10. Asimilación

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Había pasado ya una semana desde la última vez que vi a Jeongin. Tampoco me había atrevido a mandarle ningún mensaje, pues no sabía bien qué decirle después de lo que me había confesado. Pensé que lo mismo me lo encontraría a la salida de clase en el campus como había hecho alguna otra vez. Pero por más que miraba cada vez que salía de clase a izquierda y derecha buscándolo por el campus no lo veía. Seguían pasando días y cómo no aparecía decidí dirigirme a su instituto a ver si conseguía dar con él.

La mañana siguiente no fui a clase, pues iba a realizar mi búsqueda. Desayuné tostadas con tomate, luego me di una ducha rápida y me vestí. Decidí llevarme algo de dinero por si acaso, pues creía acordarme de cómo llegar pero no estaba segura porque hacía tiempo que no volvía a pasar por allí. Aunque, qué tontería, llevo el móvil y puedo utilizar el GPS si acaso me perdiera.

Emprendí mi camino y no tuve que preocuparme por saber o no llegar a mi destino, pues mis pies iban solos como si fuera un camino que llevaran haciendo toda su vida. Iba directa, con paso seguro y sin pararme en ningún momento hasta que mis pies se pararon enfrente de la verja verde del instituto, desde la cual se divisaba en un cartel grande el nombre del mismo. Allí era, estaba segura.

Cogí aire antes de llamar al timbre que se encontraba al lado de la puerta. Llamé y esperé algo nerviosa, pues a mí hablar con la gente no es algo que se me de especialmente bien, me suelo poner tan nerviosa que no sé qué decir e incluso puedo llegar a cambiar el orden de las palabras como una vez que en vez de decir 'vaso de agua' dije 'agua de vaso'. En fin, ahora que estaba allí no me podía echar atrás.

Apareció un hombre de mediana edad, estatura media y delgado, llevaba unas gafas, vaqueros y jersey. Tenía un andar un poco desgarbado e iba algo encogido. Me fijé que llevaba un llavero con varias llaves colgadas del pantalón, debía ser el conserje. Me abrió la puerta y antes de que tuviera tiempo de decir nada me soltó:

- Has tenido suerte que oyera el timbre, si no te dejo en la calle, pues todos los profesores están de reunión ahora mismo. Pasa.

- Muchas gracias - dije al tiempo que sonreía con timidez.

- No me suena tu cara, ¿eres de otro instituto y vienes a cambiarte a éste? La verdad que éste es muy bueno y tiene un buen profesorado te lo puedo asegurar.

- No, sólo estaba buscando a alguien.

- Espero poder ayudarte, ¿a quién tiene el placer de buscar esta señorita?

Me paré a pensar por un momento, pues sería más fácil si le daba también el apellido. Hice memoria porque estaba segura que me lo había dicho y cuando lo tuve lo dije sin vacilar:

- Jeongin, Yang Jeongin.

- ¿Jeongin? ¿Estás segura? Ese muchacho apenas viene por aquí, tanto los profesores como sus padres no saben qué hacer con él.

En ese momento me acordé de las veces que nos habíamos visto que me había dicho que se había saltado las clases, a saber la de veces más que lo habrá hecho. En ese momento pensé que quizá no fue tan buena idea ir allí, pues estaba claro que en el instituto no lo iba a encontrar. Pero pensé que quizá estaría bien sacarle más información al conserje acerca de éste chico del que apenas sabía nada. Así que me atreví a seguir preguntando.

- ¿Por qué no saben qué hacer con él? ¿Ha hecho algo grave?

- ¿Grave? Jajaja no, no te preocupes, es buen chaval. Sólo que le gusta ir a su aire y que lo dejen en paz de una vez.

Debí parecer algo confusa porque no entendía muy bien lo que me quería decir. El conserje debió darse cuenta de mi cara entre confusión y preocupación porque decidió explicármelo:

- Oye mira tú pareces muy buena chica así que te contaré una cosa.

Miró para cerciorarse que no había nadie alrededor y comenzó a narrar:

- El pobre muchacho está muy presionado por sus padres. Pues éstos son gente de mucho mucho dinero y tienen una empresa familiar de la leche por la que ya tendría su vida hecha con éste negocio. El deseo de sus padres es que continúe con éste imperio pero Jeongin no comparte su misma opinión. Según me ha contado ha intentado hablar con ellos pero éstos se han empeñado en que siga con su negocio que lleva generaciones.

- Vaya, no tenía ni idea.

- Ni tú ni nadie. Aquí sus compañeros tan sólo lo ven como alguien que pasa de todo y que no viene a clase, no tiene muchos amigos aquí pero tú pareces muy agradable y se ve que te preocupas por él.

En ese momento debí sonrojarme al oír eso porque el conserje se echó a reír al ver mi reacción.

- Oh, vaya. He dado en el clavo si no me equivoco. Me alegra que Jeongin tenga a su lado a alguien como tú.

- A mí también me alegra tenerlo a él. Es la mejor persona que he conocido aquí.

Se hizo un pequeño silencio durante unos segundos el cual rompió el sonido del timbre que anunciaba el cambio de clases.

- Bueno, debería irme.- dijo a la vez que alzaba el brazo para hacer una sacudida de manos a modo de despedida - Ha sido un placer hablar contigo señorita. Siento no haberte podido ayudar en lo que querías pero si lo ves por favor, dile que se pase a saludar de vez en cuando.

- Lo haré. Y muchas gracias por todo.

Me di la vuelta y volví a cruzar la verja verde para volver al piso, aún más confusa de lo que había venido. Ahora tenía que asimilar la información recibida. Estaba tan preocupada conmigo misma y por mi situación que no veía que Jeongin también lo estaba pasando mal, me sentía una persona muy asquerosa en ese momento. Debería hacer algo.

Yang Jeongin y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora