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Narra Nai (Seh se que era Nala pero como uso más el diminutivo de Nai se queda así XD)

Y sí, su rodilla no dejó de sangrar en ningún momento, todo iba bien, me enamoraba el como se portaba con eso críos un pelín insoportables pero, como nada es perfecto en esta vida, acabó con la rodilla hecha mierda. Cuando conseguí levantarlo y llevármelo a un banco, me puse a buscar alcohol o algo para desinfectarle la herida. Aquí me di cuenta de su infantilidad, cosa que también llegué a adorar aunque en un principio me irritara.

— ¡No no no no no!  — Exclamó muy demasiado seguido y suspiré.

— ¿No qué? — Le pregunté tomando el pequeño bote de agua oxigenada que acababa de comprar en una farmacia de la misma calle junto a un paquete de algodones.

— ¡El agua esa! ¡Pica! ¡No quiero!  — Dijo llorando como un niño pequeño.

Al escuchar esa excusa mi expresión se volvió en una de incredulidad. Más que con un hombre de 22 años parecía que trataba con un crío de 6 o 7 años.

— No pica, hace burbujitas  — Le solté yo, esa misma respuesta que solía escuchar de los labios de mi madre y que llevaba sin escuchar desde la última vez que mi hermano se la pegó por las escaleras de la casa de mis abuelos. Volviendo a tema, el chico ante mí volvió a negar.

— ¡Duele!  — Exclamó.

— No. Duele. — Dije yo, perdiendo esa paciencia que en aquel entonces no tenía casi con nadie. Él asintió. Resoplé y me agache delante de su pierna — Duela o no, te lo voy a echar igual ya que es por tu bien  — Dije y le eché el agua oxigenada de un chorro.

Él, manteniéndose en su línea de enano de 6 años, empezó a llorar más y más, por dios todos sabemos que son como pinchacitos pero que para tanto no es. Pero, al final, acabé abrazándole e intentando calmarle.
Se abrazó a mi rodeando mi cintura con sus brazos mientras que su cabeza llegó a parar a zona delicada, zona que hizo que me volviese un tomate aunque, al fin y al cabo, solo estaba llorando, no había nada detrás con segundos significados.

— Están blanditas... — Dijo de la nada a lo que yo me volví un tomate aún mayor y él, con su faceta inocentona, empezó a tocar mi pecho con un dedo y sin quitar la cabeza de la misma zona. Al menos había dejado de llorar por fin.  — Muy blanditas... Y son muy cómodas...  — Dijo ya con su voz grave habitual. Yo, simplemente, no sabía que decir ni donde meterme. Simplemente me quedé en silencio ya que tampoco es que me molestase que aquel chico de cabellos oscuros se apoyase ahí.

En resumen, se pasó ahí un buen rato de la tarde hasta que al fin se dio cuenta de donde estaba y se disculpó algo avergonzado.
Posteriormente decidimos ir a mi casa, ya que estaba oscureciendo. Me acompañó hasta ahí, nos despedimos y entré en casa con una sonrisa, sonrisa que rápidamente se desvaneció.


Fanfic Sin Título Todavía(Desde El 13: BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora