🍃Capitulo catorce🍃

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Maratón 1/5
Mi muerte ahre

Estaba desesperado para que el timbre de salida sonara. Había soportado la mayoría de las clases, pero la última era la que más me molestaba y eso que era el primer día. Lo único que quería era que el profesor cerrara la boca y que Jay, quien estaba a mi lado, dejara de ofrecer sus descuentos. Me parecía buena idea que estuviera promocionando su negocio, pero llegó a un punto en que acosaba a cada persona de la universidad hasta convencerlos en hacerse un tatuaje.

―Bien, esa es la dirección del local. Abierto de martes a viernes, ya sabes, los lunes los tomo como descanso ―Jay le dijo al chico que estaba detrás su asiento. Me miró sonriente y negué con la cabeza cuando anotó en sus apuntes, la cantidad de clientes que había conseguido.

―Tendrás mucho trabajo que hacer por la tarde ―comenté, ignorando por completo la explicación del profesor.

―Lo sé, pero obtendré dinero a cambio ―volvió a sonreír e hizo un intento de escribir lo que estaba en la pizarra, pero terminó haciendo garabatos en la mesa―. ¿irás al gimnasio después de clases?

―Sabes que sí ―respondí al mismo tiempo en que el timbre sonaba.

Finalmente.

Me levanté, guardando el cuaderno en la mochila y me la colgué en el hombro.

―¿Tienes prisa? ―preguntó Jay divertido, mientras se levantaba de la butaca.

―Quiero salir de aquí ―me sentía un poco extraño volver a la universidad. Tenía que hacer un esfuerzo en retomar la dedicación a los estudios porque no sería fácil.

Al momento en que caminamos por los pasillos, Jay se marchó en dirección a un grupo de tipos. Quería que todo el mundo tuviera un tatuaje hecho por él en su cuerpo. Tuve que dejarlo solo y me disolví en el caos del pasillo. Él podría irse por su cuenta.

Iba en busca de Carolina cuando me topé con la persona que estuve evitando todo el puto día.

―Nos volvemos a ver, Bernasconi ―Josh estaba obstruyendo mi paso y respiré profundo.

―Desgraciadamente ―dije, estando frente a él.

―¿Sabes? Pensé que jamás regresarías a la universidad ―no sabía por qué, pero cada palabra que salía de su maldita boca, me irritaba.

―Y yo pensé que no tenías cerebro, pero la vida da muchas sorpresas ―decidí terminar la innecesaria charla y lo esquivé, golpeando bruscamente su hombro con el mío.

―Como la muerte de tu madre ―lo alcancé a oír y me detuve en seco, la ira fluyendo por cada vaso sanguíneo.

Me volví hacia él y apreté las manos en puños. Mencionar eso le costaría y se retractaría cuando comenzara a golpearlo, pero sucedió algo fuera de lo común. La gigante flama que estaba a punto de estallar, fue detenida cuando vi a Caro saliendo de su salón. Tal vez se percató de la tensión entre los dos, porque me miró con cierto temor. Ignoró a Josh cuando la saludó y siguió su paso hasta llegar a mí.

―¿Nos vamos? ―se apresuró a decir al momento en que volví a mirar al idiota de Josh.

Tomé una respiración profunda y sentí la tranquilidad dentro de mí al escuchar su voz.

Asentí y me volví hacia a Caro. No iba a perder mi tiempo con él. Josh se resignó y se marchó como si nada hubiera pasado. Caminando junto a ella, salimos del edificio en dirección al estacionamiento. Una vez en el auto, me dirigí al instituto en donde Chad asistía y que según Caro, estaba cerca de aquí.

Heridas Ocultas  [Aguslina] [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora