🍃Capitulo diez 🍃

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Mini Maratón Pos Navidad 󾠮 / 󾠯

Dedicado a xxStydiaObrodenxx Por todo linda. Siempre intenta adivinar 😂 y era él 2. Gracias!

Por la noche, luego de terminar la conversación con Ernest, quien fue a regañar a un par de idiotas que comenzaban a insultarse en el gimnasio, me fui al departamento. Apagué el motor del auto y suspiré, pensando en mi padre. Quería encontrarlo como de lugar, y no sería para darle un abrazo, sino todo lo contrario. Lo detestaba con todo mi ser. Odiaba compartir su sangre y me repudiaba cada cosa que se refería a él. Apreté las manos alrededor del volante. Lo iba a encontrar, y cuando lo hiciera, lo haría pagar con creces cada maldita herida que causó tanto a mi madre como a mí, a mi familia. 

Tomé la mochila del asiento pasajero y salí del auto. Caminé hacia al departamento y luego escuché el motor inconfundible del Camaro que pertenecía a Julian. Miré sobre mi hombro y lo vi estacionándose detrás de mi auto. La puerta de copiloto se abrió y Jay salió, con una sonrisa.

―¿Qué hacen aquí? ―cuestioné, volviéndome hacia a ellos.

―Más bien, ¿qué haces tú aquí? Ernest dijo que te fuiste del gimnasio antes de que comenzaran las apuestas ―dijo Julian, cerrando la puerta detrás de él.

―Estoy algo cansado, eso es todo ―alcé un hombro. Saber que mi padre estaba en alguna parte, viviendo con tranquilidad, me hacía sentir impotente.

―Pues, te acompañaremos en tu cansancio ―comentó Jay, mientras entraba al departamento como si fuera de su propiedad. 

―Y beberemos varias de éstas ―añadió Juli, mostrando un six pack de cervezas―. Tengo más en el auto. 

Entramos a la pequeña estancia del departamento, en donde Jay estaba sentado en el viejo sofá, con las piernas abiertas y con el teléfono en su regazo. Julian puso el six de bebidas en la mesita de centro y sacó una cajetilla de los bolsillos. Dejé la mochila al suelo, saqué unas cuantas botanas de la cocina y volví a la sala. Julian destapó una de las cervezas y le dio un trago para después darle una calada a su cigarrilo.  

―Maldita sea, Jay. Deja de estar mensajeando, el sonido de la notificación me está alterando los nervios ―dijo, dejando la cerveza en la mesita. Jay lo ignoró y continuó tecleando. 

―No te pongas celoso, Julian ―dije, sentándome en sofá con una cerveza en mano. Gruñó y rodó los ojos.

Los próximos segundos, lo único que escuchaba era el sonido del teléfono de Jay. Comenzaba a molestarme. Sonaba a cada momento después de que él contestaba. 

―Juro que aventaré esto en su cara sino asilencia esa cosa ―espetó Juli, señalando a Jay con el cigarrillo encendido. 

Cuando el maldito aparato volvió a sonar, se lo arrebaté y lo arrojé por encima de mi hombro.

―¿Qué te pasa, idiota? Estaba en medio de una conversación ―protesto Jay, frunciendo el ceño. Me incliné hacia adelante, recargando los codos en las piernas y le di un profundo trago a la cerveza. 

―¿Por qué rentaste éste departamento, Agustín? Es más pequeño que el almacen del gimnasio ―habló Julian, ignorando las quejas de Jay, quien se levantó a recoger su teléfono. 

Heridas Ocultas  [Aguslina] [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora