Estimulación

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Había leído ese absurdo reportaje sobre la virginidad solo para entretenerme, porque la verdad era que estaba algo aburrido. Aunque al final de cuentas de absurdo no tenía nada, quizás solo era más la extraña sensación que me dejó cuando terminé de leerlo, yo nunca lo tomé como algo que debiera de investigarse.

Pero el recordar aquella primera vez, solo me que causó que sonriera como un tonto, como si volviera vivirla de nuevo.

Me llamo Jung Taek Woon, pero después de vivir muchos años en el extranjero tuve que adoptar un nombre más sencillo de pronunciar, así que pueden llamarme simplemente Leo. Justo en este momento me encuentro en la sala de espera del consultorio dental de mi... digámoslo así, pareja. Como suelo ser una persona bastante desesperada, terminé llegando un par de minutos antes de que su turno terminara, y esa es la razón principal por la que no me quedo de otra más que entretenerme leyendo un poco.

Mi primera vez fue... toda una proeza que en su momento estaba volviéndome loco. Porque ¡vamos! Cuando eres un muchachito hormonal, es todo en lo que piensas, pero no me malinterpreten, no hablo de mi específicamente, sino de quien en su momento era mi novio. Él si que necesitaba que llegáramos hasta el final, pero yo consciente de que tendría que ser el activo, me preocupaba lastimarlo o peor aún, no satisfacerlo del todo y que al final terminara siendo algo traumático para los dos.

Y si, leyeron bien, los dos, porque soy abiertamente gay desde que tenia cerca de 15 años, y aunque tal vez crean que salir del closet fue difícil para mí siendo alguien tan reservado, la verdad es que fue todo lo contrario; quizá porque mis padres siempre fueron conscientes de mi entorno y la forma en la que actuaba ante los demás, a lo cual les agradezco mucho...

Pero no es de eso de lo que quiero hablarles, sino de aquella primera vez que se convirtió en algo digno de contar. Todavía puedo recordar a detalle aquella extraña conversación que mantuve con mi primo para que me asesorara con dicha situación...




«La estimulación anal masculina en muchas partes del mundo puede llegar a ser motivo de tabú...»

—No, cállate —dije, sintiendo la cara arder por completo mientras me cubría el rostro con una almohada.

—¿Por qué? Si parece ser información confiable. Yo que tú, seguiría escuchando como niño bueno, que se supone debes ser —el muy idiota se rió después de decir aquello.

La presión de mi cara contra la almohada comenzaba a ser dolorosa, pero no me iba a quitar de ahí, no, no, no.

—Ya, no te preocupes... — continuó — Esto es de lo más normal del mundo. No creo que la gente gay vaya por ahí metiéndose cosas por aquellito sin primero intentar que sea menos doloroso, ¿no crees?

—No lo estás mejorando — le dije, mi voz se escuchaba más baja y apagada de lo normal ¿De verdad estábamos teniendo esta conversación?

—Pero es cierto, además, tampoco quisiste usar el método que yo te di.

—Ver porno gay no creo que sea una buena idea —respondí, mirándole—. Es muy... Fantasioso para ser real.

—Bueno... En eso tienes parte de razón, no creo que mágicamente uno aparezca desnudo haciéndole cosas a un repartidor de pizza... ¡y no comerse la pizza primero! ¡Eso es pecado! — gritó mofándose de mí.

Y una vez más... Mi rostro impactó contra la suave tela del cojín que sostenía con las manos, pero yo tuve la culpa, solo a mí se me ocurre pedirle este tipo de consejos a mi primo, quien se cree todo un experto solo porque él ya dejó de ser virgen pero con una chica. Maldito.

Virginidad [Vixx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora