“Él sigue vigilándome desde las sombras, está esperando la mayor oportunidad para acabar conmigo”
-anónimo.Era mi última visita del año con mi psiquiatra, faltaba una semana para navidad. ¿Qué malo podía pasar? Mi mente no había tomado bien la muerte de mi nana. Me dieron más ataques de bipolaridad, rompí cosas. Sangre de la nariz y vomité más, ya había superado lo de la anorexia y vigorexia. Ahora ni podía ver un comercial de ejercicios, comía más, pero el agotamiento no se debía a eso. Mi mente divagaba cada noche más y más, noches enteras con insomnio, la única razón era que yo aún no superaba su muerte.
¿Era complicado ser una persona bipolar? Demasiado, estaba propensa a caer en depresión. La depresión que podía dejarme un mes entero en cama, llorando, sin comer. La dosis de medicamento había bajado aún más por la adicción, pero no ayudaba en nada. Me estaba dañando, yo diría que ya estaba bien. Demasiado bien, más que antes. Bueno… nunca lo estuve, pero la consultas ayudaban un poco.
—El fallecimiento de tu nana, analiza tus pensamiento. ¿Afectó la vida tranquila que estabas llevando?—interrogó el psiquiatra.
—He tenido ataques agresivos, depresivos. Enfermizos. La pregunta sería: ¿En qué no me afectó?—hice mis manos un par de puños.
—¿Ataques? La bipolaridad será—levanté una mano dando a entender que acertó—Creo que no es sólo tu enfermedad la que está haciendo que explotes, tu ambiente, quedaste desprotegida. Como sé… la persona más cercana a tí, en los últimos ocho o nueve años, ella siempre estuvo contigo. ¿Te has puesto ha pensar si ella era lo único que tenías?
Abrí la boca, tartamudeé. Y solté el aire que no sabía que acumulé.
—Claro que lo hice. Sé que ella era parte importante de mi vida. Pero los ataques se han vuelto constante, además cuando entro en estado agresivo no se viene ninguna imagen de ella a mi pensamientos.
—Hal algo que me he preguntado estos meses: ¿Hay un secreto más? ¿o hay más de uno?—apreté mi mandíbula.
—¿Qué gano yo confesando mis secretos más oscuros?—elevó una ceja, incrédulo— Ganas paz interior.
—Puedes confiar en mí, sólo dilo...
—Soy adicta a mi propia destrucción, me fascina y creo que su supuesta ayuda perjudica mi adicción.
—Y tu adicción perjudica mi paz.
—La paz a veces no es muy buena.
—Lo dices porque jamás la has tenido.
—Lo digo porque no tengo la necesidad de creer en falsas esperanzas y personas mediocres como usted.
—Te drogas, te lastimas. Dime, ¿Quién es mediocre en verdad? —reí cruzandome de brazos.
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Ellos te juzgarán de cualquier Manera
ChickLitTodos quieren un pase gratis a la fama, Cassandra Laike lo consiguió, a sus 14 años su fama despegó, con una voz melodiosa y siendo una gran compositora y teniendo una belleza que encanta a cualquiera. Obviamente tenía ganado un lugar en la fama. Pe...