Capitulo 22

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PABLO POV

Afortunadamente las conferencias terminaron una semana antes. No me concentre el absoluto, no podía sacar de mi cabeza a Dayana, la ultima vez que la vi, como se fue rechazándome, quisiera tenerla cerca, abrazarla, besarla, sentirla mía de nuevo. Pero que idiota fui, la extraño, me mata el no tenerla cerca, me mata esta soledad, me mata no escucharla cantar mientras hacía los queaseres, cierro los ojos. 

—Mierda, la fiesta de Yuli, ella va a estar ahí—digo abriendo los ojos, levantándome del sofá, corro a la recamara, tomo una ducha rápida, tomo del closet, unos jeans, camisa gris, mi saco negro, y me visto. salgo por el coche y me pongo en marcha.

Estoy nervioso. El verla y me rechace de nuevo, no quiero eso, quiero disfrutar esta velada con ella como lo hacíamos antes. Aparco el coche, tomo un gran respiro antes de bajar.

 Me apresuro a llegar al piso de Yuli. Arreglo mi ropa antes de tocar. Abren la puerta, y es Carlo.

—¿Pablo?— Dice al mismo tiempo que gira un poco la cabeza para mirar dentro del departamento, voltea de nuevo hacia mi— pensamos que estabas fuera de la ciudad, pasa pasa— dice abriendo la puerta completamente y haciendose a un lado.— le avisaré a Yuli, que estas aquí—

Me adentro buscando con la mirada a Dayana, me sudan las manos. Observo a Yuli acercarse a mi.

—Hey, hermano—me abraza.

—Las conferencias terminaron antes, feliz cumpleaños hermana— me separo de ella.—¿está aquí, verdad?— pregunto sin más.

—Si, por favor no la incomodes, quiero disfrutar la fiesta y que ella también lo haga—

—no vine a hacer  escándalo, ni mucho menos arruinar tu fiesta, solo quiero verla, y charlar con ella, lo prometo—suspira.

—Esta bien, confió en ti—sonreímos. Se va a bailar con Carlos, y yo me dispongo en buscar a Dayana. No la encuentro en al estancia, así que me dirijo a la cocina, esta recargada en la encimera, de espaldas, lleva un vestido que, ¡Dios! Hace tanto que no la veía con algo así, el vestido dorado de solo un hombro se pega a su cuerpo, puedo ver los músculos de su espalda, y como forma la curva de su cintura que se ve más delgada de lo que puedo recordar, sus caderas también se ven más anchas y ¡oh! Su trasero se ve de maravilla, el maldito vestido solo llega unos cuantos centímetros más abajo de él hasta la mitad de sus muslos, cierro los ojos solo para recordar la suavidad de ellos en mis manos, me deleitó con mirarla, recorro con mis ojos cada parte de su cuerpo . Me entran unas ganas inmensas de besar su hombro descubierto, sentir de nuevo su piel en mis labios. Puedo notar que se muerde las uñas de las manos, a veces hace eso cuando se pone nerviosa. Sonrío y poco a poco me acerco a ella, nota mi presencia y se gira para mirarme.

—Hola—Casi me desmayo al ver lo maravillosa que se ve  con ese vestido, tan espectacular.

—Yo...hola, Pablo—  Dios extrañaba escucharla decir mi nombre.

—No quiero incomodarte, pero podríamos, solo por esta noche actuar como si nada hubiera pasado, no me propasaré ni haré algo que haga incomodarte, lo prometo—digo levantando la palma de mi mano como promesa. Duda un poco, y asiente.

—Esta bien, lo intentaré—dice poniendo un mechón de cabello tras su oreja. Escucho que empieza a sonar una canción lenta,  extiendo mi mano hacia ella.

—¿Bailamos?—suspira asintiendo, y toma mi mano. Caminamos hacia la estancia, veo a mi hermana bailando con Carlo, y unas cuantas parejas mas.  La acerco a mi, paso mi mano por su cintura, posa ambas manos en mis hombros y comenzamos a bailar. Huelo su perfume, Can Can de Paris Hilton, tan dulce como ella, me encanta. Nos miramos a los ojos, sigue nerviosa, pero aun así seguimos bailando. Comienzo a notar que todos nos están mirando, escucho y veo que están murmurando cosas, incluso escucho risas. Comienzo a sentirme incomodo antes la situación, y noto que Dayana se siente igual. Me encuentro con la mirada extrañada de Yuli. Dayana de aleja un poco de mi.

—¿Qué pasa?—pregunto, se separa un poco más.

—Yo, lo siento, necesito aire— dice alejándose, y yéndose. La sigo y salimos al balcón. Me acerco a ella.

—¿Estás bien?— no me mira.— Dayana— voltea mirarme.

—Si, estoy bien, es solo que... todos nos estaban observando, y me puse nerviosa, lo siento—sonrío.

—No te preocupes, podemos estar aquí si quieres—sugiero.

—Si, si— dice dejando de mirarme. Poso mi mano sobre la suya, no puedo dejar de tocar su piel.

—Te extraño demasiado— noto que se pone tensa, y me mira.

—Pablo, lo prometiste— se aleja un poco.

—Lo sé, lo prometí, lo siento, pero esto me esta matando, Dayana.—digo acercándome a ella.— 

No puedo soportarlo más y hago lo que he deseado desde que la vi en ese vestido, pongo mi mano en su nuca y hago que sus labios choquen con los míos, su cuerpo está tenso por la sorpresa, hace amago de soltarse pero me resisto a dejarla ir y rodeo su cintura con mi brazo, lentamente se va relajando en mis brazos y responde a mi beso con la misma necesidad. Sus labios se mueven al compás de los míos. ¡Dios! Cómo pude haber olvidado lo que se sentía besar a Dayana de esta manera. Bajo mi mano suavemente por sus caderas hasta el dobladillo de su vestido y me atrevo a tocar su muslo, siento que estoy a punto de perder el control cuando un suave quejido se escapa de sus labios, aprovecho de meter mi lengua en su boca y me dedico a saborearla.

De repente, Dayana termina el beso y se aleja de mi, pone sus manos en mis hombros cuando estoy a punto de tomar su boca nuevamente, abro los ojos y toda mi sangre se enfría de golpe cuando veo los suyos, su rostro parece angustiado, y un reflejo de arrepentimiento cruza su expresión, sus ojos muestran ira, decepción... miedo. Cuando se remueve no hago nada por evitar que se suelte, alcanzo a ver como una lágrima se desliza por su mejilla antes que se de media vuelta y entra a la casa.

Está herida. Yo la herí. ¡Soy un maldito desgraciado!

Paso mis manos por mi rostro desesperado, la perdí, ¡dios! La perdí por idiota. Mis dedos bajan hasta mi boca que aún hormiguea por ese beso. Ella me correspondió.

¿Será....? ¿Será que aún tengo una oportunidad? Ella aún me quiere, lo sé; lo sentí.

No puedo dejar que se valla así. Entro de nuevo a la estancia buscándola, pero no doy con ella, Yuli se acerca furiosa hacia a mi.

—¿Qué hiciste?, prometiste que no lo harías una estupidez, la has hecho llorar, ¿a eso has venido?—dice furiosa.

—¿Dónde esta?—

—Se fue,¿ contento?—la ignoro y salgo a toda prisa de ahí. Llego al elevador, pero para mi suerte, esta ocupado y bajando, así que bajo de dos en dos la escaleras. Por fin llego a la entrada del edificio y antes de salir observo atraves de las puertas de cristal, se aparca un coche frente a Dayana, un hombre sale apresurado de el y llega a ella. La abraza y ella se aferra a el. Veo como acaricia su espalda, mientras ella llora en sus brazos. Se aleja de ella un poco, le dice algo y la ayuda a subir al coche, cierra la puerta, y voltea hacia el edificio, niega con la cabeza y sube al coche,y veo como se alejan.

Me hierve la sangre, quien mierda es ese tipo, como puede tocarla, como puede ella dejar que la toque, ¡carajo!. No puede estar saliendo con el, no carajo no.Verla aferrarse y dejarse abrazar por el, siendo que minutos antes se entrego a mi en un beso, no puede estar con alguien más, no puede. 

No soy la únicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora