12. Algo nuevo

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Los próximos días fueron en blanco para mí. No estaba ni feliz ni triste ni sentía que nada de lo que pasase a mi alrededor me afectase. Me había quedado en una especie de trance, sin poder asimilar lo que había pasado. Ya no estaba segura de si lo que había pasado era real o no, o si sólo ha sido un sueño.

En la universidad en cambio, nada había cambiado. Me levantaba, me duchaba, me vestía, desayunaba e iba a clases. Allí me sentaba y me quedaba en modo planta en clase, osea que miraba al profesor y lo que estaba explicando pero sin escuchar y estar atenta. Tomaba apuntes pero era como un robot, lo apuntaba automáticamente sin saber exactamente qué estaba escribiendo.

Pasaban los días y me empecé a sentir cómo vacía, ya si que nada me hacía feliz y no tenía ilusión por absolutamente nada en mi vida en ese momento. Lo que había pasado con Jeongin me había afectado sí, pero no era lo único. Había varios factores más que no ayudaban a mi situación: comentarios fuera de lugar por parte de algunos profesores, mi relación con mis compañeros tampoco era la mejor del mundo, y la única persona con la que podía estar se había ido.

Intenté alejar los pensamientos negativos que tuviera y pensé que quizá sólo le tenía que dar un poco de tiempo a Jeongin. Sí, eso haré, le daré un poco de tiempo que puede que sea lo que necesite. Y entonces hablaré con él, pues no es una persona que yo quiera perder.



Pasaban los días y cómo me sentía un poco sola decidí probar y apuntarme a diferentes clases de baile por la tarde. Yo antes bailaba pero lo dejé, vete tú a saber por qué, bueno sí, porque no tenía ilusión por nada nada ni por vivir.

Me puse a buscar a ver si había alguna escuela y encontré varias. Me fijé en una que estaba al lado del famoso parque al que solía ir y que además tenía más disciplinas diferentes que las demás. Yo lo que había hecho de danza era danza clásica y contemporánea pero quería probar algo nuevo.

Miré los horarios en la página web y vi que las clases para adultos empezaban a las 19:30 así que decidí irme un poco antes para informarme y probar clases sueltas de diferentes modalidades.

Me puse ropa cómoda, metí una botella de agua en la mochila, dinero, los protectores y las zapatillas de ballet. Salí y me encaminé hacia la escuela.

No tardé demasiado en llegar, 25 minutos andando más o menos y a mí andar más o menos no me importa. Llegué a la puerta y antes de entrar pensé en lo que iba a decir, pues cada vez que tengo que hablar de cara a alguien lo paso realmente mal y tengo que pensar que digo para no quedarme callada. Así que abrí la puerta de cristal y entré al vestíbulo.

- Hola.

- Hola ¿vienes a apuntarte a las clases?

- Sí. Verá, he dado clases de ballet y contemporáneo pero me gustaría también probar otras disciplinas.

- Pues ahora mismo a las 19:30 tenemos la clase de break dance y luego a las 20:30 la de contemporáneo. Si quieres puedes probar ambas hoy. Empezamos las clases a principios de octubre, osea que no llevamos mucho.

- Vale, perfecto. Me quedaré a las clases, muchísimas gracias.

- Los vestuarios y los aseos están al fondo del pasillo, la puerta situada a la izquierda.

Fui al vestuario para dejar allí mis cosas. He de reconocer que estaba algo nerviosa, pues hablar con gente que no conocía no es de mis mejores habilidades pero intenté integrarme lo mejor posible.

El profesor de break dance me pareció muy amable. Y a pesar de que había compañeros con nivel yo lo hice lo mejor que pude y él me ayudaba en todo. Me entretuvo muchísimo la clase y me ayudó a olvidarme de todos mis problemas por un momento. Al final de la clase hicimos un corro para que quien quisiera saliera al centro a hacer cualquier movimiento, no estaba segura de salir pero me animé y salí al centro dejándome llevar por la música. Al acabar los compañeros y yo de bailar en el corro nos pusimos todos a aplaudir.

Bueno, ahora era el momento de la clase de contemporáneo. Tenía miedo de que al haber estado tiempo sin bailar se me hubiera olvidado o algo pero nada de eso, mi cuerpo se adaptó al momento como si no hubiera parado de bailar en ningún momento.

La profesora me dijo que se notaba que había hecho clase antes. Me adapté bastante bien y empezamos a hacer diagonales uno por uno. Me puse la última de la fila, pues quería ver antes a mis compañeros. Al llegar mi turno ni me lo pensé y salí a hacerlo lo mejor que sabía con elegancia y seguridad. Al acabar la profesora paró la música:

- Ven un momento.

- ¿Yo?- dije girandome hacia dónde estaba.

- Chicos atended un momento. Así es como quiero que hagáis el ejercicio. Repítelo de nuevo por favor.

Me dirigí de nuevo al principio de la clase para comenzar la diagonal. Me puse algo nerviosa pues nunca había recibido tanta atención hacia mí. Respiré y lo repetí exactamente igual que lo había hecho antes. Al terminar aplaudieron y la profesora me dijo:

- Muy bien, tienes aptitudes así que aprovéchalas.

La clase se me hizo muy corta y me encontré muy agusto. Tenía que haber empezado a venir a las clases éstas desde el principio pero bueno, aún estaba a tiempo.

Recogí mis cosas y al salir por el vestuario me encontré de nuevo a la profesora de danza contemporánea que me dijo con una sonrisa

- Estaría bien que te decidieras a venir a las clases. Estoy segura que harás un buen trabajo.

Sonreí asintiendo con la cabeza y salí de la escuela. Había sido uno de los mejores días y me había sentido muy bien. Parecía que comenzaba de nuevo a tener interés y felicidad por todo lo que hacía antes y esa sensación me gustaba.

Yang Jeongin y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora