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Siempre me había importado una mierda lo que pensaran los demás sobre mí. Era algo que me tenía sin cuidado. Sin embargo, no podía ignorar todo lo que le había dicho a Carolina. Me importaba los pensamientos que cruzaron por su mente cuando empecé hablar. Jamás imaginé que en un impulso, lograría decir cada palabra que escondía en lo más profundo de mi ser.
Fue desconcertante hasta dónde pude desahogarme siendo que había mantenido el pasado solamente para mí mismo. Me sentía culpable por las lágrimas que derramó, me odié en ese instante. Las palabras salieron envueltas por la ira y no pude callar mi jodida boca. Pero ahora que ella estaba enterada de una gran parte de mi vida, me preocupaba. No quería que su comportamiento a mi lado se viera afectado. No quería que actuara como si estuviera a lado de ese inútil adolescente que sufrió por muchos años. No lo soportaría.
Estaba dispuesto a seguir con lo nuestro aunque fuera un desafío porque demonios, me gustaba demasiado como para alejarme y olvidar lo que me hacía sentir. Ella era capaz de disminuir cada temor o duda cuando mi cerebro se bloqueaba. Con tal sólo mirar sus ojos era suficiente para volver a una realidad en donde únicamente visualizaba la cura del odio y la soledad. Maldita sea. Lo que provocaba su presencia era totalmente tan sorprendente que asustaba.
Me vi obligado apartarme de sus brazos después de un prolongado silencio. Uno que disfruté sintiéndola junto a mí. Sabía que estaba abrumada luego de haber descubierto lo inestable y triste que fue mi familia, si así podría llamarse lo que tuve.
Me quedé quieto mientras ella limpiaba la herida y la sangre seca de mis nudillos. Ardía como el infierno pero observarla me distrajo del dolor. Una vez que enredó vendas alrededor, sonrió y sería un estúpido para no darme cuenta que estaba consumiéndome el corazón poco a poco.
Al salir del almacen, supe que era un maldito egoísta. Recordé que Caro tenía planeado pasar la tarde con sus amigas y lo había hechado a perder por mis patéticos problemas emocionales. Fue por eso que le pedí que regresara con ellas. Se negó, diciendo que no debía seguir atormentándome.
Me fascinaba lidiar con su lado terco y exigente pero la convencí que necesitaba un tiempo solo. Necesitaba meditar y organizar mis pensamientos alterados.
La seguí desde mi auto a su departamento y luego de decirle que pasaría por ella en la noche como habíamos quedado, regresé al mío. Volví a ducharme, tratando de quitar la ansiedad que todavía tenía plasmada en mi piel. En la habitación, intenté localizar a Julián y Jay por medio de una llamada pero ninguno de los dos contestó.
Aventé el teléfono en la cama con un gruñido y comencé a caminar de un lado a otro. ¿Dónde diablos estaban ese par de idiotas? Carolina había comentado que fueron con Gabriel e inmediatamente presentí una confrontación. Esperaba que no se metieran en líos porque era yo el que tenía que darle su merecido.
A las cinco de la tarde, recibí un mensaje de Julián en donde decía que estaba de vuelta en el bar con Jay. Tuve que llamarlo para necesitar más detalles de su desaparición. Resumió que le dieron una paliza de "advertencia" a Gabriel. Sonreí cuando mencionó que lo había dejado con una mejilla hinchada y la nariz rota. Hubiera deseado estar ahí para cooperar, pero ya llegaría mi momento. Antes de colgar, él y Jay se ofrecieron venir al departamento. Ambos querían asegurarse que estuviera bien pero me limité a decir que no era necesario y que los vería más tarde.
Estaba mandándome mensajes con Carolina cuando una llamada entrante del agente Craig interrumpió la conversación. Me tensé, sabiendo que comunicarse conmigo sólo significaba una cosa: noticias de mi padre. Con el ceño fruncido, me levanté de la cama y atendí.
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Heridas Ocultas [Aguslina] [Adaptada]
FanficNo estoy enojado, estoy herido. ¿Entiendes la diferencia?. #714 en Romance [ 26.01.18 ] #923 en Fanfic [ 13.05.18 ] Historia adaptada Todos los derechos a su escritora original: KendyMadness.