Horizontes sin miedo.

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Como habría llegado aquí. Como habría recorrido todo este sitio sin ti, mama. Me cuesta acostumbrarme. Me topé con el aire por ti, y por fin notaba esa mirada reflejada en mi. Y cada vez me parecía mas a ti. Aquellos ojos color avellana que nos distinguía del resto y aquella sonrisa minuscula y sin importancia. Como habré llegado aquí. A este mar casi azul que rinde homenaje a los malos recuerdos, tocando el suelo. Me has enseñado a sentirme fuerte en los peores momentos. Ya no soporto vivir tan lejos del sol, ni de la luna. Donde algun dia llegues a estar tu para cuidarme y preocuparte por quien no lo hará. 

-Alex.- Era él de nuevo el que me sacaba de mis propios pensamientos. No sé que hice, no se como llegó a mi aquella marca de responsabilidad, aquella vida por delante que tenia aquel signo de angustia, nostalgia y melancolía. Pero aquel signo lleno de cordialidad. Le abracé y se sentó a mi lado mientras miraba la arena haciendo dibujos.-No querrás hablar, pero quiero que sepas que hare todo lo que esté en mi mano para que vuelva todo un poco a la normalidad.

-¿Cómo va a volver un poco a la normalidad?- Me levante y aquellas lágrimas me inhundaron.- Ella ya no está, estoy totalmente sola.

-Estoy yo.- Fran me miraba perplejo, ¿aquel hombre de 38 años estaba dispuesto a recogerme? ¿por qué? me giré, mirando al horizonte mientras crucé mis brazos para que no me viera llorar.- Quiero ser tu tutor legal.

-¿Por qué?- Le miré frustrada a los ojos, ¿Qué quería?- ¿Por qué?

-Porque sí, fuí un gran amigo de tu padre.- Mentía.

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Medias negras y aquel vestido completamente negro, hacian juego con mis orgullosas lágrimas. Pero algo me atrapaba, algo me llevaba de nuevo a una nueva historia, una nueva vida lejos de Barcelona. Aun asi, no podia parar de pensar en que haría ella ahora mismo. 

Su foto. De nuevo recorría mis entrañas de sol a sol, ya no se ni quien soy y estoy cansada de seguir. No voy a parar nunca de ser la tipica chica fuerte. No aguantaba ni un miserio repulsivo pesame. No quería mas abrazos de desconocidos, no quería mas besos de mujeres irreconocibles. 

-Lo siento.- Guille se acercó a mi.- Ven Sam.

-Lo siento, Alex. Me tienes para todo.- A caso conocía a esa tal Sam. Lloraba tanto, y llevaba aquel pañuelo blanco entre las mano teñido en negro, lleno de rimel y desde luego que no la conocía. Estuvo varios segundo frente a mi mirandome, y se lanzó contra mí.

-Perdón, no sé quien eres.- Ella me miró.- Soy la hermana de Guille.- y se fue.

-Se emociona muy facilmente.- Me advirtió Guille.

No sabía porque la afectaba tanto, pero ella se habia recuperado demasiado rapido, llevaba muletas pero lo suyo no fue nada comparado con lo mio. Pero ya habia pasado y lo peor esque ella estaba mas afectada que cualquier otro que la conociera de toda la vida. Se me salía el corazon cuando Fran se acercó a mí con ese tarro de color miel y esa mirada caida, su barba de tres días destacaba y su corbata mal anudada, y su pelo despeinado. Se me agrietó el corazon, se me paró y encima empecé a temblar. Se me pusó la carne de gallina y las luces de aquella sala se hacían difusas, queriamos recorrer cualquier lugar juntas y tuvimos que cancelarlo. Y tu te paseas ahora por las estrellas y me has dejado aquí. Ojala estuviera contigo, sin mi.

Me había ido a la playa de nuevo pero estaba no estaba sola.

-¿Qué quieres hacer con él?- me dijo Guille mirandome a los ojos.

-Tirarlo al mar, que se vaya al lugar mas irreconocible del oceano.- Susurré con una pequeña y corta sonrisa.

-Yo te ayudaré.- Abrió el bote y me incitó a tirarlo.- Sin pensar, porque si lo piensas demasiado no lo harás y luego te arrepentirás.

Cogí, y sin mirar atrás lo tiré al mar. Miles de ideas remotas y sientos de sentimiento que me hacian comerme de nuevo la cabeza. Sentía su mano en mi hombro. Le miré y me sonrió. Di gracias a Dios de no estar sola en este momento. de no estar sola ahora. Que ya si eso mañana. Quería volver a abrazarle pero primero le noté algo nervioso cuando llegó su hermana.

-¿Qué estás haciendo tu aquí?- La miré perpleja. Estaba anonadada. Estaban nerviosos y carecías de caras alegres. Pensar que algo malo pasaba, me hacía volver a las andadas de hace cinco segundos. Ojala pudiera conocerles mas para saber que estaban pensando pero apenas una semana hacía que conocí a Guille. Y a Sam una dos horas. 

-Teneos que decirte una cosa.- Guille se encontraba a un lado. Despues mas de una semana sin ella me esperaba cualquier cosa, cualquier trgedia. Pero mi corazon no se esperaba nada malo de Guillermo y ojala aquello que dijeron no hubiera pasado nunca.

 

 

 

Tras ese espejo sin salidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora