio no parecía querer hacer algo de reproche pero tampoco es que se encontrará muerto de la emoción. Simplemente estaba tranquilo, sin querer hablar.
— ¿Todo listo? —Preguntó Alana al ver como Hannibal salía de la casa, asintiendo con la cabeza como respuesta a esa pregunta e irse al auto, esperándola —. Sigue sin hablar mucho ¿verdad?
— Lo hará cuando tenga confianza, supongo — respondió Will encogiéndose de hombros. No podía obligar a Hannibal hacer algo que no quería —. Gracias por hacerme este favor, Alana.
— No tienes que agradecerme nada, Will, para eso estamos los amigos. —Will sólo asintió con desanimo, como cada vez que le hacía ver de forma indirecta que ellos sólo eran amigos y nada más. Al menos no era hiriente y él valoraba eso —. Te llamaré si sucede algo ¿está bien?. —Se fue con el niño al que revolvió sus cabellos completamente ordenados, ganándose un puchero que le parecía encantador. El menor pensaba diferente pero omitió cualquier opinión sobre eso.
—Por supuesto. —Will también se acercó a Hannibal quedándose a un costado —.Te vas a portar bien ¿quedo claro? — El rubio arqueó una ceja ¿eso era una orden o una sugerencia? No estaba seguro y tampoco le importo a lo que sólo le dio la razón con un leve sí. Cuando Will le revolvió los cabellos de nueva cuenta no se molestó —. Cuídate. —Ese mensaje fue más sencillo a lo que volvió a decir si, más fuerte y claro que el anterior.
Will decidió no insistir más, si bien consideraba que lo mejor era que el chico hablará más en ese momento cómo cuando estaba ellos dos, no sentía capacitado para decirle eso. Después de una breve e insípida despedida para sellar la formalidad, se limitó a verlos marcharse en el auto hasta que los perdió de vista para así seguir la rutina de siempre, deseando en el fondo que algo cambiará. Y vaya que lo sería.
...
En esta ocasión, Alana había llevado a su pequeño y mudo acompañante a ver el centro comercial Tysons Corner Center el cual no estaba demasiado lejos; una parte de ella le decía que Hannibal no le había parecido grato aquella visita en aquel Wall Mart la semana pasada. Tal vez cambian de lugar lograría también un variación en su comportamiento. Incluso hacer que hablará aunque sea un poco con ello. Al final no sucedió como esperaba; Hannibal seguía esquivo apenas llegando, limitándose a contestar con monosílabos mientras ella le llevaba de tienda a tienda.
— ¿Cómo estás con Will? —preguntó después de media hora de un casi monólogo con ella misma esperando que el muchacho se limitara a seguir contestando de forma tajante, no obstante, algo parece que cambió. El rubio dejó los pantalones que estaba viendo para verla directamente con esos extraños ojos marrones que destellaban tonos rojizos.
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Little love
FanfictionSu primera idea era escapar del martirio del cual era víctima. Después era simplemente morir congelado en la inmaculada nieva que le consumiría. Si no fuera por aquel hombre con una afición extraña a los perros estaba seguro que estaría muerto, pero...