-U N O-

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—Los profesionales arriesgan su vida. No puedo decirte simplemente “puedes salvar vidas sin tener poderes”. 

Otra vez lo dijeron, otra vez la negación se hizo presente. Cada palabra fue una bola de hierro inmensa que acabó con los sueños de Izuku con un solo golpe. ¿Cuántas veces ya lo había escuchado? ¿Cuántas bocas ya se lo habían dicho? Sin embargo, no era cualquier persona la que ahora lo repetía. Era All Might, el símbolo de la paz, aquel que salva vidas con una sonrisa. Era su inspiración, era su héroe.

—Ya veo —bajó la cabeza y tragó grueso, con la esperanza de que el nudo en su garganta desapareciera.

—Si quieres ayudar a los demás, entonces puedes volverte oficial de policía —continuó hablando, arrastrando sus delgadas piernas sobre aquella azotea tan cercana al cielo—. Ellos sólo reciben burlas por encerrar a los villanos que les dejan en la puerta, pero aún así es una buena ocupación —antes de cruzar la metálica salida, se detuvo para terminar su oración—: no está mal tener sueños, pero tienes que aceptar la realidad, joven.

Una y otra vez esas palabras hicieron eco en su cabeza, atormentándolo a cada segundo.

La gastada y quemada portada de su más reciente diario se veía borrosa, todo lo que contenía fue reducido a basura. Aquellas observaciones, aquellas notas nada valían.

—¿Para qué hice esto? —se interrogó con la voz aguda—. Debí saberlo. Si no tengo un Quirk, ¿Cómo podría…?

—¡Qué alguien haga algo! —chilló una mujer con las manos en sus mejillas. Midoriya giró la cabeza apenas unos centímetros sin esperar terminar estupefacto al ver tal escenario desafortunado.

El villano responsable de que All Might acudiera a su rescate, estaba en un callejón tratando de tomar el cuerpo de aquel que alguna vez fue su amigo. El joven se culpó inmediatamente de que ese hombre estuviera en libertad, si no hubiera interrumpido al héroe cuando lo arrestaba, aquella horrible vista no se pintaría tan repentinamente.

Los héroes luchaban incansablemente por salvar al estudiante que se retorcía y se jalaba dispuesto a defender su propio cuerpo.

—Oigan, necesito mínimo dos carriles para pasar —exclamó Lady Mount, la heroína novata que había aumentado inútilmente su tamaño para acudir a la escena.

—Lo lamento, Katsuki —susurró con la mirada baja el nombre de la víctima, para después continuar su triste caminata—, pero me temo que no soy el héroe de esta historia, ni de la siguiente.

¿Cómo podría serlo?

—¿Izuku? —la cálida voz de su madre lo llamó por detrás de la puerta de su habitación.

—Pasa —ordenó sin despegar la vista de su cuaderno. Tenía que resolver su tarea lo más pronto posible. Las evaluaciones finales estaban a la vuelta de la esquina.

—Izuku, llegó esto de tu escuela —informó elevando la carta que llevaba en manos—. Dice que has cancelado tu solicitud para ingresar a la UA.

—Eso hice, mamá.

—Pero, Izuku, entrar a esa escuela siempre ha sido tu sueño…

—¿Con qué objetivo, mamá? —otra vez sus sollozos se atoraron en su garganta, agudizando sus tonos de manera preocupante para la mujer—. ¿Para ser un héroe? Sabes bien que eso es imposible para mí.

Inko le miraba en silencio, sintiendo cómo su corazón se rompía. El joven, sin encarar a su progenitora, sintió unas lágrimas escaparse de su rostro. Ser de su propios labios de donde aquellas palabras surgieron lo abatían y herían hasta la parte más sensible de su alma.

—Izuku… ¿Por qué?

—¿Por qué? —un sollozo escapó seguido de otro, dentro de él, el llanto y las palabras estaban en una guerra por tomar el mando—. ¡Porque no tengo Quirk!

¿Y si pudiera tener uno?

Pasó los dedos por su verdoso cabello, alejándolo de su vista. La posición flexionada e incómoda del cuello se volvía insoportable, necesitaba hacer algo que le exigiera un movimiento que le pusiera de pie. Pero aquella pregunta, la última, aún necesitaba una respuesta, no podía darse el lujo de dejarla en blanco.

—Listo —susurró complacido cuando sus comprobaciones le revelaron la respuesta correcta.

Con curiosidad paseó la vista por los rostros de sus posibles nuevos compañeros. Algunos lucían preocupados mirando con nerviosismo el exámen posando su frente en las palmas. Otros parecían concentrados meditando con una mano en el mentón y con la otra tamborileando el pupitre con el lápiz. Muy pocos se mostraban tranquilos escribiendo en silencio, y Midoriya se preguntó cómo se vería él mismo.

Luego de haber guardado en silencio sus cosas en la mochila que se llevó al hombro, entregó el exámen al profesor y salió a paso lento del aula.

—¡Hey! —le llamaron—. ¡Midoriya!

—¿Genki? —murmuró volteando a ver al joven de ojos y cabellos oscuros que se acercaba corriendo a él.

—¡Cuanto tiempo ha pasado! —exclamó—. Creí que entrarías a UA.

—Lo sé. Me dí cuenta de que eso era algo... Imposible —sonrió de lado llevando una mano a la parte trasera de su cuello—. ¿A qué facultad te inscribiste?

—Arquitectura. ¿Y tú?

—Ciencias.

Genki se sentó en la banca que estaba junto a ellos. Le hizo una señal a Izuku para que se sentara junto a él luego de haber inhalado una buena bocanada de aire.

—El otro día miré en las noticias que Katsuki, sufrió un ataque de uno de esos villanos callejeros. ¿Cómo está él?

—Dicen que bien. Creo que alguien con una particularidad útil apareció.

—Me alegra —sonrió encarando al nublado cielo lleno de alivio—, me preocupaba que algo le hubiera ocurrido. Aunque me sorprendió mucho que permitiera que alguien le ayudara, de veras que lo hizo. Él siempre ha sido muy orgulloso. Demasiado como para dejar que alguien se preocupe por él.

—Lo hizo porque no tuvo opción. A pesar de haber luchado con todas sus fuerzas no pudo liberarse solo. Y lo más curioso es que salió ileso.

—¿Qué crees que haya hecho luego de eso?

—Entró a la UA.

—¡¿Katsuki Bakugou, en la UA?! —exclamó en carcajadas—. ¡¿El villano de mi infancia quiere ser un héroe?!

—¡Con la personalidad que lleva, le quedaría mejor villano! —ambos empezaron a reír, aunque poco a poco sus risas se fueron apagando. Por mucho que les costase aceptarlo, Bakugou era mejor que ellos en muchos sentidos: fuerza, seguridad, tamaño. Y aunque quisieran negarlo, muy en el fondo querían ser como él.

—¿No crees que es injusto que en esa escuela hayan personas que no lo merezcan? —preguntó Genki—. Si yo hubiera tenido un Quirk, protegería a las personas desde el momento que lo obtuve.

—¿Y si pudieras tener uno?

—¿De qué hablas, Midoriya? —le volteó a ver lleno de intriga.

—No estoy seguro aún —bajó la cabeza y empezó a jugar con sus pulgares de manera nerviosa—, pero creo que podría haber forma de provocar que nuestro cuerpo mute o despierte nuestro Quirk. Tal vez está dormido, o tal vez podría haber forma de adquirir uno —hizo una pausa para aclarar su garganta—. No estoy seguro pero, por eso decidí entrar a la facultad de ciencias. ¿Tú qué crees?

—¡Ja! ¡Realmente debes de estar loco! Oye, creo que elegiste bien al ser científico.

Oh no. No otra negación. No estaba dispuesto a aceptar ni una más.

La Ciudad De Los Muertos [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora