CUATRO: Amores Platónicos

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La fiesta fue como cualquier otra; gente bailando, gente borracha, gente enrrollándose con otra gente en mi sofá (lo cual no era muy agradable de ver) y gente tirada en una esquina, agotada y durmiendo en posturas bastante incómodas.

Y luego estaba yo, sentada sola en las escaleras con mi vaso de fanta de naranja en la mano y atiborrándome a patatas fritas mientras le suplicaba al universo que esa noche pasara rápido.

Por eso no me gustaban las fiestas; porque al final yo era la única que se mantenía sobria cuando todos los demás ya estaban agotados dumiendo la mona en algún rincón, liándose entre ellos o vomitando todo el alcohol que se habían metido en vena.

En todas las fiestas, pasada ya la medianoche, hay un punto donde la gente parece calmarse de repente; cuando ya nadie le presta atención a la música y todo se vuelve un poco confuso, cuando la euforia desaparece y ya casi nadie es muy consciente de lo que está pasando.

La fiesta ahora estaba en ese punto.

Yo estaba concentrada relamiendo las miguitas de mi bolsa de patatas, con la cabeza apoyada en uno de los barrotes de la escalera mientras sonaba de fondo Animals de Maroon 5, cuando alguien corpulento se sentó a mi lado sobresaltándome.

- Ya es la segunda vez que te encuentro intentando escaquearte de una fiesta.

Levanté la vista y me topé con Luke Kenovan, que parecía estar sobrio, lo cual me extrañó. El chico se sentó a mi lado en el escalón sin dudar un segundo y aunque no fue a propósito, el estrecho escalón hizo que su cuerpo invadiese mi espacio personal.

Su presencia tan cerca de mí me incomodaba por alguna razón (nunca he sido muy fan del contacto físico con alguien a quien apenas conozco), así que arrastré disimuladamente mi trasero hacia atrás y me pequé contra la barandilla para guardar las distancias.  Nunca se es lo suficientemente prudente, y aún menos con Luke, que me había robado un beso la primera noche de conocernos y quien no parecía ser precisamente un angelito.

- No soy muy fan de este tipo de fiestas- me limité a decir mientras me limpiaba las migas de las patatas que habían caído sobre mi blusa rápidamente para que Luke no se diera cuenta.

Aunque el chico no estaba prestando atención a las migas de mi blusa, sino a Val, que estaba siendo demasiado cariñosa con otro chico en MI sofá.

- Pues parece que tu amiga, la rubita, se lo está pasando bien- puntualizó él con diversión.

Puse los ojos en blanco, aunque él no se dio cuenta. Aquello pasaba muy a menudo; un chico se acercaba a mí para hablar de mi amiga Val, la buenorra. No soy tonta, Val era muy guapa y hechizaba a los tíos, pero no les costaba nada disimularlo un poco cuando yo estaba delante, digo yo.

Y no quiero mentiros; es verdad que alguna vez sentí envidia de Val, sé que está mal decirlo pero a veces la odiaba (en sentido metafórico) por ser tan perfecta.

Me limité a asentir con la cabeza. Sabía lo que venía después; él me pediría el número de Val, yo le diría que se lo pidiese a ella... en fin, lo de siempre.

- ¿Qué quieres?- le pregunté aburrida y sin dar rodeos.

A Luke pareció sorprenderle mi pregunta.

- ¿Cómo que qué quiero?- me respondió con confusión.

Llegados a este punto yo ya no sabía si se hacía el tonto o es que de verdad aquel chico era tonto.

- ¿Que por qué estás aquí, hablando conmigo?- insistí dándome cuenta de que esa pregunta había sonado un poco rara y borde.

Luke volvió a mirarme confundido, pero enseguida se encogió de hombros y me respondió divertido.

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⏰ Última actualización: Mar 19, 2018 ⏰

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