5. Suerte

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¿Estaría de casualidad por allí o realmente me estaría buscando? Éste chico es capaz de alegrarme hasta el peor de los días con sólo verle sonreir, no sé que tendrá. Parece que tiene la habilidad de aparecer en el momento justo.

-Hola- me dijo sonriendo con tanta normalidad como si me viera todos los días.

-Hola, ¿qué haces aquí?

-La verdad no estaba seguro si iba a encontrarte. Vine aquí porque es dónde están la mayoría de las facultades y a probar suerte.

-¿Por qué querías buscarme? ¿Y ese interés?- dije esbozando una sonrisa.

-Si te soy sincero no tengo ni idea. Volví a escaparme de clase y pensé en que el otro día me fui sin avisar así que te debo una explicación.

-Te escucho.

-Me supo muy mal dejarte tan de repente. Pero es que no era la primera vez que me fugo del instituto, ya lo hice otras veces. Y dió la casualidad que en ese momento que vi a un profesor del instituto pasar por allí. Ya me tienen fichado así que prefiero que no me descubran.

-Vaya vaya míralo, si cuando te vi parecías un niño bueno.

-JAJAJAJA- comenzó a reírse -lo cierto es que lo soy te lo juro, pero el instituto es algo que puede conmigo.

-Mejor vayamos a algún sitio que quedarnos aquí de pie, ¿te parece?

Fuimos los dos andando para buscar algún sitio tranquilo. Subimos la cuesta dónde se encontraban las facultades y nos dirigimos de camino al centro de la ciudad, el cuál estaba bastante cerca. Estábamos bajando la avenida perpendicular a la zona de las facultades cuando entramos en una cafetería de la cuál nos vino el olor de los pasteles recién hechos. Era muy amplia y con el techo alto, también se podían divisar cuatro columnas. Las paredes blancas estaban llenas de varios cuadros y espejos y el suelo era de mármol a cuadros negros y blancos. Las lámparas tenían forma redondeada y colgaban varias juntas del techo unidas por una plataforma circular.

Nada más entrar ambos pegamos nuestra cara a la vitrina mientras se nos hacía la boca agua al ver aquello. Había tanta variedad que era imposible elegir pero al final nos decidimos por una tarta de tres chocolates y una tarta de manzana. Nos sentamos en unos sillones que había y el hombre muy amable nos atendió en seguida.

-Buenas, ¿habéis decidido ya que queréis para tomar?

-Yo quiero una tarta de manzana.

-Y yo una tarta de tres chocolates- dijo Jeongin con su habitual sonrisa.

-Oído, ahora os la traigo- no tardó mucho porque al poco tiempo vino con los pedidos -Buen provecho parejita, os dejo ya tranquilos- y se fue rápidamente.

Nos quedamos mirando el uno al otro un par de segundos hasta que nos empezamos a reír. Después de que se nos pasara comencé yo a hablar:

-Qué gracioso el camarero. Aunque ahora que lo pienso no te he dicho mi nombre- Jeongin negó con la cabeza -Me llamo Cris.

Jeongin se quedó mirándome unos segundos hasta que soltó un:

-Me gusta- la verdad me sorprendió porque no esperaba esa contestación.

-¿Por qué?

-No sé, pero me gusta. Al igual que tú me pareces muy buena persona y me gusta estar contigo y no sé por qué- ahí sí que me había cogido desprevenida. Se me pasaron muchos pensamientos por la cabeza pero no sabía qué decir, la verdad que yo soy muy mala para hablar con la gente en general y podría estropearlo en cualquier momento, y en ese momento creo que lo hice porque no se me ocurrió otra cosa mejor que decir que un:

-Gracias- me sentí mal por él por haberle dado tan nefasta contestación que seguidamente le sonreí pero me salió media sonrisa.

Supongo que me vió algo incómoda por lo que cambió de tema:

-Vaya, la tarta está buenísima y la tuya también se ve muy bien ¿Quieres probar?

-Claro, prueba tu también de la mía- y ambos con la cucharilla cogimos un trozo del otro.

-Hemos hecho bien en venir aquí. Mucho mejor que las clases del instituto.

-Y mucho mejor que las clases de la universidad.

Seguimos hablando un rato hasta que nos despedimos. El día que en un principio había empezado mal, parecía que iba a acabar bien. Encontrarme con este chico había sido muy buena suerte, de eso no hay duda, siempre conseguía animarme en el peor de los días.

Yang Jeongin y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora