🍃Capítulo veintiséis🍃

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El domingo por la mañana me reuní con Julián y Jay. Julián tuvo la decencia de disculparse por el altercado de ayer. Sin entrar en una discusión, le dije que era la última vez que soportaba a Marissa cerca de mí o de Carolina. Aún seguía molesto por lo sucedido. Revivir el momento me retorcía los intestinos. Sin embargo, estuve consciente que no debía estar a la defensiva con Julián. No comprendía su comportamiento cuando estaba con ella, pero no por eso iba dejar de hablarle a uno de mis mejores amigos. 

En lugar de extender la "reconciliación" amistosa con Julián, platicó el enredo en que se vio implicado con Marissa y Cecy. Me sorprendió cuando mencionó que había tenido miedo a la hora dar explicaciones. Y como era de esperarse, Cecy le dio una bofetada. Marissa había reído por lograr lo que quería, pero su boca se cerró cuando un golpe femenino llegó a su rostro y no pude evitar sonreír al imaginarlo. Cecy salió del gimnasio antes de que los demás fueran testigos de un escándalo y fue así como Julián tuvo las agallas de advertirle a Marissa que jamás volviera acercarse a él porque la ignoraría. No sé qué lo llevó a eso, pero supuse que se había dado cuenta que realmente estaba interesado en Cecy más de lo que pensaba.  

Le pregunté a Jay qué había hecho mientras todo sucedía. Respondió que pidió otra ronda de tragos y se quedó esperando algo más emocionante en la mesa. Rió y le di un golpe en la nuca, sabiendo desde un principio que no sería de ayuda. Todo terminó en que Julián la persiguió hasta su departamento y la alcanzó antes de que cerrara la puerta en su cara. La cargó como un saco de papas y la llevó al auto, obligándola a escuchar sus razones. Cecy se tranquilizó, pero seguía un poco inconforme por haber visto a una de sus antiguas conquistas. 

Después de esa agotadora conversación, me enfoqué en contarles lo que el agente Craig había averiguado de mi padre. No me asombré cuando Julián se levantó del taburete dispuesto a buscarlo como yo tenía planeado. Ambos éramos similares en ese aspecto. No nos gustaba perder el tiempo cuando a venganza se refería. Jay controló mi desesperación, recordándome que debía ser paciente, tal y como lo había dicho el agente. Llegué a la conclusión de esperar sin dejar pasar muchos días. 

Pasé la tarde con Carolina y como siempre, disfrutaba plenamente estar con ella. Cada vez era más estimulante y relajador. Era como si apagara ese interruptor que agobiaba mi mente constantemente. Lamentablemente, las horas pasaron hasta que tuve que despedirme.  

Era cerca de la medianoche y me fui al gimnasio a entrenar un poco. Me encontré con un chico que había peleado hace unos meses y lo enfrenté en el ring sólo para expresar la frustración que tenía escondido en algún rincón de mi cuerpo. 

Cuando tuve suficiente, me dirigí al bar y luego de servirme un trago, me senté en una de las muchas mesas desocupadas. Estaba bebiendo tranquilo cuando Ernest ocupó la silla frente a mí. Lucía más viejo de lo usual. O tal vez tenía esa ilusión dado que no había hablado con él desde hace días. 

—Te vi entrenar con Richard hace unos minutos, ¿por qué no peleaste hoy? —lo escuché decir mientras ordenaba una botella de tequila. 

—Estuve ocupado. Y la verdad, he estado distraído las últimas semanas.

—Ya veo. Imagino que la distracción tiene un nombre, ¿no? —dijo, sonriendo—. Me refiero a la hermana del pequeño Chad. Quiero suponer que estando con ella te tiene así.

Thomas, el encargado del bar, le sirvió el contenido del tequila en un  caballito y me negué cuando me ofreció uno.  

—No voy a negarlo. Carolina es la chica más dulce que he conocido —admití, teniendo la libertad de expresarme con Ernest sin ser juzgado.

Heridas Ocultas  [Aguslina] [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora