-P R O L O G O-

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Todo era oscuro, tal como si fuera una película de terror donde sus pelos se erizan. Su ritmo cardíaco iba a más de cien, los escalofríos le impedían razonar y sus músculos eran tan limitados de moverse, que sus esfuerzos por liberarse resultaban vanos. La pestilencia de algo podrido le empezaba a marear, la baja temperatura le estremeció la piel, y la incapacidad de volar todo en mil pedazos despertó su peor faceta.

Sintió algo veloz moverse en su cabeza que retiró el saco negro que lo mantenía ciego. Estaba sentado enmedio de una amplia habitación bañada en tinieblas donde no se alcanzaba a visualizar nada alrededor. Difícilmente se filtraban rayos de luna, a través del fragmento restante de techo sobre él. Las cadenas que le mantenían inmóvil en la silla estaban muy calientes, provocaban ardor en sus muñecas que aún eran incapaces de despertar su Quirk. ¿Cómo se atrevían a fallarle?

—Hola, Kacchan —le saludó la sabandija que más le molestaba pisar, provocando algo de eco con su voz. Katsuki paseó con velocidad la mirada por todos lados, tratando de ver más allá de la negrura de la noche y dar con el portador de esa voz. Izuku surgió entonces de la oscuridad, acercándose a la luz de la luna para ser iluminado por completo.

—Deku —le miró colérico, sin poder evitar gruñir como si fuese un animal que trataba de asustar a su víctima—, ¿qué estás esperando?, ¡ayúdame! —demandó moviéndose con violencia.

—Kacchan, aún estás alterado. ¿Te sientes bien? —la tranquilidad con la que hablaba comenzaba a volverse molesta.

—¡Libérame!, ¡libérame! —exigió moviendo violentamente sus muñecas y piernas lo más que podía. Cuando la silla estaba a punto de dejarlo caer sobre su espalda, Midoriya alcanzó a sujetarla.

—Debes de calmarte —le sonrió ladeando su cabeza—, o harás que me moleste.

—¡Deku, bastardo! ¡Ayúdame!

—¿Ayudarte? —rió cerrando sus ojos—. ¿Por qué haría eso?

La reciente indiferencia que Midoriya empleó le puso la piel de gallina, como si le hubieran dejado caer un balde con agua fría.

—Eso es —felicitó complacido cuando Bakugou guardó silencio—. Bien. Tenemos ya mucho tiempo sin hablar —empezó a caminar con lentitud por el suelo de cemento grisáceo, haciendo un círculo entorno al rubio—. ¿Cómo te va en UA?

—¿Qué planeas? —escupió retorciéndose en su asiento—. ¿Pretendes que converse contigo como si nada? ¡Sí que eres...! ¡Argh! —gimió de dolor ante la temperatura de las cadenas que repentinamente aumentó. Su carne quemada podía escucharse.

—Kacchan, guarda silencio —canturreó posando su mano en el hombro de él, sintiéndose irritado por sus gritos de dolor—. Recuerda que me molesta el ruido.

—¡¿Qué me estás haciendo?! —gritó con desespero asesinándolo con la mirada.

—No es nada en realidad. Sólo es un experimento.

Katsuki, en un momento de inercia, abrió sus palmas con los dedos firmes y separados. Nuevamente quiso hacer explotar la silla con las palmas de las manos bañadas en sudor, pero no pasaba nada.

—Oh, Kacchan —se burló tomándole la mandíbula—, si tan sólo tuvieras tu Quirk.

La Ciudad De Los Muertos [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora