No soy la única

Extra 1- Parte uno

 Pablo.

Entro en mi nuevo apartamento y lo primero que veo es el montón de cajas arrumbadas por todos lados, suspiro y dejo mi maletín sobre el sofá aún enfundado en plástico.

Solo llevo dos semanas en mi nuevo trabajo pero me siento más cansado que todos los años que trabajé en el antiguo. Ya sabía yo que tanta maravilla no podía ser cierta, hay muchas cosas que acomodar, gente que contratar, otras que despedir porque no están haciendo las cosas bien, además de lidiar con algunas personas que me ven con malos ojos ya que eran ellos los que querían el puesto de gerente. El nuevo hotel está en uno de los mejores lugares de la ciudad, por lo que no solo estaré bajo presión de mis propios jefes, los que quieren buenos resultados ya que se invirtió mucho en ese lugar, si no que también de la competencia que me tienen en la mira, y eso, que el hotel aún no es inaugurado oficialmente.

Me estoy acomodando, nuevo trabajo, nueva oficina, nueva casa, nueva vida, si cuando me fui pretendía comenzar de cero lo estoy haciendo, literalmente, todo en este lugar es nuevo, desde los muebles hasta la última cuchara y es por eso que vivo en medio de cajas embaladas y plástico de burbujas. He estado tan metido en el trabajo que lo único que está en su sitio es mi cama.

Pongo música porque el silencio absoluto es algo que me desespera y me voy a la ducha, me despojo de mi ropa y miro hacia el canasto de la ropa sucia que está hasta el tope. Paso mi mano por mi rostro completamente frustrado, no creí que volver a vivir completamente solo fuera tan complicado.

—Mejor contrato a alguien —le susurro al canasto.

Luego de la ducha voy directo a la cama, me quedo mirando el techo de mi nueva habitación pensando en todo lo que pasó. Podría ganarme el premio al ser más estúpido del mundo, ¿cómo demonios me dejé embaucar por un par de piernas?, las cosas con Dayana no estaban bien, pero no porque no la amara ni porque ella, no me amara a mi, ambos nos encerramos en nuestro propio dolor, ella culpandose por el accidente y yo..., yo culpandola por mucho tiempo inconscientemente pero luego lo saqué fuera, se lo dije..., se lo grité en la cara. Soy un maldito desgraciado. Estaba tan ciego, tan sordo, tan dominado, y no solo la perdí también la hundí.

Hice sufrir a Dayana, y eso, no me lo voy a poder perdonar.

*  *  *

Aflojo la corbata de mi cuello y abro un par de botones para poder respirar con facilidad. De estos dos meses trabajando este día fue el peor de todos, me peleé con varios de los encargados de departamento, comenzando con el jefe del bar del hotel, hace más de un mes le encargué contratar al menos tres Barman experimentados y no los chicos –los cuales eran sus sobrinos– que con suerte sabían servir vasos, también discutí con la jefa de camareras y con el organizador que prepara la fiesta de inauguración que es en una semana. Todo tiene que estar perfecto en esa bendita fiesta, el señor Esteban llega en unos días para revisar que todo este funcionando como se debe y no quiero que algo le haga dudar que tomó una buena decisión al darme este trabajo.

Todo está siendo pesado pero me gusta, mi trabajo es algo que siempre he amado y estar tan ocupado me ha ayudado a no pensar, al menos mi departamento está en orden todo gracias a mi hermana que vino a verme y encontró todo patas arriba. Sonrío al recordar el ataque de histeria de Yuli cuando vio que aún todo estaba en cajas además de mi refrigerador prácticamente vacío, estuvo varios días conmigo y el lugar pasó de parecer bodega a un apartamento completamente habitable. Esa chica está loca pero la amo con todo mi corazón.

Entro en el pequeño bar que descubrí hace unos días, no soy ávido a la bebida pero hoy necesito un trago. El lugar es pequeño pero muy acogedor, varias mesas repartidas por el lugar frente a un taburete que hace de escenario donde una chica canta solo acompañada de su guitarra. Camino directamente a la barra y pido algo fuerte para beber mientras escucho a la chica cantar.