7. Una carga

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Dejé atrás la gran avenida dónde estaban la mayoría de los locales y me adentré en las calles de la ciudad para acortar el camino a casa. Bajé la calle paralela a la avenida en la cuál no había apenas gente, seguí andando y crucé una pequeña plaza. Me dispuse a subir la cuesta antes de llegar a otra avenida que llevaba a mi casa cuando un hombre adulto con no muy buena pinta que hablaba por teléfono se puso a andar hacia mí.

Parecía que iba algo borracho por lo que no me preocupé demasiado y apreté un poco el paso para pasar rápidamente. Pero cuando me disponía a pasar rápido por su lado el hombre fue aún más rápido y me agarró del brazo mientras se disponía a seguir hablando con ese alguien por teléfono. Entonces, dejó de hablar un momento y se dirigió hacia mí:

-Vente a mi casa.

-No, no quiero.

-Vente conmigo.

-He dicho que no- dije mientras levantaba más la voz.

-Lo pasarás bien.

-¡NO!

-Que la chica no quiere venirse a casa, ya le he preguntado- comentaba con quién estuviera hablando por teléfono -pero la voy a convencer.

Mientras oía la conversación con quién fuera el otro individuo que estuviera hablando por teléfono me intentaba soltar de su mano a lo que él me agarraba aún más fuerte. Intentaba soltarme de él con todas mis fuerzas pero al parecer no era suficiente y en ese momento deseé que hubiera alguien por allí para ayudarme. Esperaba que al menos alguien lo hubiera visto porque el hombre al ver que me negaba se estaba enfadando y levantaba aún más la voz.

Me entraron ganas de llorar por la desesperación pero a pesar de todo seguía intentando soltarme de su mano. El hombre se disponía a arrastrarme hacia otro lado cuando sin darme cuenta y sin que me diera tiempo a reaccionar alguien me agarró de la mano y me iba alejando de aquel hombre que se encontraba ahora en el suelo. Giré la cabeza para ver quién estaba delante de mí que me iba llevando hacia otro sitio y lo primero que vi fue su cara, se le veía bastante serio y me resultó raro no verle con su característica sonrisa. Supondría que ya estábamos suficientemente lejos cuando se paró en seco y me miró a los ojos:

-¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño?- no sé por qué pero parecía una persona completamente diferente aunque se le notaba preocupado.

-Estoy bien, gracias- En ese momento no se me ocurrió una respuesta mejor que esa y seguía algo confundida por lo sucedido por lo que casi no me atreví a mirarle a los ojos.

Sin darme tiempo a decir nada más se acercó un poco más y me abrazó. Me quedé con los brazos inmóviles y sin saber qué hacer con ellos. Nos quedamos así unos segundos, y estuve escuchando su respiración hasta que me soltó y entonces me dispuse a levantar la cabeza para mirarle a la cara.

-Jeongin...- no sabía por dónde empezar -muchas gracias por todo lo que has hecho por mí. Ojalá pudiera hacer yo lo mismo por ti.

Me miraba fijamente y no encontraba casi expresión alguna en su cara. Ahora mismo Jeongin era otra persona, diferente del que había conocido y no sabía cómo sentirme al respecto. Pero a pesar de su nueva faceta sabía que podía confiar en él y que a su lado estaba segura. Proseguí:

-Me siento mal de que seas tú el que siempre me esté ayudando, no tendrías por qué hacerlo. No soy más que una carga para ti.

-No te disculpes ahora. Te acompañaré a casa- con un gesto de cabeza me indicó que nos pusiéramos en marcha.

Y sin decir nada más caminamos juntos uno al lado del otro hasta llegar a mi casa que no estaba muy lejos. Me despedí de él y me dió su número de teléfono por si necesitaba llamarle en alguna otra ocasión. En esos momentos parecía un Jeongin más maduro, más sereno, más decidido.

Iba a meter la llave en la cerradura del portal para entrar cuando volví a notar sus brazos alrededor de mí, me cogió de sorpresa por lo que volví a quedarme nuevamente inmóvil. Pero esta vez me abrazó por detrás y me susurró al oído:

-Has hecho más por mí de lo que te imaginas.

Cuando me fui a dar la vuelta para mirarle ya se estaba alejando por las calles.

Yang Jeongin y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora