Cayendo. Todo se estaba cayendo a pedazos, lenta y estruendosamente, entre la abrumadora oscuridad que pintaba todo el entorno. Los sonidos se desconectaban uno a uno de sus oídos, y la luz de la paz se estaba alejando. De repente hacía frío, su pecho abierto dejó de expulsar sangre con tanta frecuencia, mas el dolor no cesaba. Exhalando una nube de vapor, levantó débilmente su mano, como si quisiera alcanzar el brillante destello que poco a poco se suprimía.
—¿Puedo...? —murmuró en lo que podía ser su último aliento de vida—. ¿Puedo ser... Un héroe... Yo también?
Y la brillante luz terminó por extinguirse, permitiendo que las tinieblas lo sometieran como sus inexistentes deseos les ordenaran. Estaba petrificado, congelado, sus extremidades no respondían y la sangre no paraba de fluir. Sus gritos se perdían ante la irreal situación que lo torturaba.
Izuku muere de dolor.
—¿Has gritado con todas tus fuerzas algo que nadie puede oír?
Caminando entre todos los pájaros Izuku buscaba sus alas. Un mundo bello de debe de tener vida. Los árboles están vivos, por eso el mundo deja que crezcan tanto como ellos quieran.
A Izuku le gusta mirar a los pájaros que traviesamente cruzan el bosque. Muestran con elegancia sus alas posándose en las ramas de los árboles, mientras cantan aquella canción que tiene un sabor al que todos llaman esperanza.
—Sí.
Izuku quiere cantar también. Lleno de deseo y amor entona aquellas palabras que le hacen feliz al mundo. Pero los pájaros graznan fuerte, tan fuerte que mitigan la voz del joven. Pero Izuku quiere cantar también. No se da por vencido y canta con el corazón. Pero los pájaros son egoístas. Vuelan desenfrenadamente a su alrededor y lo rasguñan para que calle.
Entre todo el bosque, Izuku ha perdido sus alas, tiene que encontrarlas para iniciar el vuelo que no es de él. ¿Dónde podrán estar?, ¿dónde se pudieron perder?, ¿cómo se puede extraviar algo que nunca se ha podido tener?
—No es porque realmente nadie te pueda oír...
Aquella ave gigante le ha quitado a Izuku sus alas. A Izuku le da miedo aquella ave gigante y agresiva.
—¡Kacchan, por favor! —gritaba asustado mirando cómo el ave se posaba en un árbol alto con sus alas entre las patas—. ¡Por favor devuélvemelas! —suplicaba llorando, recibiendo un graznido por parte del emplumado animal—. ¡No! ¡Kacchan, no por favor! —lloró con más fuerza cuando con su pico, el ave comenzó a arrancar las plumas de las alas de Izuku, y con sus uñas las rasguñaba.
El joven corrió dispuesto a trepar el árbol, pero los pájaros que hasta entonces habían sido espectadores, volaron sin control. Graznaban y rasguñaban al joven para hacerlo caer.
—¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme! —gritó con todas sus fuerzas pero nadie lo oía.
... Es porque nadie quiere hacerlo.
Y cuando aquel infierno terminó, Izuku estaba arrodillado en el suelo llorando con sus alas rotas en las manos.
Izuku muere de tristeza.
—Y aún así se hacen llamar héroes —escupió con odio cada palabra.
—No pienses así, —empezó a jugar con un mechón de su verdoso cabello, enroscándolo en su índice.
Manteniendo un pequeño trapo blanco sobre su nariz y boca, Izuku trataba de inhalar la menor cantidad posible de toda la pólvora quemada y la tierra que se propagaba en el aire. Corría lo más rápido que podía para escapar de los gritos y los disparos, que justo detrás de su espalda, nacían para llevar y proclamar la muerte.
Un sollozo agudo le erizó la piel. Girándose velozmente sobre sus talones, miró una casa que ardía en llamas y a una niña llorando mientras movía sus pequeñas manos a través de la ventana para pedir auxilio. Izuku no lo dudó ni una vez y fue a ayudarla.
—Todos tenemos la oportunidad de ser héroes. No importa lo pequeños que sean.
Prestándole el trapo para que no inhalara el humo, Izuku llevó a la pequeña sobre su hombro y comenzó a correr hacia la salida. Sin embargo, escuchó un ruido alarmante, y apenas logró arrojar a la pequeña a un lugar seguro antes de que el fragmento de suelo debajo de él, colapsara y mostrará el vacío sobre el que estaban parados.
Las piernas del joven cuelgan, y el resto de su cuerpo se aferra por subir. La niña le mira luchar, y la indiferencia le dibuja el rostro.
—Hey —la llamó—, ayúdame.
Pero no todos quieren ser héroes.
La niña comienza a dudar, y con lágrimas en los ojos corre hacia la salida abandonado al joven. Entonces algo jala a Midoriya y cae al abismo. Las nacientes llamas lo abrazan sin temor hasta envolver el último poro de su piel.
Izuku muere asesinado.
—¿Qué quieres decir?
—No es muy difícil, —le dedicó una sonrisa tranquila mientras ladeaba la cabeza—. Si alguien salva la vida de otra persona, es un héroe, ¿no? Aunque no tenga capa o mucho dinero. Salvó a alguien. Es una oportunidad que muchas personas tienen diariamente pero pocos deciden tomar. Te daré otro ejemplo —entrelazó sus manos justo detrás de su nuca y se apoyó en el respaldo de su asiento—. Hay una persona caminando por la calle y presencia cómo es que comienza un asalto. Siendo el único testigo, es también el único capaz de hacer algo al respecto, el único capaz de ayudar. Pero —elevó su índice y lo puso frente a él para enfatizar la condicional—. Si esa persona hiciese algo para ayudar, también corre peligro de salir herida o perjudicada. Al final decide retomar su camino y hacer de cuenta que no vio nada. Y, aunque le sale bien, tuvo la oportunidad de hacer algo, de ser un héroe, pero no lo quiso ser. ¿Ves a lo que me refiero? Hay muchos más héroes de los que tenemos registrados en todo el mundo, al igual que más villanos de los que podemos arrestar. ¿Cómo podemos saber quién es quién?
Tras meditar un poco en silencio, dejó lucir una sonrisa torcida cargada de oscuras intenciones.
—Pues habrá que matarlos a todos.
Sonrió también, incluso se rió un poco, y posó sus piernas sobre el escritorio que estaba frente a él.
—Sí, tienes razón —aprobó tomando una buena bocanada de aire antes de añadir—: vamos a matarlos a todos.
Izuku se acuesta en su cama y mira al techo. Está preparado para dormir, pero antes, hace el mismo comentario que cada noche:
—Me pregunto qué pesadilla tendré esta vez. ¿Cómo moriré hoy?
ESTÁS LEYENDO
La Ciudad De Los Muertos [BNHA]
FanfictionIzuku Midoriya decide rendirse ante su meta de lograr convertirse en héroe. Su tristeza, agonía, cólera e impotencia lo someterán a situaciones que nunca imaginó, hasta arrastrarlo a las garras del mal y convertirlo en aquello que juró destruír. «Si...